Cap #28

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Un mes después...

Ya había pasado el mes del campamento, juegos, actividades, nuevas amistades se habían logrado hacer durante todo el mes. Y el ultimo viernes del mes, April, al igual que todos en el campamento empacaba sus cosas para partir a casa. Al terminar, salió de la habitación con su maleta tras ella. Al salir se encontró con Nicole lista en la entrada.

–Hola– saludó ella.

–Hola– le respondió su amiga– ¿lista para regresar?

La otra solo asintió en respuesta, ambas caminaron al centro del campamento para esperar a sus choferes. Ella se encontró con los hermosos ojos grises del chico  con el que había pasado una gran experiencia durante los días transcurridos en el campamento. Le sonrió y se giró para despedirse de Ethan quien fue el primero en irse. Luego llegaron por Nicole y mas tarde por ella.

Subió a la limusina negra de su padre, para luego tomar rumbo a su mansión. Durante todo el camino a casa se dedicó a pensar en algo que no había estado presente durante todo el mes. La conspiración, era algo en lo que no pensaba, no recordaba ... Pero en ese instante hizo presencia en su mente, no podía dejar de quebrarse la cabeza pensando en cual sería la solución a ese problema o tratando de encontrar una respuesta coherente a lo que el numero significase y de que se trataba. Pero lo que mas se preguntaba era, quien habrá iniciado con esa maldición y porque los eligió a ellos.  

Si, a ellos, porque no solo la perseguía a ella sino también a Zean. Y era algo con lo que ambos luchaban y trataban. Al llegar al gran portón negro de la mansión Cohen, el chofer tecleó la clave y avanzó, provocando que ella saliera de su trance. El coche se paseó por los grandes jardines delanteros de la propiedad, hasta llegar a la entrada principal. Ella pudo bajar y él la ayudó con sus maletas. El primero en recibirla fue su hermano, con un efusivo abrazo de bienvenida. Luego sus padres y por ultimo y no menos importante pom pom. Ella los recibió con cariño y luego subió a su habitación para poder descansar un poco...

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Noath recibió a su hermana con un gran y fuerte abrazo, la había extrañado durante todo el mes. La casa se había sentido mas fría y silenciosa sin ella. Al ver que April subía a su habitación se dirigió a la puerta principal y tomó su chaqueta para luego salir. Subió a su convertible rojo para después abandonar la propiedad. Durante todo el mes transcurrido no había podido dejar de pensar en su hermosa novia y en como la estaría pasando. Así que iba mas que decidido a verla aunque fuese por un corto tiempo. Al doblar la esquina observó un lujoso coche salir de la mansión Doneth así que pisó con mas velocidad hasta llegar al portón de entrada.

Buenas noches... Mansión Doneth ¿en que puedo servirle?– dijo una vos masculina tras el pequeño parlante frente a él.

–Vengo a dejar algunos documentos al señor Doneth, departe de la familia Cohen.

Al decirlo un pequeño pitido sonó y las puertas se abrieron para él. Avanzó entonces, dirigiéndose a la puerta principal de la casa. Salió de su coche y presionó el timbre de la misma. Cuando las puertas de madera se abrieron el primer rostro en recibirlo fue el de un hombre mayor de edad con un traje de sirviente.

–Buenas noche...– lo observó confuso–... ¿usted viene a dejar los informes?

–Si.

–Bien, pues entonces yo los guardaré para cuando regresen el señor y la señora Doneth– dijo el anciano.

–Emm... sabe, me gustaría entregárselos a su hija... por cualquier cosa.– dijo nervioso.

–La señorita Nicole no tiene ningún derecho a tomar esos papeles... es solo...–no terminó de explicarle porque fue interrumpido por una angelical vos.

–¿Marshald que está pasando?– dijo Nicole bajando de las escaleras.

Se detuvo en seco al ver quien estaba en la puerta junto a su mayordomo. Se puso nerviosa y bajó completamente. El sirviente la observó y le explicó.

–Señorita, el joven aquí presente viene a dejar unos documentos a sus padres pero quiere...

–No importa, yo los guardaré– dijo ella rápidamente.

–Pero...

–Marshald, yo los guardaré– dijo mirando a su novio.

El mayordomo asintió y se retiró hacia la cocina. Ella hizo que Noath la siguiera hasta llegar a la segunda planta donde se encontraba la oficina de su padre. Le arrebató los papeles y los hojeó.

–¿Que haces aquí?– preguntó seria.

–Venia a dejarles a tus padres unos documentos sobre la nueva construcción en Colombia– explicó él.

–Así que ¿no es una broma?– preguntó confusa.

–No, tus padres están asociados con los mios así que me pidieron que les hiciera el favor y lo hice– dio un paso adelante, acercándose a ella.– y además, quería verte.

Ella retrocedió hasta que su cintura golpeó el borde de la mesa de la oficina. Él se acercó mas y posó sus manos en la mesa a ambos lados de su cintura. Ella al ver su cercanía, apartó el rostro y apretó las manos a sus costados. Él sonrió en respuesta y acercó su cara a la de ella, pasó la punta de su nariz por su mejilla y luego por su cuello. Logrando que ella se estremeciera y suspirara. El joven fue dejando besos húmedos por todo su cuello, deleitándose con cada roce y con el aroma a vainilla que emanaba de su cuerpo. Luego, ascendió de nuevo a su rostro y siguió dejando besos por el mismo, hasta detenerse cerca de sus labios, se apartó un poco para observarla. Ella abrió los ojos y lo observó también. Él bajó su mirada a sus labios e inclinó su cabeza hacia delante, quedando a solo unos centímetros de su boca.

–Te extrañe mucho– le confesó él.

–Yo igual– le respondió.

Y eso bastó, fue suficiente para calentar su corazón. Así que sin mas unió sus labios con los de ella, deleitándose con el elixir de sabor a fresas en su boca. Succionó, lamió y probó de nuevo sus hermosos y suaves labios. Necesitando mas de su contacto, tomó sus muslos y la elevó hasta que estuviera sobre la mesa tras ellos. Le acarició la espalda baja cuando sintió que sus delicados brazos subieron hasta su cuello, aferrándose a él con fuerza y deseo. Y... dos golpes en la puerta fueron los causantes de que ambos se separasen de golpe. Ella se bajó de la mesa y se arregló la ropa para abrir la puerta. Él trataba de regular su respiración mientras pasaba sus dedos por su cabello despeinado.

–Sus padres la llaman– dijo otro de los mayordomos tendiéndole un celular.

Ella lo tomó y cerró la puerta, se acercó el celular al oído y contestó. Noath la observaba moverse con nerviosismo por la oficina. Mientras se acercaba a ella y la abrazaba por la espalda. Ella cortó la llamada y puso el celular en la mesa.

–Tengo que irme– dijo cerca de su oído– además creo que tus sirventés sospechan algo.

–No seas ridículo, Noath– dijo disfrutando de su tacto– pero, creo que tienes razón, es mejor que ya te vallas.

Él la soltó y caminó a la puerta, ella lo acompañó en silencio hasta que este se fue.

Y, mientras ellos estaban es esa situación otra persona los observaba...

La pianista ♪♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora