4- Hayashi insolente

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— No debes estar aquí. - mencionó el Albino con la misma molestia del principio, Eimi tragó grueso y guardó silencio; aquel hombre la intimidaba demasiado.

— Han pasado tres años ¿solo me vas a reprochar? ¡Abrázame y dime que estás orgulloso! - exigió la chica con el rostro rojo. Le tenía mucho respeto a Gran Torino pero la sacaba de quicio rápido.

— ¿Acaso todas las Hayashi son insolente?

— Debería preguntarle a Airi.

Se acercó a la chica le dio un abrazo, por supuesto que se alegraba de verla pero no debía estar ahí, no era seguro.

— Claro que estoy orgulloso de ti. Pero no debes estar aquí mocosa. ¿A que viniste?

— Quise visitar a Nana-San...

El albino se quedó callado al escuchar el nombre de su amiga, caminaron juntos por el cementerio hasta llegar a su destino, la lápida de la hermosa mujer que yacía ahí. Eimi retrocedió un paso, era la primera vez que estaba ahí sin Toshinori y no se sentía capaz. Gran Torino coloco una mano en el hombro de la chica.

La de ojos rojos se arrodilló frente a aquella lápida donde se leía el nombre de la que fue su ejemplo a seguir, aquella que la enseñó sobre la vida y de vez en cuando sobre pelea.

"Nana Shimura
Amada esposa, madre y heroína"

El nudo se hizo presente en su garganta y luego sonrió al imaginar cómo la hermosa mujer estaría frente a ella ordenándole que no llorara y que debía de sonreír, Nana vivió con una sonrisa y murió con ella. El vacío que había dejado no se iba de su corazón. La primera lágrima cayó haciendo que la grama al rededor se marchitara.

Eimi habló con Nana, la puso al día de todo lo que había pasado con ella y Toshinori en esos tres años, la charla fue larga y hubo lágrimas, risas y Eimi hasta sentía como Nana le celebraba y reprochaba ciertas cosas.

El momento de la despedida llegó y aún con lágrima en los ojos se animó a sonreír porque Nana lo merecía, eso les había enseñado.

Fue a su encuentro con Gran Torino. El estaba con el seño fruncido igual que siempre lo que le recordó a sus años en la escuela cuando se escapaba para ver el entrenamiento de su rubio amigo junto a él y Nana.

— ¿A que has venido? - cuestionó sin darle ninguna vuelta al asunto. La de ojos rojos tragó grueso y tomó aire antes de hablar.

— Toshinori regresa...

Sus ojos estaban cerrados para no ver el rostro de Gran Torino, le aterraba lo que podía decir.

— ¿Cuando?

— Cuando yo regrese. El cree que estoy en una misión, solo estoy viendo si todo aquí está apto para su llegada... temo por el.

— Toshinori no escucha razones desde lo de Nana... el está cegado por la venganza, ahora cuando vuelva te va a necesitar más que nunca.

Eimi guardó silencio y mordió su labio inferior, tenía una gran responsabilidad sobre sus hombros.

-.-.-.-.-.-

— Son tus hijos. Yo no debo de estar ayudándote a cuidarlos, no es apropiado. - se quejó la de cabello rosado con el bebé de cabello rojo en sus brazos.

— ¡Yo no te llame!

— Lo que lo hace aún peor. - masculle. Se queda viendo al pequeño Niño en sus brazos mientras ignora el hecho de que se encuentra en la casa Todoroki solo con los niños y el esposo.

Ardiente Veneno- Enji Todoroki / EndeavorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora