CAPÍTULO 3

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CAPITULO TERCERO

REMEMBER:

. El cielo estaba muy oscuro, y hacia frio, se arrebujo en su capa, y mandó parar al caballo
-¡¡ Sooo!!!, ,echando el freno de lomano

Se dirigió a un mausoleo muy cerca de él.
En la cabecera de la tumba había una pequeña escultura, un ángel sobrevolándola. Era de fino mármol de carrara (Italiano) muy caro en aquella época: bueno y en estas también En la lapida así
Decía: 

AQUÍ YACE DOÑA CLARA DE RUIZ, Y MONTESINOS BARONESA DE LA LAGUNA.

                             R.I P    (1880-1930)

            
VIDA MIA, NO HAS MUERTO PUES SIEMPRE
ESTARAS DENTRO DE MI CORAZON, Y DE MIS SENTIMIENTOS, QUE DIOS SIEMPRE TE GUARDE
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Roberto se sumergió en sus pensamientos, mientras le pedía al cielo un imposible.   

-¡Dios mío ¿¡¡Por qué me dejó tan solo!!?. Continuó, daría toda mi vida, por tenerla unos instantes más, sin ella, no me merece la pena vivir, para decirla ¡Cuánto la he querido y la quiero!

No te perdono Clarita esta faena tan grande, de dejarme así, tan olvidado.

Aunque me condene para toda la eternidad, tampoco a ti te perdono, Dios mío. (Gruesas lágrimas caían sobre sus mejillas

- ¡¡Ya no se, ni lo que digo!!

- –Señor señor te imploro perdón.

No le faltaban nunca rosas rojas y amarillas, era este un acuerdo con la Floristería.

            El Barón, había perdido a su esposa hacia tres meses, y cada día, lo llevaba peor. Superar tan terrible perdida, era para él una losa, ya en  el ocaso de la suya.

Una muerte, una terrible enfermedad se la llevo, entre atroces sufrimientos.

Una tuberculosis se la llevo bien joven aun por aquel entonces, apenas tenía cura,  y solamente se salvaba, una de cada veinte o treinta personas. Las gentes quedaban aisladas, (era contagiosa) en algún hospital de la sierra, apartados del mundo. Se les podía ver a distancia y a través de unas mamparas de cristal.

                  MADRID, en aquellas épocas se iba volviendo un tanto cosmopolita, inmigraba mucha gente hacia allí, y las costumbres poco a poco, iban cambiando. Teníamos por ejemplo  las LAVANDERAS; estas iban y venían por las calles anunciando que iban a lavar la ropa en los lavaderos Municipales, y con carros adecuados recogían cestos de ropa a quien lo precisara.

También las iglesias o parroquias, se informaban de los fallecimientos que había, y se afanaban en organizar pequeñas comitivas, que iban de calle en calle, y se paraban ante los portales, haciendo sonar unas campanillas que verdaderamente sobrecogían, dando así, la extremaunción o viatico, esparciendo el incienso en derredor, saliendo de un oscilante y pequeño artefacto dorado.

Roberto, como ya dijimos se encontraba orando y murmurando, al pie del MUSOLEO. De pronto le pareció oír unos pequeños crujidos de hojarasca, y volvió su cabeza para distinguir de donde venían.

Observó,  que le estaba mirando alguien, que a poco se hizo presente. Apareció, muy despacito y silencioso  desde detrás de otro MAUSOLEO.

DIJO:

-Perdón, si le interrumpo caballero, pero es que escuche algo como un lamento, un  murmullo y vengo para ofrecerle mis pobres pero sinceros deseos de ayudarle y tranquilizarle.

Era, este un individuo alto muy delgado, y de tez cetrina, iba ataviado con un traje de épocas atrás y algo raido con sombrero de media copa y bastón,  tenía, una barbita muy hirsuta, y sus manos eran muy huesudas. Sus ojos eran un tanto tristes y huidizos, derramaba un olor característico como de naftalina.

-POR DIOS! Dijo el barón, ¡¿Como osa usted el molestarme!? ¡Qué atrevimiento!, Le ruego que se vaya inmediatamente.

Hizose, un silencio angustioso ante aquel grito tan desgarrador. A continuación, dijo el BARON:

.- Disculpe este exabrupto, pues me ha asustado y me he puesto nervioso. ¿Por qué tan sigiloso?

- Perdóneme usted a mí, señor Barón, ¿Por qué es usted el señor el marido de la que aquí descansa?

-Como sabe usted que soy Barón?

¡Elemental, he creído leer en el sepulcro de doña Clara, su título nobiliario de Baronesa, y supongo
Por deducción que es usted el marido.

- ¡Perdóneme se lo ruego!

Vivencias y momentos de RobertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora