Ojalá te quedases.

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Jisung comenzó a despertar, notaba todo su cuerpo frío y aunque se sentía realmente cómodo, el viento no dejaba de chocar en su contra y a ponerle la piel de gallina.

-Minho...

Susuró el menor teniendo cerca la oreja del otro.

-Minho...

Volvió a decir el rubio alzando un poco uno de sus brazos para acariciar la mejilla del contrario.

El mayor reaccionó lento, sintiendo unas cosquillas sobre su piel, comenzó despacio con un parpadeo hasta que finalmente pudo enfocar la vista a donde los ojos de Jisung.

-No es muy seguro que estemos aquí.

Volvió a hablar el más pequeño dejando caer la mano por detrás la espalda del otro, de manera que se abrazaban mutuamente.

-¿Tenemos que irnos?

Pronunció sus primeras palabras de voz ronca, haciendo un pequeño puchero cerca del contrario.

-No sé cuánto llevamos aquí pero... Eso es la luna y... Ya no veo el sol.

Concluyó el rubio con una pequeña sonrisa, pasando su mano de manera sutil por la espalda del mayor.

El castaño dejó ir una bonita sonrisa cuando sintió los dedos de Jisung pasear por su espalda.

Y el más pequeño comenzó a deshacer su abrazo, para empezar a incorporarse, hasta quedarse sentado.

Se quedó mirando a Minho con una sonrisa mientras este se levantaba también, quedándose sentado a su lado.

Y ambos terminaron levantándose y quedándose de pie uno en frente del otro.

-¿Estás bien?

Preguntó el rubio metiendo las manos en los bolsillos.

-¿Qué? Sí.

Respondió rápido el mayor aún un poco desubicado.

-Es mejor que vuelvas a ponerte en el manillar, así me guías... Y te llevo a tu casa.

Acabó diciendo Jisung, dirigiendo su mirada al suelo, sin querer terminar aquel día.

-Ah... Vale.

Dijo el castaño con un tono de voz apagado.

Y comenzaron a caminar hasta la bici del menor, quien quitó el candado y una vez ambos estuvieron colocados, comenzó a pedalear y a seguir las indicaciones vagas que le iba dando el contrario.

Minho tenía apoyada la cabeza sobre el hombro del menor, sintiéndose completamente seguro de que no iba a caer, y completamente cómodo, apoyándose sobre el otro.

Y después de varias calles y de pedalear casi por media hora, dejando solo a la luna llena y a las farolas aisladas que iluminaran el camino, el rubio dejó ir sus pies cuando Minho se lo dijo.

Frenó y paró delante de una casa, que aunque era más pequeña que la de Hyunjin, aún ambas se veían mejor que la del rubio.

-Vale...

Dijo flojo el mayor bajándose del manillar.

Jisung apoyó la bici en una farola, pensando que solo iba a acompañar al otro hasta su portal.

Ambos comenzaron a dar pequeños pasos, acercándose de cada vez más a la puerta sin decir ninguna palabra, hasta que llegaron a quedarse parados ante el portal.

-Bueno pues...

Comenzó a decir el rubio sin saber a dónde mirar.

-Pues no sé...

minsung // minho y jisung skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora