CAPÍTULO 5

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"Son gente tímida, nuestros esclavos. Agradecerles su atención con un asentimiento de cabeza, si se lo desea, es suficiente o se sentirán cohibidos y poco aptos".

El dolor de cabeza ya no es insoportable como lo era más temprano, pero aún así es molesto. No he bebido alcohol anoche, pero las luces y la música fuerte parecen haberme jugado en contra. O tal vez el poco sueño, si apenas he dormido dos horas. No es como si me arrepintiera, me he divertido tanto... esta noche dormiré como tronco.
Justo como duermen los amos de la casa ahora. Seguramente no van a levantarse hasta el mediodía, pero nosotros tenemos quehacer de todos modos.
Mildred nos envía a realizar nuestro trabajo de las tardes, así que no trabajaré con Dominique el día de hoy. Mientras ella se dirije a asear el comedor principal, yo voy sonriente hacia la biblioteca con mis compañeras habituales. Ya no me importa el dolor de cabeza mientras pueda ojear las bonitas tapas de los libros.
Me toca desempolvar el sector de la letra A, aunque es muy dificil que junte demasiado polvo desde ayer. Con el plumero y un trapito me alejo de las demás, perdiéndome entre las bibliotecas para no ser vista y obtener algo de privacidad. Oigo que alguna tararea una canción mientras empiezo a mover el plumero y leo los títulos al azar.
"A través del Espejo, Lewis Carroll"
"Adrenérgicos, instinto de supervivencia"
"Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll"
"Aladdin"
He oído sobre esos dos últimos. Son cuentos que la gente aún se sabe de memoria, que se transmiten entre generaciones. La señora Bomm se los narraba a sus sobrinos pequeños, pero nunca escuché las historias completas.
"Amanecer Rojo, Pierce Brown"
"Antígona, Sófocles"
"El arte de la Guerra"
Los libros están mezclados. Si supiera de qué se tratán podría ir ordenándolos.
"El Retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde"
"La Metamorfosis"
Esos ni siquiera deberían estar en este sector. Es tentador buscar su sitio, pero mis compañeras no saben leer, tal vez no conoscan las letras y sería muy extraño que yo me pusiera a ordenar delante de ellas.
Por el rabillo del ojo veo el color de cabello claro de una mujer. Es Audrey Alcott. Va en un largo camisón blanco y coloca un libro en cualquier lado del estante en este sector.
_Ah, es muy aburrido y no puedo enfocarme en leerlo. No estoy de humor._me doy cuenta de que estoy viéndola y, finalmente, noto que está hablándome a mi. La chifladura viene de familia, aparentemente.
Bajo los ojos en posición dócil.
_¿Qué nos hacen los muchachos?_ pregunta y luego se queda callada. Creo que espera que le responda, aunque yo ya debería haberme ido de la biblioteca cuando ella llegó y tampoco tengo idea de qué decirle._ Bridgette prometió que me ayudaría, pero como siempre, se la pasó detras de James. No me ha contestado al intercomunicador ¿crees que esté con él? ¡Seguramente!_casi no me da tiempo a pensar con toda la cháchara, pero necesito salir de aquí y reunirme con mis compañeras._No me siento bien, debería desayunar. Se que eres esclava de mi hermano ¿crees que puedes ir a ver si Bridgette está con él?_ Ay, no. No quiero hacerlo. Estaba muy entretenida aquí en la biblioteca. Si James Alcott y su insoportable prometida se despiertan tal vez me pidan que los asista. O quizás se enojen y tenga que soportarlos después.
_Dile que la espero en mi sala. No se que voy a hacer..._su voz se quiebra al final y se da la vuelta para irse. Veo su espalda encorvada y se me estruja el corazón de lástima. Parece frágil con su aspecto de muñeca de porcelana.
_Sí, ama..._contesto y atino a salir de la habitación. Le hago un gesto a las demás, que vuelven a entrar cuando Audrey Alcott sale arrastrando los pies de la biblioteca.
Primero voy hasta la cocina para encontrar las escaleras del servicio y después alcanzo la habitación de mi amo. Le echo un vistazo distraído a las pinturas del pasillo.
¿Qué hago? ¿Golpeo? ¿Entro? Nunca he estado en una situación similar. Hoy simplemente debía esperar a ser llamada cuando me necesitaran.
Me decido por golpear con los nudillos sobre la orlada y enorme puerta. Empiezo a transpirar, preocupada. No se que es lo que va a pasar. Tal vez a James Alcott no le guste que su criada lo despierte.
Al cabo de un momento la puerta se abre.
_Vaya,_dice Bridgette Landon, ataviada en un camisón rosa que deja muy poco a la imaginación. Demasiado poco.
Me pongo roja de vergüenza y agacho más la cabeza. Algo como eso creí que sólo sería usado por una prostituta, a pesar de los bonitos y caros encajes que lo adornan.
_¿No deberías ser tú quién abriera la puerta desde aquí dentro?
_No ha sido llamada hoy._es la voz de mi amo._estábamos durmiendo, Bridgette.
_Tampoco es como si hubiéramos dormido tanto._dice ella, y me pongo más roja si se puede. No me interesa saber lo que hicieron o no hicieron.
_Lamento haberlos despertado._ interrumpo_ La señorita Audrey Alcott me ha enviado a buscarla, ama.
Oigo como expulsa el aire exageradamente._¿Y qué es lo que quiere?_ lo dice de forma tan brusca que pego un salto.
_Ah...
_¡Qué!_ maldita mujer. Empiezo a creer que los chusmeríos de las criadas son ciertos y Bridgette Landon solamente se acerca a la señorita Audrey para estar más cerca de su hermano. Debe ser muy celosa o muy asfixiante. Incluso las dos.
_Dijo que le prometió que la ayudaría y que la espera en su sala privada para desayunar.
_Oh, claro que yo voy a desayunar_se gira y se arroja teatralmente en brazos de su prometido, deslizando las manos por su pecho_ pero contigo, querido, hemos pasado...
_Si le prometiste algo, ve con Audrey.
_Ay, no es nada, mi amor. Puede esperar._su voz suena más empalagosa que un tarro de miel y se abraza a él como una lapa. Es absolutamente obvio que intenta manipular a James Alcott, pero me sorprende lo que él responde. Había creído que hacía todo lo que su prometida le pedía sin rechistar, y al parecer me equivocaba.
_¿Es sobre tu amigo? ¿Philip? Pues ve y solucionalo.
_Pero James...
_¡Te advertí que no jugaras con mi hermana!- En lugar de estar ansioso por retozar románticamente con Bridgette, James Alcott se ve furioso y se aleja de sus brazos pegajosos. Lo he visto de mal humor, pero noto que hasta yo me encojo sobre mí misma. Sus ojos parecen soltar chispas, y su poderoso porte lo hace lucir muy peligroso.
No quiero estar aquí. Es decir, es particularmente incómodo quedarme de pie en medio de cualquiera de sus conversaciones, pero esta se ve como una discusión pesada. Y si ocurre como cuando Michael Bomm llegaba a casa con un humor de perros, no quisiera quedarme allí después.
_No lo tomes así, Jamie...
_Ve con Audrey.
_Estás exagerando, tal vez...
_¡Ahora, Bridgette! Ella no es como tú, ¡Ve y arréglalo!-_ella arroja sus dorados mechones sobre el hombro y lo mira de forma desdeñosa.
_Exageras. Acuérdate de ello._ se aleja hacia la habitación, frenando su paso unos segundos imperceptibles a mi lado. Es su forma de decir que es mi culpa y que buscará la manera de hacérmelo pagar.
No se a qué se debe su disputa, pero eso no fue mi culpa. Aún así, debo bajar la cabeza ante ella ¡Cuánto desearía no hacerlo! Quisiera mirarla a los ojos y contestarle que se vaya al demonio con su camisón de puta barata.
Bridgette regresa colocándose una bata adornada con una boa de plumas. Es ridícula y apenas si le cubre nada más que las piernas. Se va sin decir nada y suelta un portazo en la entrada de la habitación que me hace pegar otro brinco.
Oigo la inspiración forzada de James Alcott y me siento aún más incómoda.
_Siento...que hayas escuchado eso.
_No se preocupe, amo._sí, la típica respuesta automática ¿Qué más puedo decirle? Ahora luce apenado por el evento y tampoco puedo decirle que su prometida es una maldita loca insoportable y que se merece que la despachen.
_Ah...tengo algo para ti, Lenore.-_ bueno, al menos no me ha arrojado con una silla como hizo Michael Bomm hace un año. No va a desquitar su enojo con los esclavos. Me estoy dando cuenta de que los Alcott son completamente diferentes, más tranquilos, más amables.
Aunque...¿Algo para mí?
Mi amo se aleja hacia la habitación y demora un momento en regresar. Carga algo en las manos pero no me atrevo a mirar. Ya estoy aprendiendo a controlarme en su presencia, es decir, a dejar de ser impulsiva para evitarme problemas. Bueno, mas o menos.
_ Es un humilde regalo._ ¿Quién no levantaría la mirada con eso? Ningún esclavo recibe obsequios comprados. Somos demasiado pobres para comprarle regalos a nadie, pero tampoco recibimos nada de nuestros amos. No hay por qué, nacimos para servirlos, no necesitamos ser reconocidos._ Espero que te guste.
Creo que mi mandíbula se encuentra en el sótano mientras tomo la caja plana de sus manos.
_Recordé que te gusta el chocolate._ continúa explicando él y sonríe de esa forma torcida. Luego se rasca el cabello, desacomodando aún más su look de recién salido de la cama._ Tengo una para Dominique también._ se acerca y apoya otra caja igual a la mía sobre la barra.
Es bonita, una caja rústica de cartón con un visor transparente. Se ve la cantidad de chocolatitos con diferentes formas dentro, colocados en pirotines blancos.
Un humilde regalo. Esto vale un ojo de la cara. Con créditos de alimentos de dos meses apenas puedo comprar uno solo sin relleno y pequeñito.
_ Gracias..._susurro. Y me muero por comerme uno. Justo ese, de chocolate oscuro con forma redonda. Juraría que puedo oler el relleno que trae. _Pero no puedo aceptarlo.
Ahí está. Otra cosa que no puedo hacer. Jamás una criada podría obtener una de estas cajas, de ninguna manera. Y no puedo aceptar un reconocimiento, cual fuera.
_¿Estás rechazando mi regalo?_ pregunta él. Su voz suena simpática, dulce. Entonces me doy cuenta de que me arden los ojos, pero por suerte no he soltado lágrimas. Soy una tonta.
_Si, no es propio que yo...
_Es mi forma de agradecer tu amable atención y compañia de todos los días. No puedes rechazarlo._sus ojos azules se ven tan agradables...
_No necesita agradecerme, amo...
_ Es un placer para mi servirle._su voz es nasal y horrenda y no puedo evitar soltar una pequeña risa.
_Yo no sueno así._le contesto.
_No, tu voz es aún peor._me río sin poder evitarlo.
_¡Claro que no!_dejamos de reírnos y James Alcott sonríe levemente. Es extraño, como los límites se desdibujan cuando él habla de esa manera.
_Acéptalo, por favor. Lo he comprado de corazón para vosotras. Un regalo no se desprecia.
_Es...demasiado. No debo aceptarlo._ él resopla.
_Sólo son algunos chocolates.
_Son muy caros..._susurro, volviendo a mirar la bonita caja. Entonces, me doy cuenta del silencio. Mi amo me observa, expectante._ es...un regalo muy jugado._uno que no puedo pagar ni ahorrando un año.
_¿Lo aceptarás?_ sus ojos se vuelven intensos, un mar profundo y calmo.
_Sí._ no puedo negar unos chocolates ¿cierto? Estaría muy loca._ gracias, amo.
Sólo son chocolates.
Me obligo a despegar mis ojos de los suyos, tan hipnóticos, y oigo como carraspea.
_Iré a ducharme._murmura.
_¿Desea que le prepare el desayuno? ¿o lo tomará en el comedor familiar?_ pregunto.
Hay silencio un momento antes de que responda mi pregunta._¿Qué estabas...? Quiero decir, ¿Por qué Audrey te envió a ti?_ tal vez sí le ha molestado que haya atendido a su hermana después de todo. He oído de algunos amos que no quieren que sus esclavos obedezcan órdenes de otras personas.
_Estaba aseando la biblioteca, amo. La señorita Alcott llegó a guardar un libro, me reconoció y me pidió que viniera._ Ahora que lo pienso, Audrey Alcott debe estar muy informada sobre el servicio, dado que es la única mujer de la casa, como para reconocerme sin haberme visto nunca en esta habitación. Es alucinante y escalofriante al mismo tiempo.
_Y...¿debes regresar?
_No si me necesita aquí.
_Me refiero..._retruca él_si voy al comedor, ¿debes continuar aseando la biblioteca?_¿Qué clase de pregunta es esa?
_Sí, amo._silencio otra vez. Qué tipo tan raro.
_Prepara mi desayuno aquí._y con eso, levanto la cabeza para verlo entrar a su habitación privada y cerrar las puertas. Ni siquiera me ha detallado lo que quiere desayunar. Y no se si llamarlo por el intercomunicador para preguntarle, ya he interrumpido su sueño hoy. O al menos, tal vez lo hice...
Sacudo la cabeza para eliminar ciertas imagenes que se empiezan a formar en mi mente después de esa corta conversación con Bridgette Landon y me retiro de la sala.
Abajo, la cocina bulle de cocineros yendo y viniendo. Parece que no hay más invitados que la prometida de mi amo, pero aún así no debe faltar nada para comer. Huele tan delicioso nada más bajar las escaleras... Pero yo tengo algo igual de bueno en el bolsillo oculto de mi vestido.
Me escapo unos cortos minutos a mi blanca habitación. Saco la caja del bolsillo y me permito estudiarla una vez más. Deslizo los dedos por el cartón rugoso y por el visor y después la abro. No era muy educado contar los chocolates delante de James Alcott aunque estuve muy tentada de hacerlo. Dieciocho chocolates. Jamás he tenido algo tan caro en mis manos y que sea mío.
Estuvo mal aceptarlo. Pero recuerdo su mirada amable... son chocolates ¿Cómo no aceptar chocolates? Nadie tiene que saberlo, de todos modos.
Tomo dos y los guardo en mi vestido. No debo abalanzarme sobre ellos como una posesa que no ha comido bien desde hace semanas. Los voy a fraccionar, para poder disfrutarlos, aunque me comería todos ahora mismo mientras estoy aquí sentada.
Cierro la caja y la escondo debajo de la almohada. Después salgo de la habitación y tomo las escaleras hacia la cocina.
Carmen se encuentra allí trabajando desde temprano.
_Hola, cariño._me saluda, mientras se seca las manos húmedas en el delantal de cocina._¿Has desayunado hoy? No te he visto antes.
_No te preocupes, sí, lo hice.
_Ah, bueno. Supongo que es algo para James, entonces.
_Va a desayunar en su habitación hoy._ Carmen pone los ojos en blanco y se gira para caminar pesadamente hacia una de las heladeras.
_Con ese diablillo que es su prometida._afirma.
_¡Oh, no! Ella fue a desayunar con la señorita Audrey Alcott más temprano._la corrijo y luego me doy cuenta de que he creado un nuevo jugoso chisme para el servicio de la casa Alcott. Carmen me observa levantando una ceja.
_Ah, ¿Sí?
_No me ha indicado qué desea desayunar._le cambio el tema para no tener que responder preguntas innecesarias. Ya es suficiente con haber presenciado una corta aunque muy incómoda pelea como para andar desparramando los detalles._ ¿Prepararías algo de su agrado?_ he dado en el clavo. Ese raro comportamiento maternal sale a la luz, una vez más.
_¡Por supuesto! Se todo lo que le gusta comer al pequeño James._el pequeño James parece ser un hombre cercano a los veinticuatro años que prefiere el café a las piruletas de dulce, pero ¿para qué contradecirla? El desayuno que Carmen prepare me hará lucir como una buena criada. Y quizás alguna vez consiga más chocolates.
_¿Aún continúa bebiendo té?
_Sí, lo hace.
_Bien._lamentablemente, la bandeja de desayuno toma forma y es un monstruo. Carmen coloca una tentadora torta de chocolate junto a la vaporosa taza de te negro. Hay una bandejita con las favoritas de James Alcott, los cupcakes rellenos. También ha colocado un enorme vaso de jugo de naranja exprimido, un bol pequeño repleto de frutas picadas, tostadas con un platito dorado que contiene jamón y queso, otro platito con omelette de huevo que una de las cocineras estaba quitando del fuego y unos tarritos con mermeladas caseras.
Es demasiada comida y se ve todo tan sabroso que se me hace agua la boca. Mis dos chocolatitos palidecen al lado de esa torta. Me pregunto si en verdad James Alcott se devora todo esto en las mañanas.
Es la bandeja más pesada que he cargado hasta el momento, pero sobrevive el largo trecho hasta la habitación de mi amo. Me concentro nada más que en dejarla sobre la mesa y, después de percibir que las puertas aún están cerradas, aprovecho para acomodar todo fuera de la bandeja y depositar la comida de forma cómoda sobre la mesa de comedor.
Una vez hecho ese corto trabajo, tomo lugar en mi banqueta asignada a esperar que James Alcott regrese de su ducha a desayunar. Es el momento perfecto para mi dulce y maravilloso regalo.
Meto la mano en el bolsillo y tanteo para encontrar un chocolate. Tiene forma de estrella con unas pintitas claras que supongo que son trocitos de almendra o algo similar. Lo estoy por descubrir. Coloco el chocolate en mi boca y lo toco con la punta de la lengua para sentir el dulce derritiéndose. Se me ocurre no masticarlo. Cierro los ojos y chupo suavemente el chocolate que empieza a deslizarse, dejando su sabor caractistico, un poco dulce, un poco amargo ¡Qué placer! Creo que este es el mejor chocolate que he comido en años. No, en toda mi vida ¡Qué delicia más grande! Mastico apenas un poco y me doy cuenta de que eran nueces. Hace mucho tiempo que no comía nada que tuviera nueces.
Es fantástico. No hay nada de ese sabor un poco grasoso de los chocolates que compro habitualmente en las ferias. Esto, señores, es chocolate puro y del bueno. Cuánto me alegro de haber aceptado ese regalo. Definitivamente, James Alcott es el mejor amo del mundo entero ¡Envidiame, Elen!
Esa sensación, de cosquilleo, de ser observada...
Abro los ojos y giro la cabeza hacia las puertas dobles.
_¡Amo!_de un salto me levanto de la banqueta y agacho la cabeza ¿Quién sabe cuánto tiempo me ha visto así? Sentada con las piernas cruzadas como una vaga, con los ojos cerrados y sonriendo como idiota. Qué vergüenza. Siento que me arden hasta las orejas y no me permito mirar más que el piso brillante.
Oigo su risa y puedo notar como mi rubor se expande por mi cabeza entera, erizándome el cabello._ Supongo que mi regalo ha sido de tu agrado.
_Sí, amo, muchas gracias.
_Vaya._veo sus largas piernas deteniéndose junto a la mesa donde ubiqué el desayuno y no puedo evitar hacer lo que no debo: subir mi mirada y deslizar los ojos por todo él. Hoy es día de descanso dominical para la clase alta, por eso va descalzo y lleva pantalones deportivos un poco sueltos en las caderas y ajustados a la altura de los tobillos. Su camiseta de mangas cortas se pega a un torso perfectamente trabajado en gimnasio ¿O tal vez también es parte de esa buena genética de los Alcott? Podría ser, porque no he visto unos brazos como esos antes.
James Alcott levanta el brazo y sacude su cabello mojado despeinándolo un poco. _Parece que creiste que tenía mucha hambre.
Luego se gira a verme, porque no le he contestado. Bajo la cabeza como resorte y cierro tan fuerte la mandíbula que creo que mis dientes resuenan por toda la habitación. Ni siquiera me había dado cuenta de que tenía la boca abierta.
_Ah... Carmen lo preparó._él se ríe y arrastra una silla para sentarse.
_Mi querida Carmen, siempre tan adorable_ también es extraña su forma de referirse a ella ¿tal vez ella fue su niñera?_ ¿Has desayunado, Lenore?
_Si, amo._me apresuro a contestar, para que no se atreva a ofrecerme compartir el desayuno.
_¿No quieres un poco?
_No, amo.
_¿Segura? No creo que coma esa tarta de chocolate, es demasiado..._intenta tentarme, otra vez. Podría decir que sí quiero saborear todo lo que tiene allí, pero si alguien me pilla estaré frita. Además, un regalo no cambia las cosas, sigue siendo mi amo y no corresponde que me siente a comer nada a su lado.
_Segura, amo.
_Bien, dejaré esto por aquí..._aleja el plato con la enorme porción de tarta hasta atrás y se lleva un bocado de frutas a la boca, echándome una ojeada alentadora.
Lloraría aquí mismo, por esa torta. Él no va a comerla en su juego de cederme la porción, pero no volverán a servírsela a nadie en la cocina aunque James Alcott no la haya tocado. Se convertirá en sobras y algún suertudo le pondrá las garras encima antes que yo.
Se me forma un pequeño nudo en la garganta y trato de contentarme con el chocolate que llevo en el bolsillo.

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