"Mientras mas te acercas a la luz... más grande se hace tu sombra."
No puedes escapar de lo que eres, todos tienen el destino escrito en el cuerpo y no importa que tanto le huyas, SIEMPRE vas a volver al mismo camino.
Porque el destino tiene un jueg...
Sorano gritó de la enorme emoción que sintió al ver su ropa interior manchada de sangre. El color rojo jamás se vio más hermoso que en ese instante. ¡Su periodo había llegado! En su perfecta fecha sin retraso alguno. Luego de que el idiota de Kai se corriera dentro de ella.
Se colocó un tampon, lavó sus manos y se vio al espejo, era imposible para ella borrar esa sonrisa de su rostro. Salió del baño y se disponía a salir de la casa cuando vio a todos los que se encontraban en el lugar mirándola.
- ¿De donde te salió esa Alegría? - cuestionó Hari confundido, no era común que ella anduviese mostrando la última muela de atrás con una sonrisa desde su primera partida, pero ese día incluso tarareaba una canción que era claro que solo ella conocía.
- ¡Hoy es un maravilloso día! Todos ustedes deberían de sonreír. - fue la respuesta que dio.
El mundo se veía mas hermoso sin esa preocupación de estar embarazada de un criminal.
Debía celebrar, iría a comprar ropa como lo hacían las chicas normales. En la tienda se encontró con Nejire y Yuyu. Las tres chicas compraron vestidos, pantalones, Bikinis, maquillaje y hasta entraron a una tienda de novias todas a probarse vestidos. Durante eso la chica de cabello rosado no pudo evitar pensar en lo que ella llamaba "su sueño de infancia" casarse con Chisaki Kai.
Por suerte, ahora que ya había madurado entendía que nunca en la vida llegaría a casarse con el por una infinidad de razones que podría durar meses pensando.
- ¡Fue un gran día! - comentó Nejire entusiasmada, pocas veces tenía la oportunidad de estar con ambas a la vez y solo eso le encantaba.
- ¡Claro que lo fue! - dijeron las otras dos mujeres. Las tres llevaban una sonrisa en sus rostros.
Al terminar el día, Sorano llegó a su departamento y soltó las bolsas junto a la puerta, sus pies le dolían gracias a caminar tanto. Podía estar doce horas de misión pero no caminar dos horas en el centro comercial; era una deshonra para las mujeres.
Revisó la nevera y solo habían dulces y agua, ya no guardaba comida normal pues siempre comía en la casa de los Yakuza o comía fuera con sus compañeros de clase.
Tomó el último trozo que quedaba del pastel de chocolate que Mirio le había comprado, le gustaba el pastel frío. Tenía tanta hambre que estaba comiendo el pastel con sus manos. Miró su reflejo en el espejo del pasillo, tenía toda la semana cenando pastel de chocolate. Eso se iría a su trasero y luego no cabría en una silla.
Siguió caminando hasta llegar a su habitación, encendió la luz y Kai estaba sentado en su cama. De la impresión soltó su Preciado pastel y por consecuencia se rompió el plato.
- ¡Maldita sea! No pueden seguir apareciendo en mi cuarto así. Solo se sientan ahí en la oscuridad esperando a que yo aparezca. ¿Que diablos les pasa? ¡Es tan enfermo! - se quejó mientras recogía lo que quedaba del pastel y los cristales rotos.
- Tenemos un viaje. - informó el castaño como si nada. Sorano no lo había notado pero el no tenía su abrigo o su máscara.
- "Tenemos" me suena a mucha gente.
- Y eso te incluye. - la vio lanzar todo al basurero y sus ojos marrones lo miraron. El día que empezó bien estaba a punto de terminar del asco y el dolor en su pecho se hacía presente.
- No puedo. Kai, yo tengo cosas que hacer aquí. Me graduare pronto. No puedo faltar a clases porque tú quieres.
- No te estoy preguntando. Tu te arreglarás con esa asquerosa escuela como quieras. A mi no me importa.
- Imbecil.
Sorano estaba furiosa, le molestaba de sobremanera el hecho de que a pesar de los años el seguía controlándola de esa manera, el decía "salta" y ella solo tenía que preguntar "¿que tan alto?" Ya no era una niña y aún así no podía controlar sus sentimientos frente a aquel hombre.
El castaño seguía sentado en la cama de la chica, la miraba ponerse roja de furia.
- Vete de aquí - pidió Sorano señalando la puerta, le molestó el hecho de no tener nada de privacidad en su propio departamento.
- ¿Estás menstruando? -los marrones ojos de la chica se abrieron por la sorpresa de esa horrible pregunta, al parecer no tenía privacidad en su propio utero.
- ¡Lárgate!
Como si ella no hubiese gritado nada el se puso de pie y fue hasta el baño. El podía andar sin miedo en todo ese apartamento ya que sabía que gracias a qué pasó la mayor parte de su infancia cerca de él, ella adoptó algunos de sus hábitos.
Tomó una pastilla del botiquín y busco un vaso de agua, volvió a la habitación y le entregó eso a la de hebras rosadas.
Lo tomó y se sentó junto a ella en la cama, Kai sabía que ella estaba sintiendo dolor y que mientras ella tuviese su periodo no iba a poder racionalizar con ella.
Con el tiempo ella se quedó dormida con la cabeza apoyada en sus piernas.
