"Mientras mas te acercas a la luz... más grande se hace tu sombra."
No puedes escapar de lo que eres, todos tienen el destino escrito en el cuerpo y no importa que tanto le huyas, SIEMPRE vas a volver al mismo camino.
Porque el destino tiene un jueg...
Hari miraba atentamente y en silencio a Sorano que solamente suspiraba, la veía y por su mente pasaba la imagen de cuando era pequeña y su abuelo la castigaba, cuando algo la agobiaba hacia los mismos gestos que aún hoy hace, estaba un poco más madura y había crecido pero por dentro seguía siendo la misma niña con las mismas aspiraciones aunque nunca lo dijera.
La de ojos marrones suspiraba una y otra vez viendo el techo de su habitación, después de dormir con Chisaki no había vuelto a la guarida. Sus emociones y pensamientos estaban en total desacuerdo.
- Tienes que calmarte.
- Hari, dime cómo lo voy a hacer... si me dices ese secreto te juro que no vuelvo a hacer nada tonto. - el albino rodó los ojos, era momento de su drama semanal.
- Piensas mucho cosas sin importancia,
- Para mi es importante... tu eres importante para mi, Chisaki es importante para mi. - empezó a hablar mientras por su mente pasaban los recuerdos más valiosos con cada uno de ellos.
- Sigues aquí por tu abuelo.
- En especial mi abuelo.
Se quedaron en silencio. Su abuelo estaba en coma y ella no tenía idea de por qué, cuando entró a U.A. fue la última vez que vio al hombre que la crió, su abuelo era todo para ella y se sentía culpable de su estado, ellos no le permitían verlo porque "verlo en ese deplorable estado le haría un trauma" pero en verdad a ella eso no le importaba ni un poco, quería ver a su abuelo antes de que el muriera. Quería decirle que aquí estaba y que ella cumpliría con su destino.
Hari dejó caer su despertador haciendo que ella saliera de sus pensamientos, miró al albino que se notaba frustrado, Hari era genial pero demasiado frío, los años lo volvían aún peor y aunque ella sabía que debajo de todas esas capas había un cálido corazón, el frío exterior definitivamente podía más.
- Hari... - llamó mientras tenía los ojos en el techo. - ¿Crees que estoy enamorada?- Esa pregunta hizo que el riera.- ¡deja de burlarte Chronostasis!
- Entonces deja de ser tan ingenua, Feary.
- No soy Feary.
- Escucha. Te enamoraste de Kai desde los 8 años, creciste junto a el y no había cosa que te hiciera más feliz; con el tiempo tus ideales cambiaron y lo fuiste alejando pero siempre, en algún punto, de alguna manera ustedes se encuentran... no importa que tanto te empeñes en separar los hilos ellos solos vuelen a entrelazarse. De alguna manera su destino está entrelazado y no importa lo que yo responda a tu pregunta, eso no cambiará ese vínculo.
- Seré una heroina. No me puedo enamorar de un villano, menos de Chisaki Kai. No puedo permitir que me haga a mi lo que hace con lo que toca robarle la vida y marchitarlo hasta las cenizas. ¡No lo permitiré Hari! - explicó Sorano y se frotó la cabeza, se sentía frustrada. No le gustaba hablar de sus emociones.
- Entonces toca tu primero y hazlo florecer.
Sorano empezó a reír ante aquello, hablar con metáforas era algo que Hari solía hacer cuando daba consejos pero algunas (como este caso) eran bastante extrañas y Sorano reía solo al imaginarlas de manera literal.
En su mente había una imagen de ella caminando a Kai y tocándolo para que se convierta en una flor.
La imagen se repetía una y otra vez en su mente haciendo que cada vez riera más fuerte, Hari estaba consciente de que esa chica nunca se tomaba nada con seriedad.
- Mami Hari, eres todo un poeta.
Hari no dijo nada y solo rodó los ojos ante aquel molesto apodo, con El Paso de los años se rindió ante ella pues sabía bien que mientras más le ordenara que no lo llamara así, más lo haría.
Hari mordió el sándwich que Sorano le había entregado, los mejores del mundo eran hechos por esa chica.
- ¡Hari! ¿Cuando tendrás hijos? - ante eso el se atragantó.
- Nunca, no me gustan los niños.
Las horas pasaban y ellos seguían hablando basura sin sentido, Hari evadía las preguntas de Sorano y era algo molesto para la chica.
- ¿Amabas a Atsuko?
- No. Todo era parte del trabajo. - respondió sin mirar a Sorano, su tono tan frío como siempre.
- ¿Y si te hubieses permitido amarla?
- La hubiese amado con cada gramo de mi ser.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.
- ¡No haré eso! - gritó Sorano alejándose de Kai.
- Es tu responsabilidad
- No, no, no, no... - dijo frotándose el cabello, cada orden que el castaño le daba, era casi una obligación y eso la estaba sacando de quicio.
Ya no era una niña y no podía dejarse controlar por el, tenia la edad suficiente para decidir por ella misma y no iba a escoger el mal camino, ella iba a ser diferente, era una prometedora casi heroina, no podía estar en ese va y ven. ¡Maldita sea! No podía quedarse en ese lugar, debía escoger un lado, no se podía quedar sobre la línea como idiota, debía ir a la luz como una heroina... eso quería ser.
- ¡Sorano! Levántate - escucho al dueño de los ojos dorados llamarla por su nombre, eso solo pasaba en momentos específicos. Ella detuvo su monólogo mental y sacó su cabeza de sus rodillas para mirar a Chisaki.
Ella se encontraba en el suelo en posición fetal, así se sentía bien, cómoda, segura. Miraba a Chisaki desde abajo. Se sentía como cuando aprendía a dominar su particularidad con su ayuda y terminaba tirada en el suelo llorando de dolor.
Maldita sea ella y maldito sea Chisaki por hacerla sentir como una niña.
