24-Matrimonio arreglado

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Las ojeras de Eimi eran gigantes, de los seis meses de vida de su hija solo la había tenido 2 y sentía que eso era lo más duro del mundo. Pedía comida a toda hora y hacía berrinches enormes, si no hubiese sentido ese maldito dolor al tenerla juraría que era hija de Airi y no suya.

Eimi dejó a la pequeña en su cuna ya que había decidido dormir y ella aprovecharía para así tomar un baño e intentar ahogarse en la ducha, estaba cansada de oler a desechos de bebés y lo peor era que el olor ni siquiera le molestaba en ese punto.

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Enji miraba a Natsuo, su pelo blanco y ojos grises como los de Rei. Era muy probable que también compartiera la misma particularidad que ella al igual que Fuyumi quien ya había desarrollado la suya.

Natsuo era más tranquilo que los demás pero cuando lloraba era más ruidoso.

— Enji, iré a visitar a mis padres. ¿Puedes cuidar a los niños? — preguntó la albina y el solo asintió. Escucho la puerta cerrarse y supo que ya la albina se había ido.

Enji suspiro. Estaba en casa solo en su día libre con sus tres hijos, fruto del compromiso arreglado que tenía.

La mujer de cabello rojo hasta su cintura estaba de pie frente a él mientras que el estaba sentado.

— La boda será en un mes. Rei podrá darte hijos aptos con particularidades poderosas, dignas de portar el apellido Todoroki

— No me interesa, te dije que estoy con Eimi. — respondió Enji enfurecido, su cabello al igual que el de su madre estaba encendido en llamas.

— Y eso a mi no me interesa. Ya todo está arreglado. No me importa lo que resuelvas con la Hayashi, tampoco como lo hagas. Pero vas a hacer lo que yo te diga.

Enji salió de ahí dando un portazo y se dirigió a casa de Eimi, ahí estaba ella haciendo panqueques, cada mes había un dia que ella hacía panqueques para cenar.

— ¿Estas bien? — pregunto ella al verlo pálido.

— Siempre que te veo estoy bien.

La de cabello rosado sonrió, estaba encantada de que el estuviera ahí tan temprano, el tomó asiento y la vio terminar de cocinar mientras el comía nueces y algunas frutas que se supone eran para acompañar los panqueques. La miraba fijamente.

Algo debía pensar, algo debía hacer para no casarse con Rei. Si bien era cierto que aunque ellos había estado prácticamente toda la vida en una relación era algo muy privado por la edad y por la escuela.

Pero los padres de el sabían bien de esa relación, aunque ahora le quedaba claro que no estaban de acuerdo con eso, más bien su madre no estaba de acuerdo con eso.

Su padre solo era un imbecil que asentía a todo lo que esa mujer ordenaba.

Eimi colocó el plato tal y como a él le gustaba frente a él y ambos empezaron a comer después de dar gracias por la comida.

La chica parecía de dos años cuando comía, se veía adorable aunque pudiese matar a alguien solo con escupirle. El amaba a esa mujer y tenía que idear un plan para poder estar con ella para toda la vida.

Enji no podía contener las lágrimas que estaban por salir, cada vez que tenía algún recuerdo con Eimi lo invadía una profunda tristeza, pero el merecía más que eso.

Era un imbecil.

Era igual que su padre al estar sometido por su madre.

O quizás peor, su padre estaba sometido por amor y el dejo ir el amor.

Dejó que ella controlara su vida y en el proceso lastimó tanto a Eimi que la perdió, el no tuvo el valor de proteger su amor adecuadamente y ahora Toshinori era quien ganaba ese amor.

Otra cosa en la que le había ganado, el era más hombre que el.

Rápido salió una lágrima y el la limpio. No había una definición para lo patético que era, para lo infeliz que vivía.

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Su piel se puso de gallina, eso mismo pasó el día que Eimi llegó por primera vez a la agencia. Tocaron la puerta dos veces.

— Pase. — indicó el y una mujer de cabello y ojos blancos entró. No dijo nada, simplemente asintió y se fue.

Un par de minutos después Eimi entro sin tocar y sin saludar. El frunció el ceño.

— En mi escritorio hay papeleo que no es mío.

— Ni siquiera estabas. Faltaste mucho tiempo.

— Te daré 15 minutos para que lo retires o voy a quemarlo y a renunciar.

Después se fue.

Enji suspiro.

Ella seguía siendo la misma a pesar de todo este tiempo, excepto por una cosa: ya no lo amaba.

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Ardiente Veneno- Enji Todoroki / EndeavorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora