«El amor no tiene cura, pero es la cura para todos los males»
Leonard Cohen.
—¿Que harás qué? —preguntaste casi en estado de shock. Definitivamente Holmes debió haber esperado porque el momento oportuno llegara. Es decir, esa clase de noticias son del tipo que no debe soltarse a la ligera. Mucho menos a un hombre como tú, que hace menos de un día despertó de un largo, larguísimo sueño. Es peor aun considerando el terrible mareo naciendo desde tu cabeza por el constante movimiento del coche.
—Adoptaré a Virgil y a su hermano, Paris —te responde Holmes pacientemente. Y nada más es lo que estás dispuesto a decir. Luego de todas las explicaciones dadas por él sobre la situación de los pequeños hermanos, el escape de Godfrey Norton y tu larga estancia en el hospital, es nada lo que puedes opinar, aunque sea más por el shock de todos aquellos acontecimientos que otra cosa. Puedes decir menos aun cuando en los ojos de Holmes se advierte que su decisión es inapelable.
No es que puedas tener algo en contra, desde luego tú harías lo mismo por ellos si es que Holmes no lo hubiera propuesto primero. Sin embargo, lo requerido para hacer oficial una adopción, lo sabes, no son puntos que Holmes pueda cumplir, obviamente tampoco es tu deseo que los cumpla. Más si es para mantener sanos y salvos a Virgil y su hermano, estás muy seguro de que al menos por tu parte y por más deseos que tengas no habrá ninguna queja.
—Mi hermano Mycroft agilizará el papeleo y de paso, cobrándome algunos favores, haré que la corona no descubra que he adoptado sin tener una esposa. —El mareo mengua ligeramente, mientras Holmes toma tu mano y dirige sus ojos hacia la ventana, no puedes evitar sonreír.
Su contacto acelera tu corazón, su sola presencia obliga a tus sentidos a guardar la calma. Desde que con su ayuda, una vez te dejaron salir del hospital, Holmes haya hecho prácticamente todo por ti, sus atenciones no han disminuido en lo absoluto. Por su puesto, todo aquello no solo es bien recibido por tu debilitado cuerpo. Tu alma y el peso de tu propio corazón se vuelven livianos, ligeros por el más mínimo contacto con el hombre que por un tiempo habías dado por muerto.
Aun al cerrar los ojos puedes ver con claridad cada uno de los horrores vividos bajo el yugo de Norton, más con toda la fuerza que todavía conservas puedes admitir que aquello no es ahora más que una pesadilla. Un mal recuerdo fácilmente difuminado por las manos del hombre a tu lado. Una terrorífica experiencia que solo puedes superar y sanar gracias al apoyo, las sutiles caricias, las miradas cargadas de afecto, los besos todavía imperfectos y el amor recibido de Holmes.
Un bamboleo del coche provoca que el bebé entre tus brazos se remueva incómodo. Sonríes, con la cabeza recargada en el hombro de Holmes y el pequeño seguro sobre ti, tus ojos se van cerrando inconscientemente. El cansancio acumulado del solo tramo que recorriste desde la camilla hasta el coche va haciendo mella en ti. No es tu deseo sentirte tan debilitado y aunque como doctor entiendes que todo ese tiempo postrado en cama resulta por completo dañino para tus músculos, siempre permanecerá en ti esa vocecilla que te impulsa a no acostumbrarte de estar en el papel de víctima.
Casi una hora después de encontrar la inconciencia una mano de largos y fríos dedos acaricia dulcemente tu mejilla. Cuando un escalofrío recorre tu espalda abres los parpados con suma lentitud. Holmes te mira fijamente y no hay algo en su mirada que le haga esconder el cariño que sus ojos desprenden.
—Hemos llegado a casa, John. Es hora de despertar. —Aún contra tus propios deseos Holmes hace que le esperes dentro del coche mientras él se encarga de abrir la puerta y dar aviso a la señora Hudson de su llegada. Puedes ver a través de la ventana cómo tu casera se queda con los gestos en un extraño intermedio entre la felicidad y la confusión. Cuando Holmes se acerca a ti y toma a Virgil entre sus brazos para luego llevárselo a la señora Hudson, sus gestos se vuelven todavía más imprecisos.
A pesar de la delgada y descuidada apariencia de Holmes, te das cuenta que no es exactamente su fuerza la que ha disminuido, puedes estar cien por ciento seguro de ello cuando, luego de pagar al cochero, Holmes te carga entre sus brazos para llevarte al interior del 221B. La señora Hudson ríe ante tus reproches, Holmes la acompaña con una sutil sonrisa y con ella ya no hay nada que te impulse a continuar quejándote.
La habitación que ambos compartían sigue tan igual como la puedes recordar, tu casera ha hecho un buen trabajo en conservarla intacta. Al ser recostado nuevamente en la cama y con Virgil entre tus brazos, puedes, con toda la libertad del mundo, soltar un sonoro suspiro. Luego de cerrar la puerta Holmes no da un paso hacia ti hasta que extiendes una mano hacia él. Sus largos y nudosos dedos te sostienen con firmeza, su mirada de luna llena canaliza hasta el más profundo y férreo de tus malos recuerdos.
—He esperado mucho por tenerte en este lugar... conmigo —susurra Holmes sobre tu oído, encerrándote en un abrazo cálido, suave. Tu brazo libre se encarga de devolverle el gesto, transmitiéndole todos los sentimientos que no eres capaz de decir en voz alta.
—Te he extrañado tanto... tanto. —Holmes comienza a besar tus mejillas, que se ruborizan ante sus atenciones, una de sus manos acaricia tu espalda mientras la otra se encarga de enredar sus dedos entre tu cabello. Cuando sus labios alcanzan finalmente tu boca, sus alientos se convierten en uno solo. Sin más espera o interrupción, el compás de sus labios se vuelve rítmico, suave, deseoso por danzar sobre cada marcado paso de sus lenguas e incluso del impreciso contacto de sus dientes, la voluntad y el deseo se mantiene sobre una liviana tela de dulce e inocente paciencia. No obstante, cuando el pequeño Virgil comienza a reír ante el propio juego de sus manos, es mucho el empeño que pones en separarte de tan increíble beso. Holmes resopla y solo puedes sonreír ante su molestia. Te alegra saber que tú no eres el único decepcionado—Bienvenido a la paternidad, Sherlock.
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Por amor
Fanfiction«Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal» Friedrich Nietzsche. *Sherlock ACD Canon/Granada TV Canon. *R18. Violencia explícita. Drama. Homofobia típica de la época. TEPT. *Abuso sexual implícito. *Smut Suave y consensuado. *Top Sher...