CAPÍTULO 6

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DUDAS Y CREENCIAS

Roberto, nació y vivió, al igual que su hermano Leandro (dos años más joven que el Barón), en un palacete en la calle de Almagro de Madrid.

Su padre de buena posición, tenía tres ferreterías en Madrid, era marchante de cuadros y disponía de dos perfumerías.

Su madre tenía en sociedad con una amiga, una empresa de importación de alfombras persas.

Poseía la carrera de arquitectura, aunque apenas la ejercía.

Vivían en dicho palacete, y allí nacieron Roberto y Leandro. Pasaron su infancia adolescencia y parte de su mayoría de edad con sus padres.

Buen estudiante y buen hijo, educado y respetuoso con todo el mundo, y su religión era la Católica. de los curas, nunca estuvo convencido.

De Leandro casi mejor ni hablar, era todo lo contrario a su hermano, a penas estudiaba, toda
La asignación que recibía mensualmente lo Dilapidaba sin ningún conocimiento con sus amigotes.
Crápula donde los haya, bebedor mujeriego y pendenciero. Hacía gala siempre de su posición y de su buen nombre.

Poco a poco hasta sus amigotes, le iban dejando de lado.
Sus padres y su hermano estaban siempre muy tirantes con él por esa conducta, y esa fama que tenia, les estaba salpicando a ellos también.

Un buen día, Leandro dijo a todos que quería que le dieran la parte que le correspondía de los bienes y herencia de sus padres.

Hubo muchísimos problemas, pero al final llegaron a un acuerdo y se lo dieron.

Leandro se fue para siempre a Barcelona,
y hasta aquí, la historia de su hermano, pero más adelante aparecería alguna vez en la vida de Roberto.

Fue triste para la familia.

Eliminó todo esto de sus pensamientos y volvió al momento actual.

-Estoy aquí Clarita, un día mas, ya ves, sin ti.

Pensaba que se le estaba yendo la vida. porque entre su gran pena y su vida, ya sin gran interés, ahora se le sumaba la obsesión, intriga y temor del misterioso Daconte.

Muy temeroso y sombrío, termino sus oraciones, y mirando a todos los lados con precaución, y algo temeroso se fue encaminando hacia el carruaje. Sabía, que (por puro instinto) estaba siendo observado por aquel ser tan misterioso, o lo que fuera, en cada esquina, detrás de un mausoleo, entre los cipreses, esperaba verle aparecer.

Sintió el ulular del viento, y a lo lejos parecía oír suavemente como una risita en sordina.

Por fin llego a la puerta del cementerio, montó en el ¨Tilburi ,¨ y salió de aquel lugar tan solitario y tan pavoroso.

Cuando llegó a su chalet, advirtió que nos se encontraba bien, se tocó la cabeza instintivamente, y la notó sudorosa, entre tiritones comprobó que tenía fiebre.

¡ESTA BIEN! le medio grito Santiago, regañándole.

-AHORA ME VAS A EXPLICAR PORQUE TE HAS IDO SOLO AL CEMENTERIO, ESTANDO COMO ESTAS.

¡¡No me has dicho nada !!, te has ido.
Por favor, no lo vuelvas a hacer, amigo mío.

-Roberto, le miró con gesto cansado, su mirada asustada y perdida, le tenía absorto en sus pensamientos. Tardó en hablar, y después muy despacio le conto, el miedo y presentimientos que había vivido.

Santiago, sin hacer más comentarios llamo a la doncella y juntos le ayudaron a llegar a su dormitorio. Allí, después de quedarse solo, se acostó, sin haber probado bocado desde por la mañana hasta ese momento (17.h)

Poco tiempo después, llegó la doncella con una tila, bien calentita y al poco se quedo dormido ya algo más relajado.

Roberto, con algún sobresalto, había dormido
casi toda la noche de un tirón, cuando se levanto, parecía un alma en pena, tenia mejor aspecto y no tenía fiebre. Se puso un batín y bajo a la cocina para desayunar.

Maribel le observo, y en ese momento llego Lucia, que era la doncella del Barón, y también de otros menesteres del chalet. Buenos días don Roberto, ¿Qué tal descanso desde ayer?

Roberto, las saludó y contesto:

.-Muy bien, gracias a todos por vuestros cuidados.
.
Maribel, estaba casada y con dos hijos, buena mujer, y muy servicial.

Todos los días, se marchaba a su casa, hacia las ocho, y volvía a eso de las siete de la mañana,
Su marido trabajaba en el ayuntamiento, y tenía cuarenta y dos años.

En cuanto a Lucia, era soltera (las dos llevaban siete u ocho años en la casa).

Como decía, Lucia era oriunda italiana (Nápoles) tenía unos treinta años.
Era una Guapa mujer, cariñosa y simpática, de buen tipo y de senos esplendidos y atrevidos.

Muchas veces, se le insinuaba al Barón, haciéndole guiños y poniéndole morritos.
El barón, procuraba siempre no entrar al trapo. No estaba por la labor de tener ningún lio o jaleo con nadie, y mucho menos en su casa.

Estaba muy reciente lo de su mujer, y no pensaba en nada de eso. Por supuesto que a él, le importaba tres narices la diferencia de clases.

Era guapa y servicial y estaba deseando que tuviera alguna complicidad con ella, y asi intimar más de la cuenta, con el Barón. La veía demasiado alegre y cariñosa, procuraba casi siempre, no estar a solas con ella.
También, hay que tener en cuenta que la llevaba treinta años .En realidad, el no aparentaba tener sesenta años y estaba de buen ver.

Pronto apareció Santiago, charló con ellos y
después le dijo a Roberto:

-Mucho me alegro de encontrarte mejor. ¡Cuídate!

- Bien, dijo hoy tengo que hacer, y no voy a estar.

- Hasta mañana. Tened cuidado con el, y dirigiéndose al Barón, le dijo:SI QUIERES IR A ALGUN SITIO,Y YA SABES A LO QUE ME REFIERO,VOY CONTIGO Y LO DEJO PARA OTRO DIA.
Le contestó Roberto -MARCHATE QUE TENGO QUE HACER VARIAS COSAS POR EL CENTRO DE MADRID, Y VENDRE DESPUES DE COMER.

¡BIEN!, Dijo Santiago, mañana tengo que decirte algo muy importante, que creo que te interesara mucho. Se dirigió a las mujeres que allí estaban:.
-VIGILADLE DE CERCA AUNQUE SE ENFADE, Y SI ES PRECISO ME LLAMAIS A CASA
.-Le contesto MARIBEL .- NO OS PREOCUPEIS Santiago, estaremos atentas.
SANTIAGO era un hombre, que también fuera de la casa tenía sus quehaceres.
Estaba separado de su mujer, pues descubrió, que esta le estaba engañando con otro hombre, y tiro por el camino más corto.
En aquellas épocas los trámites tardaban muchísimo, y tras la separación venia el divorcio, que pasaba por el Vaticano.

Tenía, dos viviendas arrendadas y disponía de un pequeño apartamento al cual iba de vez en cuando. También tenía una papelería, que él no llevaba. La dirigía su hijo que prácticamente era de él, se limitaba a orientarle, y llevarle la contabilidad. Tenía su dinerillo y una carrera que apenas ejercía.

El se dedicaba más que nada a estar con su amigo desde hacia cincuenta años. No tenía más familia ni hermanos ni nada. Sus padres murieron, como se moría entonces.

La esperanza de vida no era muy larga, mucho trabajo poco avance en la medicina. Apenas había algún tipo de vacunación que fuera efectiva, y moría mucha gente por enfermedades que hoy son casi una tontería,

-Roberto, era como su hermano, el que nunca tuvo, y se tenían un cariño muy grande. Ya de pequeños compartían sus juegos, y hasta las meriendas se las repartían. Más tarde, sus pequeños escarceos amorosos.

Ya de adultos, nunca más se separaron.
Hacía y deshacía en el chalet, como creía conveniente, y casi siempre le acompañaba en sus salidas. Hacia sus pequeñas escapadas de vez en cuando, y algunas veces, no acudía a dormir al chalet.

Vivencias y momentos de RobertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora