Capítulo 17. Quédate

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La lluvia empezó a caer aún con más virulencia y en cuanto llegamos a casa de Jensen, la cual desde aquel camino quedaba más cerca que la mía, dejó a Olaf con el encargado de su establo, ordenándole que lo secara lo máximo que pudiese. Una de sus empleadas nos recibió en la puerta con dos toallas secas y calientes.

–Sube arriba a cambiarte –me ordenó–. Dejaremos que pase la tormenta y te llevaré a casa.

Ni siquiera le contesté. Subí casi corriendo las escaleras, dirigiéndome a la habitación que utilicé la última vez, pues no soportaba ver a Jensen tan enfadado y cabreado.

En cuanto cerré la puerta de la habitación, le escuché maldecir cosas que no entendí de lo rápido que hablaba y como, incluso, golpeaba con fuerza una de las puertas.

Yo no pude hacer más que secarme y ponerme uno de los vestidos del armario con lágrimas que no cesaban de caer, producto del acoso que había recibido por parte de Axel y de ver a Jensen en ese estado por mi culpa.

Después de vestirme, me senté en la cama, intentando tranquilizarme. No sabía qué hacer, si debía bajar, si irme sola, si quedarme en la habitación hasta que Jensen viniera a por mí..., pero no pude seguir pensando, pues alguien llamó a la puerta.

No contesté, pues no lograba pronunciar palabra.

–Lena, esto... soy yo, Jensen –oí–. ¿Puedo pasar?

–Pasa... –dije en un hilo de voz que no supe ni cómo Jensen logró escuchar.

Abrió la puerta, aun visiblemente tenso y enfadado por su dura expresión, pero esta se relajó al ver como las lágrimas seguían brotando de mis ojos sin control, acercándose a mí para abrazarme al instante.

–No llores, por favor. No lo soporto –me dijo tras unos segundos abrazados,  limpiando después mis lágrimas con sus pulgares.

–Lo siento –me disculpé sin saber por qué. Verdaderamente me sentía culpable por todo aquello–. No quería que te enfadaras así. Todo iba bien y...

–No me he enfadado contigo, Lena. Dioses...No tienes culpa de lo que ha ocurrido, ni se te ocurra pensarlo por un segundo –dijo posando su mano en mi mejilla–. Ese malnacido va a pagar por lo que te ha hecho y yo mismo me encargaré personalmente de que se quede fuera de La Guardia y, si hace falta, de la ciudad.

Rompí a llorar de nuevo, lanzándome sin dudar entre sus brazos, pues en ellos me sentía más protegida y segura.

–Nunca imaginé que Axel fuese capaz de hacer algo así. ¡Me repugna! –me quejé con furia.

Él, inteligentemente, optó por escucharme sin hablar y consolarme mientras me dejaba llorar. Poco a poco pude irme calmando y, sabiendo que era ya muy tarde, me levanté para irme.

–Te llevaré –dijo él entendiendo mis intenciones.

–Sí... es ya muy tarde y no quiero molestar más –le dije yo.

–Sabes perfectamente que no molestas, Lena –me aclaró él.

Nos quedamos en silencio y pudimos escuchar como la lluvia seguía cayendo con mucha intensidad y los truenos y relámpagos eran ahora un continuo.

–Parece que no aminora... –comenté pensando en voz alta.

–Quédate –pidió Jensen poniéndose de pie, algo nervioso–. Quédate a dormir, conmigo.

No pude o no quise entender a lo que se estaba refiriendo, así que una vez más volví a disculparme.

–No hace falta, Jensen. Puede llevarme Jon en un momento, no quiero...

Aadhya: El resurgir de los Seid © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora