Suspiro XIV

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«Que alguien te ame profundamente te da fuerza. Amar a alguien profundamente te da valor»

Lao Tzu.

Tener hijos era algo que había rondado tu mente durante mucho tiempo. Por un buen rato fue la única razón por la que luchaste por la supervivencia durante tu estadía en el ejército. El llegar a formar una familia con una buena mujer, un par de niños e incluso un perro, decoró de esperanza aquellas noches desoladas y frías donde solo te encontrabas rodeado de muerte, dolor y miedo.

No obstante, cuando aquel torrente de conocimientos con encantadores ojos color luna y erráticas maneras de actuar llegó a estrellarse contra lo que aún quedaba de ti, toda idea sobre algún futuro perfecto fue borrándose con lentitud pero con pasos firmes. Así, Sherlock Holmes se convirtió decididamente en lo mejor que tu cúmulo inestable de emociones pudo recibir. Eso por supuesto, no es algo de lo que intentes renegar.

—¡Despierta ya, asqueroso de mierda! —El hombre sacude su arma contra los barrotes de la celda, la lámpara de aceite que sostiene apenas te permite ver, entre la oscuridad espesa y cargada, las delicadas líneas de lo que se encuentra a tu alrededor. Las paredes, así como el suelo y techo, de tierra y roca, bajan la temperatura de tu cuerpo golpeado después de una sesión involuntaria de boxeo con Godfrey Norton, quien luego de aprovechar tus antiguas heridas, casi como si estuviera consiente de su ubicación, logró vencerte. No sin llevarse algunos golpes de tu parte, claro—. Más te vale que el niño esté bien, si muere, el jefe te enterrará vivo con él.

Tus párpados apenas se mantienen abiertos, considerando el cansancio de tu cuerpo puedes decir que no has dormido más de dos horas desde que te arrastraron inconsciente hasta este lugar, sumando los minutos del duelo y el tiempo que tardaste en ser llevado hasta aquí, no han pasado más de cuatro horas. El pequeño Virgil descansa sobre tu regazo, su respiración calmada y sus latidos lentos pero fuertes te indican con claridad que solo está durmiendo. Algo que desde luego agradeces. Considerando el negligente estado en el que fue entregado hace un par de horas a tu cuidado, estás realmente tranquilo con la idea de que a pesar de un par de rasguños y pequeños moretones en su blanca piel, lo más grave en el bebé es una ligera falta de peso, eso solo hace que su piel se vea más pálida de lo que es.

El hombre patea el suelo un par de veces haciendo que la tierra húmeda caiga sobre ti, lo único que puedes hacer con las fuerzas que te quedan es acurrucar al pequeño entre tus brazos y hacer lo posible para que nada lo ensucie. El tipo sonríe—. Si estuviera en mis manos ya te habría matado, pero por alguna razón el jefe te quiere vivo. ¡Me das asco! —Dice con su voz ronca, dando una última patada antes de retirarse.

—... P-pade... —la dulce y tierna voz de Virgil llama a toda la voluntad que te queda e impide que nuevamente te entregues al sueño. Tus fuerzas no son suficientes para que puedas sacudir la tierra en tu cabello y ropa, pero te alcanza para regalarle una ligera sonrisa, con un humor que no sientes, al pequeño bebé, acariciando suavemente su mejilla tratas de calmarlo.

—Tranquilo Virgil, papi estará contigo muy pronto. —Y, lamentablemente, es mucho más de lo que puedes decir de Holmes—. Duerme, cuando despiertes todo será como antes. —Como si de verdad pudiera entenderte sus grandes ojos claros se cierran con pesada lentitud. Tienes que dormir, recuperar un poco de tus fuerzas y pensar cómo salir del lugar. Naturalmente, seguir moviéndote es algo que no solo tus heridas te impiden hacer. No hay pensamiento que contradiga a la idea de que Holmes está muerto o mínimamente herido de gravedad, lo que obviamente le llevará a su desenlace.

[...]

No sabes con exactitud en qué momento tu conciencia quedó olvidada entre la penumbra del sueño. Un sueño que más bien fue una pesadilla. Más cuando te encuentras ligeramente renovado, tus ganas de hacer algo para salir del lugar luchan contra el dolor instalado en tu pecho ante el recuerdo de aquellos ojos de luna llena. Sin embargo no puedes evitar que una pequeña esperanza se una a tus pensamientos.

Por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora