Capítulo 42. Por ella

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No podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. Estaba seguro de que Lena se había puesto en contacto conmigo y debía hacer lo que estuviese en mis manos por encontrarla antes de la mañana siguiente pues, al parecer, su vida corría peligro.

Desde que la capturaron hacía dos días, había estado completamente bloqueado, sin saber cómo dar con ella y cómo ayudarla, pero haberla podido ver, hablar con ella e incluso abrazarla –a pesar de no haberla podido sentir, en realidad– había despejado mi mente y devuelto a la vida.

Según me había informado, se encontraba a unas cinco horas al noroeste de Nérida, así que debía conseguir ayuda para ir a rescatarla. Mis padres y los de Lena estaban al tanto de mi visión con ella y enseguida comenzaron a contactar tanto con El Consejo como con algunos amigos que pudiesen ayudarnos en su búsqueda.

Por mi parte, me dirigí al centro de la ciudad a buscar a Paul y a Logan, pues sabía de primera mano que eran buenos Seid y que se ofrecerían enseguida a ayudarme en lo que fuese necesario. De hecho, en cuanto se enteraron de la desaparición de Lena la mañana siguiente de la noche de su secuestro, se presentaron en mi casa para brindar su cooperación.

En cuanto les encontré a ambos, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y vinieron conmigo a casa, donde habíamos quedado para reunirnos con otras personas. Incluso algunos de los sanadores que formaban parte de nuestra comunidad, quienes apreciaban mucho a Lena, quisieron unirse a nosotros.

Una vez en mi casa, varios miembros de El Consejo ya se encontraban allí junto a otros Seid guerreros con los que había coincidido en alguna ocasión. Incluso Lord Eiver y su nieto, Tristán, estaban allí. Sabía que ese muchacho seguía enamorado de Lena y no acababa de llevarme bien con él por mucho que entendiese su devoción por ella, pero su ayuda podría venirnos bien y estaba dispuesto a dejar nuestras diferencias a un lado por ella. De hecho, recuerdo perfectamente el día en el que vino a hablar conmigo en Astair para dejarme claro que iba a luchar por ella tanto como estuviese a su alcance y casi llegamos a las manos.

–Bienvenidos todos –saludó Hans haciendo que todos los allí presentes tomaran asiento y silenciaran sus comentarios–. Como sabréis, hace casi 48h que secuestraron a mi hija Lena después de atacar a la familia Larson, con quienes se encontraba ella en esos momentos.

Todos los allí presentes comenzaron a comentar en voz baja.

–Mi hijo y yo fuimos testigos del momento en el que se la llevaron –siguió mi padre–. Amenazaron con matarnos a nosotros y a Aria Solberg y Lena no tuvo opción. Nos tomaron por sorpresa y eran demasiados para intentar algo. Nos tenían completamente rodeados.

Apreté mis puños. Seguía causándome una enorme impotencia el no haber podido hacer nada para evitar que se la llevaran. Revivir aquella sensación– la que no distaba de la que sentí hacía algunos años cuando se llevaron a Lillian– me había desgarrado por dentro y sabía que, si le pasaba algo a Lena, no iba a perdonármelo jamás. La necesitaba a mi lado, la amaba como nunca había amado a nadie y no me hacía a la idea de no poder volver a verla por no haber sido capaz salvarla.

–Hace unas horas, mi hija consiguió ponerse en contacto con Jensen –siguió diciendo el señor Solberg­­–. Adelante ­­–me animó con determinación aunque con una sonrisa de apoyo.

–Bien, tal y como explica el señor Solberg, hace unas horas Lena contactó conmigo –expliqué. Cogí un mapa del Reino y continué–. Pudo decirme que se encuentra a unas cinco horas al noroeste de Nérida, prisionera en un edificio que cree que es grande y que se encuentra alejado de cualquier núcleo urbano –seguí señalando el mapa–. Debemos decidir y acotar lo máximo posible una zona de búsqueda y sacarla de allí en cuanto antes. Corre peligro.

Aadhya: El resurgir de los Seid © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora