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{capítulo veintiséis}

REI

Rei miró nuevamente el reloj, soltando un suspiro en voz alta. Sus dedos se estaban moviendo con nerviosismo sobre su falda, mientras observaba todo el lugar algo fastidiada. Era increíble que tuviese que sacar una cita para eso.

— ¿Señorita Hino? — la voz de la pelirroja, quien era la secretaria, interrumpió su irritante espera.

— Si, soy yo. — Rei se levantó de su asiento, y la chica la guío luego de darle una suave sonrisa que Rei trato de corresponder, fallando.

— Entre por aquí.— la secretaría abrió la puerta de un gran despacho, dejando a la pelinegra entrar sola. No tenía instrucciones de llevarla hasta su destino. Nunca lo hacia.

— ¡Rei! — Rei no pudo ocultar sus ojos en blanco ante el llamado. — Que gusto verte, pensaba que no ibas a venir.

— Siempre piensas lo mismo. — dijo la peliengra, sentandose en una de las sillas de cuero frente al escritorio. — ¿Podemos hacer esto rápido?

— ay, Reicita. — Rei hizo una mueca ante el apodo. — no entiendo por que nunca quieres verme, ya estoy envejeciendo...

— Y podrias morir en cualquier momento, necesitas verme más amenudo, algún dia me vas a extrañar. — soltó la pelinegra, citando las palabras que él siempre usaba cuando ella venia. — ya he escuchado eso antes, sabes muy bien por que no quiero verte. Tienes suerte que he venido hoy.

— Yo queria invitarte al cumpleaños de tu hermana, Rei. Ya han pasado más de doce años de la muerte de tu madre, debes perdonarme, conocer a tu familia...

Rei lo miró como si lo que hubiese dicho la ofendiera totalmente. Se levantó de la silla, bufando ante el hecho de que aquella visita habia durado menos de los cinco minutos que pensó. Había esperado más por él, que hablado con él.

— Esa es tu familia, no la mía. Mi mamá era mi familia. Mi abuelito es mi familia. — Rei nego suavemente. — Tu esposa y tu hija nunca han buscado conocerme, y yo no quiero conocerlas tampoco. Tal vez tengamos el mismo apellido, pero tú dejaste de ser mi padre cuando me dejaste a mi y a mi mamá.

Rei iba a salir sin más, pero él se acerco paea detenerla. — Rei, por favor, ya te he pedido disculpas por eso. No debo hacerlo.

— Dime que es lo que en realidad quieres. — dijo la pelinegra mirándolo. — nunca me insistes para quedarme, a menos que quieras algo.

Al ser descubierto, el señor Hino suspiro. Su hija era inteligente, asi que sonrió.

— Reicita, te dire...escuche por mis oficinas que eres parte de las guardianas sailors. — Rei abrió los ojos un poco más de lo normal, ¿quién le había dicho aquello?— Y sabes...nos vendría bien tener tu apoyo para la campaña de elecciones en dos meses. Sailor Moon es una heroina genial, y si me pones en contacto con ella, podría ayudarte con los pagos del templo. Tal vez podrían tener hasta uno nuevo.

Rei soltó una risa en voz alta, pero aquello de alguna forma le dolió.

— ¿Quieres que haga que Sailor Moon apoye tu campaña? No lo creo, no hay dinero en el mundo que me haga decirle a Sailor Moon que apoye a alguien como tú. Si eso era todo, me disculpas, tengo cosas que hacer. — esta vez Rei si salió de la oficina, sin darle una mirada a nadie más en aquel edificio. Se subió al elevador enseguida, siendo acompañada por otro chico.

— No eres de por aquí, ¿Me equivoco? — Rei se giró a mirar al chico, viendo que ella tampoco le había visto por alli nunca.

— Tú tampoco lo eres, ¿o si?

Escribiendo el destino [Sailor Moon] [SD2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora