Ruiponce

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Hiccup fue a dormir tremendamente cansado y atemorizado por lo que le esperaba al día siguiente. Daba vueltas en la cama y no lograba conciliar el sueño. Los músculos le dolían por la tensión, la cicatriz de su pierna le ardía al rojo vivo y su mente iba a mil por hora. Abrió los ojos y esperó unos segundos a que éstos se adaptaran a la oscuridad.

Una vez que su vista mejoró, buscó entre su baúl un pequeño frasco de vidrio soplado. Dentro de él había una poción para dormir que Merida le había obsequiado hacía ya unos cuantos años, cuando él sufría de insomnio. No había tenido necesidad de usarla un largo tiempo, pero ahora le parecía la única opción si quería estar despierto para su prueba. Sin pensarlo demasiado, se tragó el contenido del frasco.

Su cabeza aterrizó suavemente en la almohada y, al cerrar los ojos, se sumió en un profundo e intranquilo sueño.

Ruiponce Krone corría con un escalofrío recorriéndole toda la espina dorsal, con la adrenalina a flor de piel. Con una mano sostenía los metros de su propio cabello para que no pudieran alcanzarla, y con la otra mano, sostenía una varita de enebro con núcleo de una flor mágica y sagrada. La hija del sol, mientras corría, recitaba un antiguo hechizo que le fue enseñado desde su nacimiento, y la luz que emanaba de sus mechas de oro a penas la dejaba ver por donde corría. A duras penas lograba esquivar las paredes y curvas del castillo, mientras que la bruja que la perseguía no paraba de lanzarle maldiciones oscuras. A su paso, la rubia iba dejando caer flores mágicas que ella misma había plantado décadas atrás, flores que tan sólo emanaban poder si se les recitaba el hechizo antes mencionado; Krone fue obligada a arrancar de raíz todo su jardín para que la magia oscura no se adueñara de tan poderosas flores, aquellas que producían el elíxir de la vida, y que garantizarían la vida eterna a cualquiera que se supiera el hechizo de memoria, pero la elegida no recitaba con el objetivo de traer vida, sino de gastar el poder de cada una de las flores hasta desaparecerlo. Los brotes irradiaban una cegadora luz cada vez que la rubia decía una nueva palabra, y esa luz comenzaba a consumirse la magia de Ruiponce. Desde atrás, una mano alcanzó el hombro de la maga, asustándola, pero no paró de cantar.

Alcanzó a divisar una cara conocida, perteneciente a su guardián Hikke Haddock, quien, al igual que ella, sostenía una varita, esta vez de cedro con núcleo de fibra de corazón de dragón. El mago de aspecto duro le sonrió a la muchacha y corrió a su lado, desviando con cautela todos los hechizos que la bruja le lanzaba a su protegida. Minutos antes el joven había vencido sus propios problemas, deshaciéndose de quien amenazaba entero a su ejército de dragones, enviándolo al exilio. Por fin llegaron a un claro del castillo donde la magia negra no podía entrar, y decidieron quedarse ahí para idear un plan.

—Hikke, mi momento ha llegado. La luz es muy fuerte, me ha cegado por completo.

—Ruiponce, querida, mi deber jurado es protegerte hasta el último de tus días. Te pido sigas iluminando al mundo con tu exquisita voz, por lo menos hasta que las flores se consuman.

La rubia dejó su varita en el suelo y con cuidado acunó el rostro de su guardián en su palma. La joven cerró los ojos lentamente, mientras unas lágrimas doradas corrían por sus mejillas, puesto que la luz la había dejado ciega. Su cabello brilló aún más intenso cuando continuó el hechizo, y las flores, una a una, se iban consumiendo, junto con la magia de Krone.

—Recuerda nuestra promesa. Haz saber a Keaka que no debe renacer. A Emérita protégela, pues es capaz de dar su vida por la Luna y su linaje. Y vence a la oscuridad con lo que queda de mi luz.

—Ruiponce, por ti, mi propia luz daría. Evitaré que la familia Dunkel tenga retoños, así terminaré con el linaje de los Manen. Tú y yo jamás daremos vida a un nuevo ser con nuestro apellido, porque tu vida está por terminar, y sin tu luz, la mía perderá sentido. Besaré con ternura los labios de Emérita, como a ti te hubiera gustado besar los de Keaka, pero por mi vida, jamás continuaré con el árbol genealógico de ninguno de los dos.

Los Hijos Del Firmamento - ROTBTD Hogwarts AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora