Eugene jamás se había sentido tan humillado. Había pasado un solo día después de hacer el ridículo frente a las tres escuelas, y desde entonces no habían parado las risas de todo el que le veía. Y verán, puede que, para una persona común, un par de burlas puedan ser algo molestas, pero para alguien cuya vida entera revuelve alrededor de su fama como jugador de quidditch, la humillación era el peor de sus destinos.
El pobre y muy apenado húngaro deambulaba por los pasillos de Hogwarts evitando a las masas, cuando dos de sus compañeros y una extraña lo detuvieron.
La extraña era una estudiante de Slytherin, de ojos azules, labios delgados retorcidos en una sonrisa cruel y un cabello rubio oscuro, parecido a un campo de avena, trenzado al lado de su hombro. No parecía una persona que se burlaría de los vulnerables cuando la encontrabas en sus mejores días, pero ese día en particular la chica se sentía especialmente inspirada a hacer fechorías. Sus dos acompañantes no mejoraban la suerte de Fitzherbert: los reconoció al instante, eran gemelos, chico y chica, de largo y sucio cabello rubio, complexión delgada y el alma más cruel y retorcida que podrían imaginar, Brutacio y Brutilda.
El trío de rubios comenzó a seguir a Eugene por los pasillos, gritándole ridiculeces y amenazas a diestra y siniestra.
—Hiccup te pateará el trasero— gritó Astrid, con la voz más inmadura que pudo pensar. No sabía por qué lo había hecho ni qué obtendría con eso, pero se sentía bien ofender a un extraño después de romper con su novio.
—¡Eres una vergüenza para Durmstrangs! — mofó Brutilda, sacando la lengua y enseñando los dientes.
—Sí, una vergüenza— repitió Brutacio— deberías renunciar a las demás pruebas.
Eugene seguía caminando a toda prisa, evitando conjuros que el trío le lanzaba e intentando ignorar lo que decían. Corrió un poco hasta entrar en la primera puerta que encontró, se escondió detrás de un estante y esperó ahí hasta que los chicos se fueron. Respiró por fin y miró a su alrededor.
Estaba en la biblioteca del colegio, por primera vez en toda su estancia ahí, y esta se encontraba vacía. La mayoría de los estudiantes tenía clase a esa hora, supuso Eugene, mientras caminaba por entre los libros viejos. Deambulaba de aquí para allá cuando tropezó con algo que lo hizo caer al suelo, y se escuchó un ¡Auch! De algún otro lado de la biblioteca.
Eugene tomó el objeto con el que había tropezado y lo vio unos segundos. Eran varios hilos dorados y largos, que rodeaban los estantes y dejaban un sendero.
—Esto es... ¿Cabello? — dijo para sí mismo, y una voz le respondió desde el otro lado del estante.
—Sí, y lo acabas de jalar.
La chica cuyo largo cabello había hecho tropezar a Fitzherbert salió de su escondite y miró a Eugene con un gesto de determinación. La luz del sol la iluminaba gloriosa, con sus cejas unidas en una cara de enfado y los labios color rosado haciendo puchero, ésta chica sostenía su varita de núcleo de pluma de fénix apuntando directo al chico en el suelo.
—¿Quién eres? ¿Qué haces en la sección prohibida de la biblioteca? ¿Me seguiste hasta aquí? — preguntó la chica.
Eugene se levantó torpemente y alzó las manos asustado al ver al camaleón en el hombro de la rubia viéndolo fijamente. La chica se veía igualmente adorable y amenazante, Eugene no quería meterse en problemas con ella.
—No sé quién seáis— empezó Fitzherbert con una voz que a él le parecía irresistible pero que era en realidad completamente estúpida— ni en qué treta me he metido, pero permítame decir, bella doncella: Hola, ¿Cómo estás? Me llamo Flynn Rider.
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Los Hijos Del Firmamento - ROTBTD Hogwarts AU
FanfictionHiccup es un joven mago nacido de padres muggles. Desde su primer día en Hogwarts, se ha vuelto inseparable de sus tres mejores amigos; Jack, Rapunzel y Merida. Su vida parece bastante sencilla, pero cambia radicalmente cuando se ve envuelto en una...