Capítulo 10. Desatada

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Ya por la tarde, alguien llamó a la puerta y cuando fui a abrir, después de dejar a Aria jugando con el cachorro, vi que se trataba de Christoffer, Lis y Jensen Larson.

– Hola, pasad –saludó Hans detrás de mí.

– Lena, ve con Aria –ordenó Adele incluso sintiéndose mal–. Ella no debe saber nada de esto.

Yo asentí molesta, pero algo me decía que todo lo que estaban haciendo era por nuestro bien.

Se fueron a hablar a otra sala, a saber sobre qué, mientras yo y Aria seguíamos jugando con el energético y cariñoso pequeño lobo gris.

– Algo ocurre, ¿verdad? –preguntó Aria.

– No lo sé. Creo que Hans tiene algún problema de negocios y Christoffer puede ayudarle –mentí intentando desviar la conversación, diciendo lo primero que me vino a la cabeza.

– Puedo tener solo quince años, pero no soy idiota. Desde que te pusiste enferma he notado algo extraño en mis padres, como si me ocultaran algo. Y no creo que tenga nada que ver con los negocios –expresó de manera triste.

– Aria... cuando me puse enferma solo estuvieron preocupados. Ya sabes, nunca me había puesto mala hasta ahora y la verdad es que me he dado cuenta de que no soy una buena paciente –dije intentando bromear para que no siguiese preguntando-. Si están raros debe ser por otro tema, no le des más vueltas.

Ni siquiera sabía qué decirle, pues aunque sabía de la existencia de algo raro detrás de todo aquello no sabía de qué se trataba, a pesar de intuir que yo jugaba un papel importante. Por suerte, justo en ese momento, todos entraron al salón.

– Aria, Lena. Christoffer y yo vamos a ir a Aadhya por un tema de negocios –informó Hans sabiendo obviamente que mentía–. En dos días estaremos aquí, así que no hay de qué preocuparse –repitió Hans ante la asustada mirada de Aria.

– Mi mujer y mi hijo se quedarán aquí con vosotras –sorprendió entonces Christoffer–. Mi casa va a ser reformada y Hans y Adele les han ofrecido amablemente quedarse aquí para que puedan descansar bien.

– Claro... –dijo Aria por educación aunque sin entender demasiado lo que ocurría.

De inmediato, Hans y Christoffer se marcharon con un carruaje hasta el puerto, donde se supone cogerían uno de los enormes barcos de éste último para viajar a Aadhya, que se encontraba a casi un día de Nérida.

Adele y Lis comenzaron a hablar de una supuesta fiesta de cumpleaños para mí, que en realidad era en poco menos de una semana, pero creo que lo hicieron para distraer a Aria –si ya le encantaban las fiestas, organizarlas era su parte favorita–. Yo escuché durante algunos minutos como hablaban de decoración, vestidos, música y demás hasta que noté como el cachorro se posaba sobre mis piernas, se acurrucó y cerró sus ojitos.

– ¿Todos los animales te adoran tanto? –preguntó Jensen sentándose a mi lado y comenzando a acariciar al cachorro, el cual le gruñó enseguida, provocando mi risa.

– Al menos algo más que a ti, sí –respondí yo.

– ¿Ya tiene nombre?

– No... no se me ocurre ninguno –le expliqué.

– ¿Qué te parece Geri? –propuso él tras un largo silencio.

– ¿Geri? Geri... –dije repitiendo el nombre mirando al cachorro. La verdad es que era un nombre corto y bonito.

Geri y Freki eran los lobos que siempre se dice acompañaban al padre de los dioses. Me parece un nombre original, ¿no crees? –siguió él.

Aadhya: El resurgir de los Seid © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora