12- sigo siendo Feary cuando estoy contigo

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Sorano y Chisaki subían por el elevador en silencio, ambos con armas en la mano por cualquier imprevisto que pudiera presentarse, el último territorio que tenían que recuperar y todo estaba saliendo mal. Se suponía que sería una negociación pero la líder del otro lado era una manipuladora que quería todo para ella. Chisaki sabía aquello y por eso colocó a Sorano en el campo de batalla.

Ese momento era de las pocas veces en que Chisaki se encontraba genuinamente molesto y quizás por primera vez la de hebras rosadas no era la culpable.

Las puertas se abrieron y junto a la campana del elevador sonó un disparo. Sorano le había disparado al único guardia de ese piso, el castaño sonrió porque sabía que ella no podía verlo gracias a su máscara.

La chica simplemente hacía su papel. Disparaba a todo aquel que no fuera de su bando y cuando llegara al último piso acabar con la molesta mujer que más de una vez había atentado con la vida de sus amigos y de Chisaki.

Un piso más y se irían por las escaleras, la chica se quitó los zapatos porque según ella hacían mucho ruido. Tres escalones eran los que faltaban, la puerta estaba abierta y ambos estaban inmóviles analizando las posibilidades de entrar ahí sin un plan.

- ¡Solo pasen de una vez! Estoy yo solita. Kai, tenemos negocios, hijo de perra. - gritó la mujer creando ira en la chica de cabello rosado.

Sórano quitó el seguro de su arma y caminó para entrar, Chisaki trató de detenerla pero la chica fue más rápida. Maldijo por lo bajo. No quedaba otra que seguirla.

- ¡Que sorpresa! La hija pródiga ha regresado - dijo la mujer de intenso cabello rojo hasta sus hombros y ojos color violeta. - ¿ya terminaste de jugar al héroe Izumi-San?

La de cabello rosado disparó. La bala falló.

- La Niña aprendió a disparar. Apuesto que fallaste a propósito. Kai, ponle bozal a tu cachorro, me moleta que esté ahí ladrando.

Sorano volvió a disparar, esta vez la mujer tuvo que moverse para esquivar la bala.

La de hebras rojizas hizo un ademán con su mano derecha que abrió una especie de portal y  de este salieron varias dagas que se dirigieron a ambos. Se lanzaron detrás de unas cajas para de esa forma las dagas no les lastimaran.

El Kosei de la mujer consistía en controlar todo tipo de dagas, cuchillos y espadas siempre que estuvieran en su campo de visión.

- Tienes que irte. - dijo la de cabello rosa mirando a Chisaki. El afiló su mirada.

- No.

- Puedo matarla. Hacer que se mate. Pero no puedes estar aquí, te afectaría a ti también.

- Nunca has hecho una nube tan grande.

- ¡Escucho murmullos! No me hagan ir por ustedes. Kai, tu no eres de los que se esconde como cucaracha ¿que sucede? - volvió a burlarse la de cabellos rojizos deteniendo la lluvia de navajas. No iba a gastar energías en vano.

- Confía en mi otra vez. Sigo siendo "Feary" cuando estoy contigo.

Silencio.

Los ojos dorados miraban a los marrones casi rogándole que no lo obligara a dejarla ahí sola, pero Sorano mantenía su semblante frío. Aunque si ella no tuviese aquella tela blanca cubriéndole los labios Kai habría podido ver como ella se mordía el labio nerviosa.

Terminó accediendo a la petición de la chica. Salió y cerró la puerta detrás de él. Primero se escucharon truenos y después gritos. Chisaki podia reconocer de quien eran.

Navajas chocando entre sí.

Gritos, sollozos y súplicas de que aquello se detenga.

Por último silencio total.

Una de las dos había caído, eso era seguro. ¿Cual?

Chisaki se había puesto ansioso, Sorano no fallaba nunca y cuando se lo proponía podía hacer que alguien se suicidara con sus propias manos. Su Kosei era particularmente peligroso y perturbador. Escarbaba en la mente de las personas su mayor miedo y los hacía repetirlo uno y otra vez.

Siete minutos habían pasado para que por fin el silencio reinara.

Escuchó su nombre en un pequeño susurro. Entró rápidamente para ver a la mujer de rodillas con dagas clavadas en todo el cuerpo. Sorano frente a ella tirada en el suelo, tosiendo su propia sangre. El castaño se quedó donde estaba.

Para suerte de ambos Hari había subido las escaleras y fue a socorrer a la chica.

-.-.-.-.-

Kai la miraba inconsciente. Quitó un mecho de su cabello del rostro, ya le habían dado tres baños y estaba descansando en su cama. Decidió que la movieran de la enfermería porque allí todos estarían en la habitación esperando que despertara para abrumarla con abrazos y preguntas.

Hari entró sin tocar.

- Se ha vuelto muy fuerte. - señaló el albino.

- También muy estupida.

- Eso es parte de ella Kai. No le reclames por esta vez, no quiero limpiar sangre del piso hoy.

Chisaki giró el rostro a Hari. El albino siempre estaba apoyando a la de cabello rosado a pesar de que era una molestia la mayoría de las veces.

- Tiene razón, eres mami Hari.

El albino se asustó de ver a Chisaki bromear así que simplemente salió sin decir una palabra.

Se quedó solo otra vez con ella. ¿Por qué no despertaba? Debía despertar. Sorano era más fuerte que eso, ella siempre se sobre-exigía con su cuerpo y Kosei, siempre andaba entrenando con los demás y había terminado aún peor de lo que estaba. Podía tener varios huesos rotos y ni así perdía la consciencia.

Algo estaba mal.

Pasó sus manos por su rostro. Estaba preocupado por ella.

- ¿Está bien, Kai?

El de ojos dorados no respondió. Solo abrazó a Sorano.

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Destino Entrelazado - Chisaki Kai (BNHA) COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora