Cuando el presidente Alan y su familia llegaron a la bóveda de la familia Punsety, sus expresiones ya oscurecida se hundieron mucho más.
¡No están! ¡Los diamantes en verdad habían desaparecido!
El presidente Alan no pudo soportar la conmoción y cayó de rodillas al suelo, produciendo un ruido sordo.
"¡Esposo!" La señora Wilson tenía lágrimas en los ojos mientras ayudaba a su marido.
El presidente Alan no le prestó atención, sus dos puños estaban apretados fuertemente bajo su manga, la ira dentro de su corazón era insoportable, hasta el punto que sentía que su cabeza estaba a punto de estallar. ¡¿Quién fue?! ¡¿Quién pudo hacerlo?! Esos diamantes eran una reliquia para la familia Punsety dejada por sus antepasados, él tenía esos diamantes desde el primer día en el que decidió iniciar con su empresa, aparte de él, los únicos que sabían la contraseña de la bóveda eran su esposa y su hijo, pero era imposible que ellos lo traicionaran, al no ser que...
Los furiosos ojos del presidente Alan se fijaron en el cuerpo de su hijo, se levantó del suelo y lo sujetó fuertemente de la camisa.
"¡Se lo dijiste! Tú le dijiste nuestra contraseña a esa mujer, ¡¿Cierto?! ¡Habla!"
El apuesto rostro de Eduard palideció al ser reprendido por su padre, pero aún así no estuvo dispuesto a decir la verdad "... Y-Yo no..."
"¡No me mientas!" El presidente Alan se enojó aún más al ver la vacilación en el rostro de su hijo, estuvo a punto de darle una bofetada, pero fue detenido por la señora Wilson.
"¡Esposo! ¡No le pegues!" Las lágrimas corrían por el hermoso rostro de la señora Wilson mientras sujetaba el brazo de su esposo.
El presidente Alan observó la triste apariencia de su esposa y su corazón no pudo evitar apretarse, lentamente liberó a su hijo mientras trataba de calmarse.
"Este asunto es muy serio, si descubro que le diste nuestra contraseña a esa mujer o que la trajiste a la bóveda sin nuestro permiso, olvídate de ser mi hijo" La fría mirada del presidente Alan se plantó en el blanco semblante de su hijo, solo Dios sabía cuánto dolor sintió al pronunciar esas palabras.
El cuerpo de Eduard se sacudió, cuando la culpa empezó a tomar peso en su corazón, pero aún así no dijo nada, solo se paró ahí, inmóvil y en silencio.
Escondida detrás de una esquina, Li Lu Kang estaba aterrorizada después de escuchar la conversación de la familia Punsety, porque si Eduard la delataba, ella estaría acabada. Aún así no pudo controlar su pánico, pero su habilidad como actriz la ayudó a afrontar la situación, respiró hondo para tranquilizarse y salió del pasillo antes de encerrarse en el baño y sacar su teléfono.
Rápidamente marcó un número desconocido, se sentó en la tapa del retrete con una expresión un poco nerviosa en su pálido rostro.
"¿Qué sucede? ¿Por qué me llamaste?" Una fría voz masculina se escuchó desde el otro lado del teléfono.
"Señor... tenemos problemas..." Dijo Li Lu Kang mientras trataba de bajar la voz.
"¿De que se trata? ¡No me hagas perder el tiempo!" El hombre pareció enojarse.
"Alguien se nos adelantó... robaron los diamantes de la corona"
"¡¿QUÉ?! ¡¿Cómo fue eso?! ¡Alguien lo hizo antes que nosotros!" El hombre al otro extremo del teléfono levantó la voz.
Li Lu Kang tembló un poco, pero logró decir "Tampoco lo sé muy bien... solo desaparecieron"
"¿Sabes quién lo hizo?" Preguntó sombríamente el hombre.
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Engañando Al Sistema De Dios: El Villano Escoria
RandomTras haber ocupado el papel del segundo líder masculino durante varios miles de años, Tao Xi por fin pudo ocultar sus pasos y librarse de las cadenas que lo ataban al Sistema de Dios. ¡Ya no tendrá que soportar ser asesinado por un estúpido hijo de...