El contrahechizo

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Mérida despertó realmente tarde. Odiaba despertar temprano, pero también detestaba perderse el desayuno, más ahora que tenía tantas ganas de hablar con su amigo Hiccup. Quería abrazarlo hasta romperle los huesos, quería golpearlo con todo cariño, quería decirle que había sido un gusto conocerlo y hasta quería darle un pésame adelantado por su muerte segura. Claro que no podría hacer nada de eso si se levantaba tarde. Se vistió a toda prisa y ni siquiera se molestó en pasarse los dedos por su salvaje cabello.

Cuando llegó al gran comedor, buscó a Hiccup meticulosamente. Fue una tarea difícil pues el pobre chico estaba rodeado de gente. Ubicó a Miguel, Tulio y Chel, estafadores profesionales de séptimo que le ofrecían a Hicc una "poción de la victoria". Vio a Toothiana corriendo de aquí para allá como un hada ajetreada, a Jack y Rapunzel intentando hablar con Hiccup por encima de todas las voces. Vio a Vanellope, Emily y Dennis, chicos de primero que observaban a Hiccup como si fuera alguna clase de superhéroe. Por último, vio a Astrid sentada en las piernas de su amigo. Eso no le agradó. Sabía que debía de alegrarse de que por fin Haddock estuviera con la chica que le gustaba desde primero, pero no pudo evitar sentirse incómoda ante esa imagen, una punzada de dolor amargo le atravesó el pecho como una flecha, pero sonrió y se hizo camino a través del manojo de estudiantes que rodeaban al castaño. Cuando por fin llegó con sus amigos, la saludaron alegremente. Astrid se levantó para dejar que Mérida abrazara a Hiccup.

—Felicidades por tu pena de muerte, estoy orgullosa de ti, pata de palo.

—Gracias, rizos locos.

Así, Merida se unió a la diversión. Le hizo un interrogatorio a Hiccup, sorprendida de que en realidad él sabía tanto del torneo como ella. Punzie les leía en voz alta el manual del torneo pasado, esperando que Hiccup lograra absorber algo de información. El chico en cuestión estaba mucho más tranquilo ahora, sus amigos lo hacían sentir mucho más seguro de sí mismo, Astrid estaba más cerca de él de lo que alguna vez había estado, y como no había tenido nada de contacto con ninguno de sus rivales, casi había superado la ansiedad del día anterior.

Cuando las clases iniciaron, la multitud se disipó. Rapunzel y Jack se dirigieron a la torre de astrología, mientras Mérida y Hiccup caminaron juntos hasta el linde del bosque prohibido, donde tomarían su clase de cuidado de criaturas mágicas.

—Y... Supongo que ahora Astrid y tú están saliendo, ¿No? — Preguntó Dunbroch, clavando sus ojos verdes en su varita, que de repente se convirtió en el objeto más absolutamente interesante que Merida había visto en su vida.

—No.

—¿No?

—Es complicado. Ella me gusta mucho, ¡Mucho, Mérida! Pero siento que... No sé cómo explicarlo.

—¿Como si sólo te quisiera porque eres campeón de Hogwarts?

Hiccup se quedó en silencio unos segundos. No quería admitirlo, pero Merida acababa de decir lo que él había estado pensando toda la mañana.

—¿Tan obvio es?

—Solo un poquito. Pero si algo he aprendido estos años es que ninguna chica ignora a alguien por tanto tiempo sólo para que de la noche a la mañana sean almas gemelas. Así no funciona.

Llegaron a clase, se instalaron y fingieron tomar notas mientras continuaban con su conversación.

­—¿Qué crees que deba hacer?

Mérida enredó una rama con su cabello, la desenredó y la volvió a tirar al suelo.

—No sé. — Recogió una nueva rama. — Invítala a salir sin que nadie los vea. Si acepta, es toda tuya, si no, sólo te quiere por la atención.

Los Hijos Del Firmamento - ROTBTD Hogwarts AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora