Capítulo primero.
Nerviosismo e inquietud.
Serian las dos de la madrugada, Madrid dormía en un silencio casi absoluto. por aquel entonces (PRIMAVERA DEL AÑO 1930), la ciudad no tendría apenas trescientos
mil habitantes. Muy poco o poquito ruido y apenas nada de tráfico.
Lloviznaba ligeramente, y hacia bastante fresco.
Nuestro protagonista, vivía en las afueras de Madrid y ni siquiera los cronistas de la época, sabían realmente el nombre de dicha calle, porque realmente, era todo campo un poco dejado de la mano de dios. Más tarde la pusieron de nombre: Arturo Soria-Roberto, vivía en un chalet amplio y con jardín, con hermosas flores y un estanque. Todo esto, lo cuidaba una vez a la semana un antiguo amigo de baja posición. Llamado Santiago, que a la vez era su confidente y camarada. No percibía nada por su ayuda totalmente desinteresada.
Nuestro protagonista descansaba muy inquieto y nervioso, sudaba mucho y se movía en el lecho con desazón. Acabo levantándose en pijama, fue a la cocina y se tomo una infusión.
Eran las cuatro de la madrugada, unas lágrimas rodaron sobre su cara y se asomo al gran ventanal, había escampado. Sin saber qué hacer, si acostarse o no. Optó por sentarse en un sillón para tratar de ir acabando una de sus obras musicales. Ya, iba amaneciendo y a lo lejos se oían los gritos de un sereno. ¡Sereno, va!, y en ligera carrera, se dirigía para abrir la puerta a alguien. Llevaba unos manojos de llaves de la vecindad, por si alguno no las llevaba encima, este, le ofrecía su servicio para poder acceder al portal. Llevándose una propinilla.
Amanecía un oscuro día gris.
Roberto se dirigió a la cocina y se preparo su desayuno, que consistía en un vaso de café acompañado de un zumo y una tostada. Poco después, se dirigió a la ducha que estaba aneja en su dormitorio, se duchó y vistió, miróse al espejo, y de nuevo vio su imagen atormentada y triste, con algunas ojeras. Era una persona, ciertamente atractiva, pelo agrisado por los aladares de uno setenta y cuatro de estatura, mirada triste, y ojos claros.Roberto laguna, procedía de una familia bastante acomodada, con título nobiliario de barón. Sus padres, ya habían muerto hacía unos años, en el famoso hundimiento del Titanic. Tenía un hermano que era un poco casquivano c con el que se veía muy poco y vivía en Barcelona, el cual bien pronto dilapidó la parte correspondiente de la herencia de sus padres.
Se lo jugo en casinos, muchos viajes con mujeres de vida alegre. Era muy presuntuoso, y muy vividor, las pocas veces que se veían era para pedirle dinero, y casi siempre acababan mal, era mejor tenerle lejos, pues no quería complicaciones.Roberto era un hombre adinerado y su parte de la herencia de los padres, consistía en cinco viviendas que las tenía arrendadas, su gran chalet, con tres mil metros cuadrados y lo que ganaba con sus obras musicales y las composiciones que le encargaban, y también con una sociedad, que consistía en la elaboración de colonias y perfumes, que le reportaban pingües beneficios.
En los bajos de su chalet, tenía una bodega con vinos de su propia cosecha, llevando la imagen en las botellas de "Barón de la laguna¨ marca registrada, pero sin comercializar.
Era para su propio disfrute, y deleite para amistades y compromisos sociales.
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Vivencias y momentos de Roberto
Historical FictionViaja a Madrid, k lVivelo en ji 8.30am los años 30, cierra los ojos y sientelo k ji que junio hay Roberto no va contando y sumérgete vn un thriler, que te llenará de aventuras y verdades. Disfrutalo.