37.- Mi primera promesa

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Silencio, eso era lo que reinaba en la sala donde cenaban todos. La pequeña Evelin estaba acostada después de que su padre le diera de cenar pescado con forma de varita mágica, de escoba y de sombrero seleccionador, a Ginny le acababan de curar la herida y estaba más pálida que de costumbre, Harry le agarraba la mano y la miraba, ya que en cualquier momento se iba a marear, o eso parecía. 

Ron y Luna cenaban sin decir nada, habían discutido hacía poco por la tranquilidad de la mujer y el nerviosismo del hombre, ya que por mucho que quisieran disimular, aquella seguramente sería su última cena juntos, a lo mejor volverían todos o tal vez no volvería ninguno, así que la tensión se notaba en el ambiente. 

Hermione movía su comida con el tenedor, mirando a un punto fijo, no provaba bocado, cosa que Draco, el cual estaba a su lado, notaba. La chica levantó la vista y se encontró con la imagen más deprimente de su vida, estaba ahí con sus mejores amigos antes de partir para rescatar a la futura señora Malfoy, arriesgaría su vida para salvar a la que ocuparía el corazón de aquel chico que nunca se pudo sacar de su cabeza. 

Hermione empezó a mover la pierna debajo de la mesa y el ruidito incesante llegaba a los oídos de los chicos, cuando una mano se posó sobre su pierna para que se detuviera se levantó tirando la silla y salió de la habitación sin mirar a nadie, todos se quedaron atónitos con aquella reacción y la vieron salir como un huracán de la habitación, y obviamente todas las miradas se dirigieron a Draco, el cual con un bufido se levantó también y fue detrás de ella, no la alcanzó antes de meterse en su cuarto, sin embargo pudo oír como lloraba. 

Su corazón se encogió y se apoyó lentamente en la pared, no soportaba verla sufrir, no podía dejarla así, sin explicarle las cosas, ya que unas horan antes ni si quiera le había dejado hablar. Recordó como se levantó de la cama y salió de su habitación dando un portazo y él se quedó allí, parado mirando al techo con una mano apoyada en su frente e intentando entender por que diablos le había dicho nada a la castaña. 

Y ahí estaba ella, tirada en su cama, donde minutos antes estaba él, y podía percibir su aroma y lo odiaba, lo mismo que se odiaba a ella misma, por que le dejó escapar, por que no quiso soportar la realidad, la realidad de que estaba enamorada de él y que todas las tonterías que hizo para alejarse de él, solo fueron vanas intenciones con las que no pudo alejarlo de su mente, todo lo contrario, sentía que cuanto más intentaba alejarse de él más le necesitaba. Y entoncés guardó silencio y notó como detrás de su puerta alguien sollozaba. No podía imaginarse de quien se trataba ya que, nunca había oido un sollozo similar. 

Lentamente se acercó a la puerta y dio un golpe suave, simplemente para que quien estuviera detrás de la puerta supiera que estaba ahí escuchándole. Se sentó apoyando la cabeza en la puerta y se dejó llevar por la oscuridad de la habitación, por los sollozos del exterior y esa noche notó que todo era diferente, que dentro de ella aún había un pequeño rastro de niña quinceañera que luchaba por salir, por ir a la habitación del rubio, besarle y pensar que el amor lo podía todo, sin embargo ambos sabían que…

- No puede ser… - dijeron ambos a la vez en un susurro. 
Los chicos sonrieron porque se habían oido, Hermione se levantó lenatamente y abrió la puerta muy despacio, el chico que estaba apoyado en esa puerta no hizo nada, solo de dejó caer hacia atrás hasta que Hermione abrió del todo y él quedó tumbado en el suelo. Ella desde arriba miraba la escena divertida, sin embargo se tumbó con la cabeza a la altura de la cabeza del chico, pero el resto de su cuerpo estaba dentro de su habitación, al contrario que el de él que yacía en el lado del pasillo. 

Ron subió a su habitación y vio esa escena, los miró extrañado. 

- Os vais a resfriar…- simplemente dijo el chico, los dos se encogieron de hombros y siguieron mirando el techo.

A los pocos minutos Luna hizo aparición y con la misma frase que su marido se metió en su habitación y cerró la puerta, tras la cual no se oyó nada más que un buenas noches, ambos se miraron extrañados, ¿desde cuando Luna y Ron tan fríos?, siguieron mirando el techo y Harry y Ginny subieron juntos, ésta estaba menos pálida y al verlos en el suelo sonrió, sin embargo antes de decir Harry la famosa frase ambos replicaron:

- Os vais a resfriaaar!- y los dos chicos rieron. Harry se quedó perplejo y Ginny sonrió.
- Buenas noches chicos. – Hermione sonrió a su amiga, la cual estaba muy alta y Draco le guiñó un ojo. La pareja se metió en su habitación y todo quedó en silencio nuevamente, hasta que Harry y Ginny se pusieron el pijama.
- Espera y te ayudo Ginny, no lo hagas sola 
- No te preocupes Harry estoy bien
- No, no digas tonterías, venga ven- se hizo silencio nuevamente hasta que Harry volvió a hablar.
- Estás bien?
- Si Harry, no te preocupes, de verdad
- Si quieres puedo dormir en el suelo y tu estarás más cómoda en la cama
- No digas tonterías- Ginny rió.- venga ven aquí tontorrón. 

Lo último que los chicos oyeron fue un sonoro beso y un te quiero. A Hermione se le erizó el vello, como le hubiese gustado poder sentir el calor de otra persona a su lado, que le ayudaran de esa forma tan servicial, que le hubiesen besado antes de dormir y sobretodo que le hubiesen dicho que la querían antes de dejarse llevar por Morfeo. 

Draco sintió unas cosquillas en el estómago al oír aquellas palabras de Harry a su novia, le hubiese gustado tener a una mujer ahora mismo a su lado, sin embargo sabía que no podía, le había prometido a su novia volver y casarse y eso haría, sin embargo algo le carcomía por dentro y es que Hermione era su perdición, era la manzana prohibida, aquella que no podía comer, que con solo mirarla caería en el deseo y eso era algo que no podía permitir. 

Ella se levantó lentamente del suelo, le dolía la espalada y los riñones los tenía congelados, Draco siguió mirando el techo, solo la miró cuando la chica le habló. 

- Si no quitas tu cabeza no puedo cerrar la puerta- susurró ella.
- Quiero quedarme aquí un poco más, si no te importa claro.- contestó él
- No puedo dormir si no cierro la puerta- susurró poniéndose colorada, cosa que no notó el chico debido a la oscuridad. 
- Pues me quedó dentro del cuarto- se puso de pie y se metió en el cuarto mirando a la ventana y se volvió a tumbar en frente de ésta. Hermione se sentó a su lado y abrazó sus piernas. 
- Por qué haces esto Draco?- preguntó seria. 
- Que hago?- preguntó él, mirándole a los ojos ahora iluminados por la luz de la luna que entraba en la habitación. 
- Confundirme- susurró la chica. – No puedo permitirte que me beses, que me digas cosas que jamás nadie me dijo, que me provoques constantemente, que te metas en mi habitación… para que luego te cases con ella. – siguió Hermione.
- Se que no tiene ningún sentido, yo tampoco se lo encuentro.- Hermione le hizo un ssshhh para que bajara la voz. Ambos se quedaron en silencio mirando la noche estrellada. 
- Quiero preguntarte algunas cosas, y quiero que seas sincero. – dijo ella. Él solo asintió. – Draco, lo que dijiste aquella noche en Howgarts fue verdad?
- Qué de todo?
- Lo de, que no hacías nada por mi y que nunca me habías dejado de querer. – se hizo un silencio, mientras el chico respiraba profundamente, y cerró los ojos. 
- Sí. Todo lo que dije era verdad.- admitió.
- Y ahora… qué piensas?- Le preguntó Hermione, apoyó su cabeza en sus piernas encogidas y miró al chico, el cual se giró para decirle la mentira más grande que había dicho nunca, sin embargo al mirarla a los ojos supo que no iba a poder engañarla. 
- Pienso, que nunca he dejado de quererte, que nunca he podido olvidarte y que eres una chica maravillosa… - Hermione sonrió. – Y lloraba por que hice una promesa, y por que yo siempre cumplo lo que prometo… - Hermione dejó de sonreir y giró la cara mirando la luna llena, aquella luna que no tenía la solución a su problema del corazón, aquel problema que arrastraba desde los 17 años hasta ahora que tenía 22, pensó que todo iba a ser un amor de adolescentes, sin embargo se equivocó. Draco se sentó a su lado y le levantó la cara lentamente aciendo que ella le mirara y muy suavemente se acercó a ella y la besó. Solo fue un roce de labios, lento, suave y puro, como ningun otro beso dado. 
- No puedes… - susurró ella aún con los ojos cerrados a un centrímetro de la boca de él. 
- Si que puedo, antes que esa promesa me prometí a mí mismo que te tendría y no voy a romperla… esa es la promesa que me ayudó cuando no estabas conmigo, que me ayudó a no rebajarme cuando estuviste con Carter…
- Y por que?.. – él le tapó la boca con otro beso, sin embargo la chica no se daría por vencida. – Por qué le prometiste eso Draco?.
- Pensé que estabas muerta. – La chica se llevó las manos a la boca y el chico la miró serio.- No supe nada de ti, y cada vez que hablaba con Harry de la misión y le preguntaba por ti nunca me contestaba, se dedicaba a bajar la cabeza y susurrar que me olvidara de ti, que no ibas a volver…- Hermione abrió los ojos descomunalmente.- No le culpes, ninguno sabía que iba a tener que pedirle ayuda y mucho menos que él me la iba a conceder.- el chico volvió a acercarse a ella, y Hermione esperando un beso, se acercó a sus labios, sin embargo no iba a sus labios, si no a su oido.- Te quiero y te juro que nunca he dejado de hacerlo, por muy lejos que haya estado, por mucho tiempo que haya pasado, por mucha novia que haya tenido, por mucho que pensara que estabas muerta… te quiero y no pienso alejarme de ti ahora que estás aquí. – Hermione empalideció y se agarró del chico, ya que estaba terriblemente mareada por sus palabras. Él la levantó del suelo, la cogió en brazos y la tumbó en la cama, se puso a su lado y la beso tiernamente, recorrió su cuerpo con un tembleque en las manos que a Hermione le causó risa, y él mucho más tranquilo siguió besándola en los labios, aquellos que no había probado desde hacía mucho tiempo. 

Le quitó suavemente los botones de la blusa y fue besando cada rastro de piel que aparecía ante él, para seguir con sus pantalones y sus medias. Ella solo se dejó, no hizo nada hasta que quedó en ropa interior y le quitó la suya al chico. Momentos después se escuchó como una pareja buscaba el placer uno en el otro, pero sin embargo la puerta estaba cerrada y no habían dos personas tumbadas en el marco de la puerta, en mitad del pasillo, no lo estaban ya que prefirieron pasar la noche en el calor del otro, aspirando el sudor que hacía tanto no tenían junto a ellos, inetentando recuperar el tiempo perdido. 

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