Una vez le contaron a Hiccup que las almas gemelas existían. A él siempre le ha costado creer. Creer en sí mismo, en que nada malo podía pasarle, en Santa Claus, ni en las almas gemelas.
Ahora que tenía a Mérida Dun'Broch en su vida, creer en las almas gemelas parecía dejar de ser un cuento para niños. Eso y que su vida pasada, y la pasada a ella, y todas las anteriores, prácticamente le habían prometido encontrar compañía eterna con cierta guardiana de la luna.
No, no era un problema. Mérida era su alma gemela, su compañera de vida, su mejor amiga y, cabe mencionar, la chica más asombrosa que conocía, de eso no había duda.
Rapunzel seguía malhumorada pues la visita de Keaka no le había traído más que dolores de cabeza y una que otra pista que la llevaba a más preguntas en lugar de resolver las que ya tenía. Jack, en cambio, parecía muy cambiado después del baile de invierno: pasaba sus días conjurando nieve y jugando con su reliquia. Mérida jamás cambió, parecía que en lugar de que su vida cambiara, simplemente se transformó en lo que se suponía que debía de ser desde el principio.
Hiccup seguía preocupado por el torneo. A pesar de que la escuela entera lo veía como un campeón, el gran domador del furia nocturna, él sabía que había sido mera suerte, y que la verdadera pesadilla estaba a punto de comenzar. la única razón por la que no abandonaba el torneo, además de que era imposible abandonarlo, era saber que Jack, Rapunzel, y sobre todo Merida estaban ahí para apoyarlo. Quién diría que el desafortunado Hiccup tendría la inmensa suerte de tener amigos como ellos.
Por eso le dolió tanto cuando se la quitaron.
No lo había notado, pero faltaban horas solamente para la segunda prueba del torneo y sus tres amigos preferidos habían desaparecido. Se sentía como el niño inútil de once años que llegaba a un tren desconocido con las piernas temblando y la cara vergonzosamente rosa. Es decir, solo, abandonado y completamente confundido. Deambulaba por la escuela buscando algo o alguien dispuesto a ayudarle, y como llamada por los mismos ángeles (de los cuales Hiccup dudaba su existencia), Astrid se topó con él.
-¡Hiccup! ¿Qué tal? ¿Todo listo para hoy?- Preguntó la rubia.
Ella estaba bastante segura que Hiccup ya sabía cómo respirar una hora debajo del agua para recuperar su tesoro.
-Pues... Creo que sí. Sí, ¿No?- Titubeó el castaño, halando de las solapas de su túnica- Rapunzel me dio branquialgas en cuanto le conté de las sirenas, pero... Bueno, sí, todo está listo.
Astrid detectó en seguida la forma en la que Hiccup expresaba su incomodidad.
-¿Algo anda mal?- preguntó con el tacto de una motosierra tratando de cortar una rebanada de pastel.
Él suspiró -No, es que. Es que perdí a Mérida... Y a Jack y a Rapunzel.
Hiccup miraba al suelo tratando de esconder lo mucho que lo afectaba no saber dónde estaban sus amigos. Sus manos jugueteaban sin parar con la tela negra mientras pequeñas perlas de sudor se concentraban en sus sienes. Astrid lo miraba con una mezcla de confusión y lástima. Para ella era muy difícil empatizar con un sentimiento tan extranjero a ella como lo era la cercanía a personas que no formaran parte de su familia.
-Estoy segura que los encontrarás pronto. Si quieres puedes venir al comedor, unos amigos de Durmstrang y yo estaremos jugando ajedrez.
Le dedicó una incómoda sonrisa y él la devolvió igual de incómodamente. Y luego se fue, dejando a Hiccup igual de acomplejado pero con una invitación que sólo lo hacía sentir más asustado por una razón completamente diferente. ¡Hablar con extraños! un escalofrío corrió por su espalda con la sola idea de tener que ir y socializar, pero era eso o quedarse solo con sus propios pensamientos tormentosos, así que, optando por distraerse de su terrible ansiedad, siguió a Astrid hasta el comedor, observando el vaivén de sus caderas con embrujada admiración.
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Los Hijos Del Firmamento - ROTBTD Hogwarts AU
FanficHiccup es un joven mago nacido de padres muggles. Desde su primer día en Hogwarts, se ha vuelto inseparable de sus tres mejores amigos; Jack, Rapunzel y Merida. Su vida parece bastante sencilla, pero cambia radicalmente cuando se ve envuelto en una...