Capítulo 9. Despertar

610 67 11
                                    




Se hizo bastante tarde, así que decidimos irnos para casa. Una vez fuera del Valhalla, quedamos en que nos veríamos de nuevo en una semana a la misma hora, insistiendo la mayoría en que Jensen y Axel volvieran. Definitivamente debía acostumbrarme a su presencia.

Todos nos despedimos, pues cada uno llevaba su caballo, excepto Jensen, que se quedó esperándome. El último en irse fue Axel.

– ¿Te apetece que comamos juntos mañana, Lena? –propuso este bajo mi sorpresa y la de Jensen.

– Vaya... eh... Mañana debo comer en casa con unos invitados de Hans, así que... –le expliqué.

– Entiendo. En otra ocasión, entonces. Adiós Lena. Un placer conocerte, Jensen.

Y tras decir eso, recibiendo mi saludo con la mano y el asentimiento de cabeza de Jensen, algo seco, se fue, dejándonos de nuevo a solas.

– Obviamente no has hecho caso al sanador y has venido andando, ¿cierto? –comentó Jensen tras unos segundos de silencio en los cuales vimos marchar a Axel.

– Sí que le he hecho caso. Solo dijo que anduviese poco y mi casa está cerca –me justifiqué.

Él hizo rodar sus ojos, acompañándolo con un suspiro.

– Pareces una niña pequeña que no obedece –dijo para meterse conmigo.

– Y tú pareces mi supervisor o algo por el estilo –proseguí.

– ¿Quieres que te acompañe a casa o te vas a escandalizar también? –inquirió entre molesto y divertido, refiriéndose a mi comentario cuando se sentó con nosotros.

– No quería reaccionar así, Jensen. Solo me sorprendió después de verte con Karianne. No quise hacerte sentir mal –me disculpé.

– Tranquila, fue gracioso –concluyó con una sonrisa– Ese Axel... ¿salís juntos? –preguntó cuando empezamos a andar poco después, provocando una leve carcajada en mí.

– No, no salimos juntos, Jensen –dije–. Somos buenos amigos, nada más – le aclaré.

– Ah, vale. Lo decía por el intento de cita que he presenciado hace unos minutos –siguió insistiendo.

– No era intento de nada. Somos amigos, hace años que no nos veíamos y supongo que habrá muchas cosas que quiera contarme –seguí explicándole algo molesta por tener que justificarme –Además, si fuéramos algo más, ¿qué más te da?

– A mí nada –dijo con una extraña sonrisa de satisfacción.

A medida que fuimos andando y subiendo por el camino del monte, me fui encontrando más cansada de lo normal. Jamás me había pasado algo así. Paré cuando comencé a sentirme mareada.

– ¿Estás cansada? –preguntó Jensen –Lena, estás pálida –afirmó cuando se giró para mirarme, preocupándose–. ¿Te encuentras bien?

– Estoy mareada –dije sentándome en una piedra que había a un lado del camino.

– Cálmate. Coloca la cabeza entre tus manos y respira hondo. Se pasará enseguida –me animó Jensen, que ahora estaba agachado justo delante de mí y me acariciaba la espalda con una mano haciéndome sentir mejor al instante –. ¿Se pasa?

– Sí, gracias.

Intenté levantarme, pero el suelo pareció moverse y Jensen tuvo que sostenerme para que no cayera.

– Eh, eh... –dijo él colocándome de nuevo sobre la piedra –No tengas prisa, señorita impaciencia. No será que te duele demasiado el tobillo y del dolor te estás mareando, ¿no? Déjame ver tu tobillo.

Aadhya: El resurgir de los Seid © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora