CAPÍTULO 35 (Final libro 1)

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Sabía que todo había sido demasiado tranquilo durante este tiempo. Markham Alcott y el resto de los dirigentes de Fairytale no iban a quedarse sin hacer nada de brazos cruzados.
El sonido de las puertas fue dramático, como anticipando lo que estábamos por ver. Los cuellos se inclinaron hacia adelante, los tacones dejaron de apoyarse en el piso para hacer puntitas, y todo el mundo se quedó en silencio. Yo rompí las reglas, con el corazón desbocado y ahora estoy a la espera, como los demás, intentando mirar la entrada al salón.
Nada pasa por un momento, lo cuál parece una tomada de pelo o más teatro preparado para el publico. Después un ruido fuerte y horrible se hace presente, como algo metálico siendo arrastrado a un ritmo casi constante. Cosas espantosas pasan por mi mente, desde monstruos mitológicos como el Minotauro a creaciones terroríficas a mano de los científicos de Fairytale, tal vez robots o bestias inventadas con biotecnología. Podría esperar cualquiera de ellos, pero lo que está por venir es sumamente normal, o casi. Cuando la primera persona entra aquí, con la cabeza baja, mis ojos viajan instantáneamente hasta sus pies. Los pantalones azules de esclavo están un poco remangados, y un instrumento blanco metálico rodea la parte fina de la pierna. Allí mismo se desprende lo que viene sonando desde antes de la aparición: una cadena blanca entre sus pies y otra que llega hasta atrás, hasta el siguiente esclavo, lo suficientemente corta para permitir pequeños pasos.
Los guardias apuntan al hombre con sus armas para aplicarle presión y hacer que camine más rápido. La cola de esclavos se hace terriblemente larga, dando paso a mujeres e incluso ancianos.
¿Qué es todo esto?
Los guardias continúan apurando y susurrando en forma poco amistosa y en minutos el salón se encuentra repleto de esclavos que no pertenecen a esta decoración navideña, mientras las luces juegan su pasada y los detalles grotescos saltan a la luz. El hombre al frente tiene moretones en el rostro que desfiguran sus facciones, la mujer a mitad de fila suelta lágrimas de forma silenciosa- sus manos están deformadas, magulladas y con costras y cicatrices de heridas recientes-, las ropas están rotas y las heridas van y vienen entre todos ellos. Les han hecho daño, y luego los han traído hasta aquí, atados con cadenas.
_¡Observad!_grita Markham Alcott_ nosotros nos hemos preocupado por todos ustedes, y hemos llegado a un acuerdo con nuestros hermanos esclavos, siempre tan abnegados y dispuestos a colaborar. _¿En qué momento se supone que hicieron un acuerdo con nadie? Esto es una completa farsa._ Éste es el inicio de una nueva Era en Fairytale. La seguridad de nuestra población pasará a ser una prioridad por primera vez en la historia. _los aplausos se hacen oír y algunas personas hacen gestos de asentimiento y apoyo. ¿Acaso no ven lo que hay delante de sus ojos? ¿No ven los huesos destruídos en las manos de la mujer? ¿Eso les parece bien?_Dada la colaboración de esclavos, hemos concluído que hasta que demos con los Seguidores de Elef, cada esclavo en la ciudad que camine por las calles deberá utilizar uno de nuestros sistemas de seguridad._Markham Alcott hace un ademán con la mano y el tipo de seguridad empuja al esclavo al frente con la punta del arma._Estas son cadenas de aleación de acero, con micropartículas de diamante y sales conductoras. Es irrompible, capaz de transportar un impulso ante un delicuente en acción o un Seguidor que trata de fugarse, sólo con el control de un mando pequeño que puede ser llevado por cada ciudadano en la billetera, la cartera o el bolsillo._un "Oh" generalizado resuena en el salón, como si estuviera vendiendo objetos mágicos, espejitos de colores para los imbéciles ignorantes. Pero no hay que tener muchos dedos de frente para comprender, ahora nos tendrán encadenados, y cuando no les guste lo que hagamos o se quieran divertir con nosotros tendrán el mando, justo como ahora. Markham Alcott apunta con el objeto y el esclavo con el rostro repleto de moretones cae al suelo y se retuerce a costa de los choques eléctricos. Los gritos son horribles, de fondo apagados por los aplusos satisfechos.
Detengo a tiempo el impulso de cubrirme los labios con las manos pero igual se escapa una exclamación. El corazón se atora en mi garganta y el miedo entrecorta la respiración. Veo las caras de los invitados, contentos, que festejan, que nos miran -algunos con cordialidad como si de verdad hubiéramos accedido a participar; y otros con la mirada oscura, la promesa de violencia y gozo por ello en el brillo del iris.
_¡Pero eso no es todo! ¿Quién puede decirme quiénes son ellos? ¿Quién los reconoce en esta sala?_ La gente se mira con sorna. ¿A quién podrían reconocer? Son esclavos, nadie mira a los esclavos. Sólo hoy, porque somos objetos de decoración, pero jamás nos prestan atención. No lo merecemos, somos tan buenos que no necesitamos que nos noten.
_¡Delante de ustedes tienen un enjambre de asesinos! ¡Estos, señores míos, son los asesinos de Malek Dulab!_siento un gemido ahogándose en mi garganta y mis ojos contactan con los de James, al otro lado del salón. Él piensa lo mismo que yo, ésta es la peor de las farsas. Una sola persona asesinó a Malek Dulab en el Parque de Atracciones. Sólo una. Y estoy segura de que ni siquiera era aquel esclavo que mataron a balazos, aquel que juraba y juraba que no era culpable.
Los sollozos de las personas encadenadas se cubren por los gritos de los demás presentes. Son los esclavos que trabajaban en el hogar de Dulab, culpados impunemente por un delito que no cometieron. Los ricos están indignados, clamando por venganza, agitados y con un nuevo brillo sanguinario en los ojos. Se acercan y los rodean como cazadores a una presa que se ha metido en la trampa. Se ven cachetazos, trompadas, patadas, mientras Markham grita:
_¡Ellos fueron! ¡Ellos conspiraron para matarlo, para destruír la paz y la estabilidad en Fairytale!_ un grito de guerra contra los Seguidores y los traidores resuena en la estancia y el cabecilla del grupo lo permite, mientras la frívola sonrisa se extiende aún más por su rostro. Está obteniendo lo que quiere, más odio contra la clase social baja, así creerán las mentiras de la televisión sumadas a las suyas propias y de sus asquerosos secuaces.
Mientras la pobre gente continúa siendo linchada, y los gritos aumentan en intensidad él sigue enumerando las nuevas reglas para la seguridad de los pobladores importantes. Los policías encargados de seguridad, ahora llamados Protectores en un proyecto y nuevo contexto social, serán triplicados en las calles y en las mansiones. Cada miembro del pueblo que no sea esclavo portará un control transmisor de ondas electromagnéticas que activará la conducción en las cadenas de los esclavos, tanto en las calles como en los hogares.
Los ojos se me llenan de lágrimas mientras intento ignorar los sonidos. Los gritos y aullidos son horribles, mientras son probados los controles que cada participante de la fiesta llevará como souvenir.
Además, los castigos podrán realizarse en cualquier sitio si el esclavo ha roto las reglas y de la forma más efectiva posible. Cualquier paso en falso y nos matarán. Y eso harán con estas pobres personas, mañana al mediodía serán colgados masivamente en la Plaza Central, y obligaran a todos los esclavos a verlo, como una advertencia para los Seguidores de Elef y para cualquiera que intente romper el órden social.
A partir de hoy, habrá toque de queda en las calles y solo los ciudadanos con permiso firmado por los Narradores podrán estar en las calles a partir de las nueve de la noche. Fairytale estará militarizada tal como aquella horrible noche, y podrán torturarnos, dispararnos o colgarnos cuándo y dónde se les de la gana... jamás creí que esto pasara alguna vez. Siempre me sentí atrapada, pero ahora iba a estar encadenada, como los antiguos esclavos de los que Buddy nos hablaba. El látigo ha sido reemplazado por un objeto moderno de tortura. Ya no hay escapatoria de aquí, me asiento asfixiada.
Levanto la cabeza cuando el espantoso sonido de lloros y cadenas se aleja porque los esclavos son sacados de la fiesta. No pueden morir hoy, necesitan hacer otro teatro en la plaza mañana. La música surge otra vez, como si nada hubiera pasado y los invitados bailan delicadamente el vals como si flotaran en nubes de algodón. Markham Alcott se aleja del arco y toma a una mujer entre sus brazos para bailar alegremente junto a los demás. Se ríe a estruendosas carcajas, tal vez feliz porque su plan ha dado buen resultado. Es monstruoso de ver, cómo los seres más finos amenazaron y golpearon a personas inocentes hace apenas unos minutos y ahora bailan sobre el mismo sitio como seres etéreos. Son unos monstruos. Todos ellos, son monstruos.
Un hombre se acerca y capto sus oscuros y violentos ojos en los míos. Instantáneamente bajo la cabeza asustada mientras él toma unos pinchos de langosta, otro "boom" de la noche, y lo muerde justo frente a mí. Me está amenazando. Quieren que más sangre corra esta noche, los han alentado y les han dado poder, sólo queda encontrar las presas correctas.
No respiro hasta que el tipo se aleja y le echo un vistazo a mi compañera que está tan nerviosa como yo y se retuerce las manos en el regazo. Asiento con la cabeza suavemente en su dirección, tratando de calmarla. Debemos permanecer inalterables, con la vista al suelo, como un ejemplo de lo correcto, lo más alejadas que podamos de los choques eléctricos.
_Lenore._apenas oigo el nombre sobre la música y el alma se me cae al piso. Alexia me hace un gesto y me tiemblan las piernas. ¿El hombre se habrá quejado de mí? ¿Vienen a advertirme?
_El amo James no se siente bien. Llévale el botiquín._me entrega una caja blanca con una cruz roja en el centro y mi cuerpo tiembla más fuerte si se puede al oír su nombre.
_¿Él está bien?_ la voz sale en un hilo entrecortado. ¿Por qué necesita un botiquín? ¿Le han hecho algo a James? ¿Saben que él habla conmigo, que me dió libros y me llevó al Parque?
Demonios... el terror hace que mis oidos empiecen a pitar. Veo las luces alrededor y la gente girando y me siento en un torbellino que cae a punto de estrellarse sobre un gran montón de rocas. Quiero salir de aquí, necesito ver que él esté bien. Si lo está, juro que me alejaré de él para siempre, no volveré a dirigirle la palabra. No podría perdonarme si algo le ocurriera por mi culpa...
_Dijo que necesita algo de aquí. Tendrás que quedarte en la habitación de servicio esta noche._pero apenas oigo lo que dice, antes de atravesar el salón a zancadas. No soy muy alta, así que mis pasos largos no son lo suficientemente anchos, pero acelero el paso como si me persiguiera el Diablo. Pero no lo hace, Markham Alcott está bailando con los demás. De todos modos, trataré de estar calmada. James me necesita, o no me habría enviado a llamar ahora, en éste momento.
Ni bien salgo del Salón por la misma puerta por donde salieron los esclavos torturados, empiezo a correr hasta la cocina y salto los escalones de dos en dos. Es un milagro que no tropiece y caiga de bruces al mármol blanco. La mansión es tan grande que atravesarla me lleva unos minutos, pero ahí, al final de pasillo, la enorme puerta doble con relieves dorados me observa de frente. Sin más, tiro del pestillo y entro con velocidad, desesperada.
_¿Estás bien?_pregunto, aspirando bocanadas de aire cuando arrojo el botiquín sobre la mesa y lo abro bruscamente con las manos temblorosas. Revuelvo todo sin saber a ciencia cierta qué es lo que estoy buscando, tal vez gasas, tal vez un antiséptico, se que los usan cuando hay heridas.
_Estoy bien, Lenore. No necesito nada de allí._con lentitud arrastro la mirada por la mesa, luego por el piso y finalmente los pies de James aparece ante mi visión, después su elegante vestimenta oscura y al final, sus ojos azules. Hay una sombra allí, preocupación, quizás algo más.
_Pero...Alexia...
_Dije que me sentía mal, sí._él quita las manos de los bolsillos y se acerca para apoyar una mano sobre la barra, mientras con la otra desacomoda su cabello perfectamente peinado en un sensual enriedo.
_Pero...¿estás bien?_la necesidad de su bienestar me agobia por dentro. Las feas imágenes de James golpeado, torturado, asesinado, me aprietan el pecho. Y él sonríe, como si nada, aunque es una sonrisa tambaleante, indecisa... desvía el rostro dándome una vista perfecta de su mandíbula cuadrada mientras el papel tapiz azul es su foco de atención, como si jamás le hubiera dedicado la atención necesaria.
_No ha sido... una fiesta agradable. En cambio ha sonado el vals y sólo fui capaz de pensar en que yo también quería bailar._finalmente, regresa la perturbadora mirada hacia mí y siento cómo me tambaleo ante su peso. _Me gusta bailar._murmura, con una voz ronca que me eriza el cabello de la nuca.
_Todos estaban bailando..._contesto, un poco perdida. ¿Qué es lo que ha dicho... sobre el vals?_ el vals... podrías haber bailado...
_Todos los que están allá abajo pueden irse al infierno._lo suelta así, con la mandíbula apretada y de forma brusca. Su voz es potente, poderosa. Debería darme miedo la expresión en su rostro, en cambio, una risita nerviosa se escapa de mi garganta y finalmente, él sonríe, ahora de verdad._Lenore, no quiero volver a bailar con ninguna de las personas que están en el Salón. ¿Sabes... sabes en qué pensé, todo el tiempo?_niego con la cabeza, y aprieto las piernas juntas, porque si retuerzo las manos como una loca sabrá los nerviosa que estoy. De repente, el aire es más pesado y me cuesta más respirar que cuando corrí por las escaleras.
James toma un pequeño objeto en la barra por un instante y el vals en un volumen bajo rodea la salita privada, cosquilleando en mis huesos. Su mano se extiende hacia adelante, justo a una corta distancia de mí, y su cuerpo se inclina de forma elegante y caballerosa.
_¿Me harías el honor?
_Yo... si bien aquella vez...no creo que sólo seguir sea la forma correcta... no se bailar..._me parece que estoy diciendo incoherencias, o las estoy pensando, no lo se. No se lo que estoy haciendo. Creo que sí he hablado porque él sonríe de lado y dice:
_¿Seguiré inclinado como un tonto o bailarás conmigo?
_¡Oh, lo siento!_ deslizo mi mano sobre la suya y me acerco torpemente para bailar con él, pero James no se mueve de su sitio, alza su mano llevando la mía hacia sus labios en el proceso. Se siente tan suave como un pétalo, pero es suficiente para hacerme contener la respiración sin poder apartar la vista de sus ojos. Me ha sorprendido. Me ha sorprendido, me ha prendido fuego y me ha derretido.
Debería ir a pedir esas malditas cadenas abajo, porque ésta es la peor tortura de todas.
Su otra mano se mueve hasta posarse en la parte baja de mi espalda y sólo puedo pensar en que venía jurando una promesa cuando subía las escaleras. Debía ver si estaba bien... debía...
La mano de James presiona un poco para acercarme más a su cuerpo y todas las pocas neuronas que me quedaban aún en función se apagan como la luz en los veranos más calurosos. Ya no puedo pensar cuando su aroma me embriaga. Cierro los ojos y bajo la cabeza, rogándole a los Dioses antiguos, incluso a los Narradores que me permitan pasar esta prueba sin romper mi corazón en el proceso. Si levanto la cabeza, sus labios estarán tan cerca... y los míos ahora son rojos, igual que mis mejillas cubiertas por calor de la vergüenza y ese otro cosquilleo que me produce sentir su cuerpo tan cerca del mío.
_Sólo podía pensar en tí, en tí bailando entre mis brazos..._ la voz de James parece aún mas ronca, como si le estuviera costando hablar, y el calor de su aliento eriza algunos cabellos junto a mi oreja, mientras un escalofrío baja desde mi cuello haciendo temblar las rodillas y los muslos.
_¿Querías bailar con un duende del Polo Norte?_pregunto. No se por qué lo hago, lo que James ha dicho... parecía casi romántico... y no puedo permitirme fantasear cosas. La última vez imaginé que él iba a besarme y quedé en ridículo.
_¿Un duende?_su pecho se sacude por la risa y el calor cuando habla vuelve a recorrerme entera. Voy a desfallecer entre sus brazos, ¿Cómo podré aguantar?_ No un duende. Un hada...o una hechicera...
_Entonces te has equivocado de compañera de baile._más que hechicera podría ser una bruja, de esas feas con verrugas y caras verdes. No me comparo a Bridgette Landon, ni a ninguna de esas señoritas de clase alta. Estoy vestida para un circo con maquillaje prestado, bailando entre los brazos de un hombre tan elegante que podría ser un príncipe de los de antaño. Es como si fuera Cenicienta, pero ya convertida en calabaza.
Sus dedos rozan mi mejilla en una caricia suave que obliga después a elevar el mentón._No sabes lo que dices..._susurra, viéndome a los ojos._Lenore... tú no sabes lo que causas, lo que puedes hacer con tan sólo una mirada o una palabra. _¿Qué es lo que está pasando?
_¿Es por el vestido?_pregunto, un poco confundida. ¿A qué se refiere? Yo no causo nada. Lo único que causo es que su habitación esté limpia,que los libros de la biblioteca no tengan polvo y que las plantas del jardín sigan creciendo. ¿Qué tiene que ver eso con mis ojos? ¿Por qué parece tan importante para él?
_ Es que llevo tanto, intentando... simplemente eres tú, sólo tú. El vestido no importa. Si no estuviera, juro que sería más complicado..._responde con la voz en un rudo susurro. Entonces se a qué se refiere, y me cosquillean las mejillas, las piernas se me vuelven de gelatina. No puedo estar malinterpretándolo, ¿o sí?
_Yo... hay Narradores abajo._lo que quiero hacer es besarlo y dejar que me quite el vestido, para que todo sea malditamente más complicado, pero tengo que pelear por mantener mi corazón sin tantos raspones. ¿Qué haré después? No puedo reconstruir algo frágil que se ha quebrado. _y Protectores... hay cadenas..._la mano de James suelta la mía y se aprieta junto con la otra en mi cintura, pegando mi cuerpo al suyo. Su respiración parece tan entrecortada como la mía cuando hunde su cabeza en la curva de mi cuello y aspira con suavidad, poniéndome los pelos de punta._Hay... Consejeros...y... y..._bruscamente la cabeza de James se alza y sus manos se encuentran sobre mis mejillas.
_Pues que me cuelguen._una sonrisa fugaz alcanza mi campo de visión, recordándome aquella frase desafiante que le dije hace tan poco. Después su rostro se acerca al mío en un parpadeo, y esta vez no es un sueño, ni imaginaciones mías... es real. Sus labios chocan contra los míos, finalmente, después de tanto tiempo deseándolo. Perfectos, suaves, insistentes. No es un beso apasionado, ni lento. Es más bien apurado, como si pudiéramos arrepentirnos antes de hacerlo realidad. Y tal vez lo haga, pero no ahora. En este momento, siento fuegos artificiales explotando dentro de mí, ya no importa que abajo estén planeando encadenarme, o que pudieran subir esas escaleras de un momento a otro y llevarnos a la horca. Si tengo que morir, moriré feliz, porque jamás me habían besado así.
Los besos de James son aún mejores que en mis fantasías: adictivos, sensuales, tentadores. Creo que él de verdad sabe lo que hace, succiona mis labios y luego los muerde juguetonamente. No puedo evitar sonreír, llena de dicha, y corresponder a su abrazo uniendo mis manos detrás de su cuello para acariciar su cabello oscuro. Es grueso y suave, y puedo notar dónde acaba y comienza la piel sensible de la nuca. Siento cómo sus grandes manos aprietan mi cintura y luego se deslizan hacia arriba por mi espalda, con presión, pegando cada músculo fuerte de su cuerpo a mi torso pequeño. Cuando la caricia desciende y vuelve a subir, creo que me desmayaré en sus brazos. Oleadas de placer empiezan a moverse por mis extremidades y mis pechos en dirección al vientre y entre los muslos, latiendo con cada movimiento de su lengua ardiente sobre la mía. Sin pensarlo ni preverlo, un gemido se escapa de mis labios y clavo mis dedos en sus hombros, buscando un punto de apoyo para no caerme. Es como si James pudiera predecir cada uno de mis movimientos, porque él continúa sus maravillosos y enloquecedores besos y me aprieta aún más contra su cuerpo sin detener sus caricias en un sólo lugar.
¡Voy a volverme loca! Esto es magnífico, no quiero que James deje de besarme, no quiero que me suelte jamás. Impulsada por la necesidad de mantenerlo a mi lado, decido explorar y lo imito, bajando las manos por su masculina y ancha espalda, palpando los músculos a través de la camisa. Juro que nadie podría herirme entre sus fuertes brazos, me siento a salvo aquí con él, justo donde debería estar.
Necesito estar cerca, aún más cerca...muevo los brazos frenéticamente para intentar en vano saciarme de él, este primer beso que nos estamos dando tiene que alcanzarme para siempre. La camisa arrugada de James por nuestro desenfreno deja el paso a un parche piel que se siente caliente bajo mis dedos cuando lo descubro, y un travieso instinto me pide que busque más debajo de la prenda. Un gruñido bajo se escapa de su garganta y sus manos bajan por mi espalda con pasión, pero ésta vez no se detienen en mi cintura ni vuelven a subir, sino que llegan más abajo y presionan la parte superior de mis nalgas. Se me escapa un gemido y la lengua de James acaricia mi labio inferior antes de moverse fuera para dejar un reguero de pequeños besos en mi cuello. Cierro los ojos y aprieto los labios, sintiendo sus nuevas caricias en mi cuerpo. Nunca alguien me había tocado de este modo, no habían besado mi cuello así, con lentitud, tanteando mis reacciones y saboreando la piel. Otro gemido involuntario similar a un lloriqueo resuena desde mi boca, y James me aprisiona aún más entre sus brazos, ésta vez tan cerca que siento su deseo apretando en mi vientre. Creo que voy a morir aquí, de tan acelerado que tengo el corazón. Apenas si puedo respirar, pero quiero más, no quiero que él deje sus caricias. Así que cuando sus nublados ojos azules aparecen de nuevo ante mí, sus labios hinchados a escasos centímetros y sus brazos aún rodeándome, no puedo negarme ante sus palabras roncas y apasionadas.
_Quédate conmigo, Lenore.
Abajo, el mundo es otro. En ese salón soy una esclava, el ser más inferior de todo el planeta, más inferior que un animal, que no merece buen trato, que no merece siquiera ser tratado como a una persona. James siempre será mi amo y yo siempre seré su esclava. Mañana van a encadernarme y me arrastrarán hacia la plaza para ver morir a casi cincuenta personas en un genocidio de esclavos, partiendo cuellos con sogas al por mayor. Pasado mañana podría ser yo quien estuviera colgada ahí, a la vista de mis amigos, indefensa, sin poder hacer absolutamente nada. Pasado mañana podrían obligarme a casarme con un hombre que no amo y a tener hijos con él para después arrebatármelos y colgarlos en la misma horca de la plaza. Si hoy me acobardo, nunca sabré lo que es sentirse amada, nunca sabré lo que es tocar el cielo con las manos porque sólo me han pisoteado toda la vida. Nunca sabré lo que es amar a James, en cuerpo y alma.
Es peligroso, para ambos, pero sólo puedo pensar en sus besos y en su profundo mirar.
Sólo hoy, me prometo, sólo será hoy. Esta noche, seré libre de cadenas, aquí en esta habitación. Que hagan conmigo lo que quieran en la mañana, pero si algún día es a mí a quién torturan podré recordar los brazos de James a mi alrededor, aunque no comprenda siquiera cómo hemos llegado a esto, o qué significa para nosotros. No es tiempo de hacerse preguntas, por lo que no me tomo la molestia de responder con palabras. No se si quiera si se dignarán a salir con nornalidad desde mi garganta. Simplemente me pongo en puntillas y muerdo su labio inferior, tal como hizo él conmigo, aprendiendo del maestro. Sabe a gloria. Es mucho, pero mucho mejor que saborear un chocolate. Y creo que a él también le gusta mi boca, porque lanza un quejido masculino, o tal vez un taco incomprensible, y de repente sus brazos me levantan del suelo como si no pesara más que una pluma para llevarme hacia la cama de príncipe en sus aposentos. Ésta noche, él será mío, sólo mío, como si ésta vez no estuviera esa barrera invisible que nos separa. Sólo ésta noche estaré con el hombre que amo, y no dejaré que se escape en mucho tiempo, no hasta que amanezca. Porque mañana será otro día, el primero de los peores días de mi vida.

FIN LIBRO #1

Fairytale (Fairytale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora