Cap #27

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A la mañana siguiente April despertó un tanto contenta debido a la maravillosa noche que había tenido junto a Zean, le había gustado el hacerlo y no se arrepentía del haberlo hecho con él. Al despertar con los rayos de sol iluminando su rostro se encontró con un hermoso chico dormido junto a ella. Sus hermosas y largas pestañas caían libremente hasta sus pómulos, haciéndose ver mas guapo de lo que ya era.

Se giró sobre la cama, acercó su dedo al pecho desnudo de él y comenzó a trazar círculos en este, él al sentir el tacto de sus suaves dedos se despertó al instante y la observó con su mirada gris y profunda. Mirando sus hermosos ojos azules. Ella dejó de tocarlo y lo observó de la misma manera. Él usó su brazo libre para rodearle la cintura y trazar lineas en su espalda. Ella sonrió ante el tacto y (siendo este un movimiento inoportuno) lo besó en los labios. Ambos se coordinaron conforme a sus bocas para sentir la textura y la exquisitez del otro en un simple beso.

Al apartarse ella lo abrazó un poco fuerte y plantó otro beso en su pecho.

–¿Como amaneciste?– preguntó él.

–Bien... supongo– respondió ella aun con su cara hundida en su pecho.

–Estas dudando... ¿porque?– el también la abrazó mas fuerte.

–Mm...

–Esta bien...– el besó su cabeza– ...deberíamos desayunar ¿te parece?

Ella asintió, él se puso en pie dirigiéndose hacía el cuarto de baño, dejando al descubierto su cuerpo desnudo. Ella al ver esa escena sonrió y mordió su labio inferior, al colocarse solo la ropa interior decidió que debía andar un poco cómoda así que tomó la camisa del muchacho y se la puso. Esta le quedaba un poco grande, dejando al descubierto sus piernas y muslos. La estatura adecuada para estar mas que cómoda. 

Al rato el joven salió del baño con unos shorts puestos, listo para tomar el desayuno junto a ella. Él la observó de arriba a bajo y sonrió al verla. Se miraba aun mas pequeña y adorable de lo que ya era. Ambos salieron del cuarto, se dirigieron a la cocina de la pequeña cabaña, ella se acercó a los quemadores de la cocina y tomó una cazuela. Él al ver sus intenciones retiró su mano con suavidad y la sentó en una banca.

–Yo prepararé el desayuno ¿esta bien?– le preguntó y al recibir un asentimiento como respuesta continuó.

Ella observaba cada uno de sus elegantes y ágiles movimientos, el ver como se movía de un lado a otro con mucha gracia y destreza. Como sus músculos se contraían al hacer un movimiento y como se estiraban al tomar algo. Le gusto y ladeó la cabeza tratando adivinar que era lo que él le preparaba. Se puso en pie y un dolor inundó su bajo vientre, la punzada fue fuerte y lo fue aun mas cuando ella trató de abrir las piernas. Zean al notar que ella hacía muecas de dolor la tomo por la cintura y le hizo volver a sentarse.

–¿Que sucede?– preguntó serio– ¿que te duele?

–No lo se... es horrible– dijo tocando su vientre. El llevó su vista allí e hizo una mueca.

–Ya entiendo... te duele porque anoche lo hicimos y... tu siendo virgen...– no sabía como explicárselo.

–Y-ya... ya en- entiendo– ella tartamudeó un poco y se aferró a su cuello.

Él la abrazó y se puso a pensar. Anoche lo habían hecho y ella al ser virgen muy seguramente tenia sus paredes virginales y él las rompió. Sabía que era un dolor superficial pero que para ella esta siendo una tortura. No porque el lo hubiese hecho muy duro. No. Sino por el simple hecho de que ella era virgen. Y era su primera ves.

Al estar ella un poco mas calma él procedió a terminar de preparar sus desayunos. Al hacerlo colocó dos platos con panquecas bañadas en miel frente a ella. Adornadas con algunas fresas, ella sonrió y ambos pudieron comer.

–Están deliciosas Zean– dijo ella.

–Lo están– dijo pinchando una panqueca.

Ella terminó primero y lo esperó, ya quería regresar a las cabañas del campamento. Estaban muy alejados del lugar y sabia que eso podía ocasionarles problemas. Él terminó y ambos se pusieron en pie dispuestos a cambiarse.

Ella entró primero a la habitación y se colocó su short blanco, junto a sus converse. Él se quedó esperando en el umbral de la puerta. Ella se giró y fruncio el ceño al ver que el no se vestía.

–¿No piensas vestirte?– le preguntó mientras ataba su cabello.

–Puede que mi camisa te quede muy sexy... Pero la necesito ¿no crees?– dijo divertido.

Ella se quedó quieta y luego observó su atuendo, se sonrojó al ver que llevaba su camisa, se la quitó y se la tendió para luego ponerse la suya. Al estar ambos vestidos con sus uniformes, salieron de la cabaña y se dirigieron hacia el campamento.

Al estar cerca observaron a algunos chicos y chicas estar tendidos en el suelo, otros junto a los arboles. Supieron entonces que en la fogata había habido algo de alcohol. Y que muchos de ellos estarían ebrios como para notar que llegaban juntos. Al estar en una distancia prudente ambos se despidieron con un beso. Y tomaron caminos opuestos. Ella se dirigió a su cabaña, entro y corrió a su cuarto para gritar con la cara hundida en una de las almohadas. Aun no se lo creía, no se creía ser capaz de llegar a hacerlo, y menos a esa edad. Sonrió como la puberta que era y abrazó la almohada.

Mientras ella disfrutaba, Zean entraba a su cabaña siendo recibido por el olor a alcohol en el lugar, negó con la cabeza y entró al que era su cuarto. Con una sonrisa danzando le en los labios, al recordar la noche anterior. No era capaz de creerse que April fuese la primera chica. Algo que pensó que nunca iba a experimentar. Porque, gracias a la que una ves fue su madre,ya no podía confiarse de las mujeres que se le acercasen. Era algo inevitable pero con ella fue diferente en realidad.

Algo muy diferente...

La pianista ♪♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora