Suspiro I

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«Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única»

Jorge Luis Borges

Ha pasado un tiempo desde que lo comenzaste a notar. No fue más que una coincidencia la primera vez que diste cuenta de ello. En realidad, si no fuera porque lo viste no más de diez veces ese mismo día no hubiera tenido gran relevancia. Es por eso que ahora ya no puedes simplemente hacer que pase desapercibido a tus ojos.

¿Cuánto ha pasado desde la primera vez? Tres semanas y casi cuatro días. Al principio te impresionó el que recordaras perfectamente todas y cada una de las veces en las que pudiste notarlo, pues antes no tenías planeado hacerlo de ello algo importante o mínimamente interesante. Pero ahora, después de todo este tiempo, te sorprende que pienses sobre ese tema en tus ratos de tiempo libre, lo que por cierto ocurre más veces de las que quisieras contar.

Pues te resulta tan raro. El que Watson lo haga cada día las mismas veces que el anterior es sumamente extraordinario, por lo tanto estás seguro de que no lo hace a propósito. Para Watson aquello es tan natural como para ti lo es el deducir, o eso crees. No obstante en algún punto también te sorprendes de ti mismo, es decir, que el notar todas y cada una de las veces en las que Watson lo hace ya no es algo que pase desapercibido por ti.

Lo notas con claridad y eso también se ha vuelto extraordinariamente raro. Lo es también el hecho de que no te moleste. El sentir los ojos verde pasto de Watson fijos en tu espalda y hombros y no en lo que está frente a ti; el saber que su vista está en tus manos y no en lo que sostienes; y estar perfectamente consciente de que Watson no mira precisamente el suelo cada vez que se ven obligados a correr no es algo que te moleste, pero saber eso sí te molesta.

¿Pero por qué? ¿Por qué saberte observado por esos insistentes ojos no te molesta? Es decir, que al menos deberías sentirte incómodo... ¿verdad?

Pensar, pensar y pensar. Es lo único que puedes hacer ante esa clase de cuestionamiento. Incluso estás seguro de saber con certeza lo que significan aquellas miradas pues las has visto innumerables veces. Aquí, allá, las señoritas llenan con esas miradas a sus prometidos, en todas partes has observado esa luz reflejada en cada par de ojos al reconocer al ser amado. Más sabes bien que con Watson no puedes tomar de igual manera la situación, pues él no es cualquier persona que pasa por enfrente del 221B, y no lo es por el simple hecho de que le conoces más y mejor que cualquiera. Sabes a la perfección que Watson es más que aquellos que se dejan llevar por sus instintos. Porque Watson es instinto. Watson es un hombre nada parecido al resto y aun si es también un sentimental, no se deja llevar tan fácilmente por las apariencias.

Porque si Watson posee alguna muestra de timidez siempre da la cara a quien se atreva a dudar de tus habilidades. Watson es un hombre valiente. Y desde luego Watson también es el hombre más sensible que jamás en tu vida has tenido el placer de conocer. Porque los ojos de Watson gritan vida, pureza e inocencia. Porque aun si la piel su está marcada por cicatrices o sus manos están cubiertas por sangre tanto de amigos como de enemigos, el alma que se refleja en sus ojos es totalmente impoluta. Así pues, quizá tu profundo conocimiento sobre Watson es la razón por la cual la manera en que te mira no te resulta molesto. El tener la completa atención de un hombre tan especial y único como Watson te enorgullece en lugar de lo contrario.

Antes de indagar más en ese tema, Watson llega a casa aventando la puerta de entrada y luego pisando fuertemente la escalera, ahí descubres que no tiene la intención de pasar a la sala. Rápidamente dejas la pipa a un lado y sales a esperar a Watson al principio de la escalera. Los profundos y fuertes pasos delatan el que un día malo hubiera sido bueno para él.

—Buena noche Watson. ¿Qué tal fue hoy la consulta? —Le preguntas cuando sus pasos llegan a la mitad de la escalera, Watson no se molesta en levantar la mirada.

—Citas canceladas y vomito por todos lados, eso no merece llamarse consultorio.

—Tal vez un mal día pueda arreglarse con una deliciosa cena de parte de la señora Hudson. Espere un momento en la sala y haré que le preparen algo. —Cuando Watson llega frente a ti el olor a yodoformo inunda tu olfato, definitivamente un día malo habría sido mejor.

—No. Me voy a la cama. —Como antes, la mirada de Watson pasa completamente de ti, sus pasos siguen tan pesados como al principio. De alguna forma el que Watson te hable y trate de esa forma cuando siempre es tan amable contigo te hace sentir cierta incomodidad. Es verdad, ahora que lo piensas, Watson jamás te ha tratado de una forma tan cortante. Sin embargo tampoco es como si no lo comprendieras, los malos días están a la par con tus casos y sabes mejor que bien lo que Watson siente en este momento. Así pues, por el momento, tan solo por una o dos horas, lo dejarás en paz.

Por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora