Suspiro IX

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«Nunca es demasiado tarde para ser lo que pudiste haber sido»

George Eliot.

Han pasado ya dos semanas desde que la faena de reordenar la habitación de Watson empezó, algunos objetos; como la lámpara y una mesita de noche, fueron totalmente reemplazadas, mientras que el papel de la pared se cambió parcialmente al igual que una ventana. Obviamente, ni tu ni él han pronunciado palabra sobre lo sucedido y no es que te falten ganas, todas las veces en las que Watson entra a su habitación o alguna u otra cosa le orillan a recordar, sus gestos cambian por completo, se vuelve lento y sumamente pensativo, como si la esencia misma a su alrededor encerrara su fuerza, deprimiéndolo.

Sí, Watson actúa como lo hacía antes, por supuesto omitiendo los besos y caricias que ocasionalmente se abren paso entre los dos, todo a su alrededor está nuevamente en su lugar, entonces, lo único que eres capaz de hacer en aquellas ocasiones es abrazarlo y sacarle de su ensimismamiento con un casto beso. No es como si no quisieras hace algo más, el hecho es que no sabes qué es lo que puedes hacer, todas estas nuevas situaciones, tanto las buenas como las malas, son áreas en las cuales tu experiencia es totalmente nula. Aprender sobre la marcha no está mal, pero cuando la situación de tu maestro es más importante, lo que puedes aprender se reduce considerablemente. Pues no logras convencerte aun después de todas esas veces en las que Watson dice que todo está bien y que no hay razones para preocuparse, además está el hecho de no poder hacer nada con un asunto que solo debe arreglarse en manos de Watson.

Poco falta para que la habitación pueda ser usada nuevamente. Es cierto que cada vez más seguido te preguntas por qué seguir haciendo eso, para qué hacerlo si Watson y tu duermen en la misma cama desde hace trece días, para qué hacerlo si Watson tiene recuerdos negativos cada vez que entra ahí es algo que no alcanzas a comprender.

—Holmes, necesito otro clavo. —En cuanto tomas la cajita de clavos y le das uno a Watson no puedes dejar de regañarte por lo egoísta que eres al pensar que este tiempo puedes estarlo ocupando resolviendo alguno de los casos que sabes, has recibido, pues ahora mismo tu caso más importante está frente a ti, colgando un cuadro. Desde luego, no es como si pudieras hacer algo con respecto a los casos, le has pedido a la señora Hudson que no te de ninguna carta, aviso o siquiera mencione que estás en casa. Además todo Scotlan Yard se ha enterado por boca de Wiggins que contrajiste una gripe sumamente contagiosa, pero que a pesar de todo estás siendo tratado por el doctor Watson.

Dos semanas y media es el tiempo que has calculado para que el trabajo se acumule y termine por estallar.

Para cuando llega la hora de cenar las tareas por fin terminaron en la habitación de Watson. La señora Hudson ha preparado un par de deliciosos platillos, que siendo acompañados por el crepitar de la leña en la chimenea y la suave luz esparcida por la habitación forman en conjunto la cena más romántica que incluso Watson jamás pudo haber imaginado, el silencio suave y tibio que es apenas roto por los cascos de los caballos sobre la calle, además de una amena y tranquila conversación, terminan por completar el cuadro.

Ciertamente lo único que puedes esperar de esto es que la tranquilidad no sea rota por nada demasiado peligroso, nada que altere la vida de Watson justo ahora será bienvenido por ti. Por eso mismo, cuando la mitad de un ladrillo rojo y grande atraviesa la ventana aterrizando justo sobre la piel de oso negro solo puedes pensar que de eso mismo se trata. Algo truculento que nada más cause daños materiales y sea el presagio de complejos enigmas. Mientras Watson vigila por la ventana rota y te avisa de lo obvio al decirte que no hay nadie, a excepción de los espectadores, corres hacia el ladrillo. Siete vueltas del hilo más común en color negro sujetan una nota de papel barato, no hay sobre;

"Señor Sherlock Holmes;

Debido a los infortunados acontecimientos recientes, permítame visitarle esta noche. Espero que mi problema sea atendido por usted.

Godfrey Norton"

Por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora