Me devoro el libro en cuestión de horas.
Cuando el viejo Buddy nos leía, iluminado sólo por el resplandor amarillento de una vela encendida, todavía no comprendía cuán ciertas eran las advertencias sobre los castigos. Hasta que me dieron cien golpes sobre las manos, teniendo apenas siete años, y luego vi cómo arrastraron a mi maestro y lo colgaron en el patio de la escuela.
Debería estar asustada ahora, pero la sensación de la adrenalina y los nervios al pasar cada hoja es excitante. Tal vez así se sienten los ricos cuando juegan carreras en sus automóviles dorados, con la permanente amenaza de estamparse contra un muro, y el corazón agitado bombeando litros de sangre velozmente por los vasos sanguíneos. Siento que estoy en una carrera donde tengo que leer un libro más rápido que los demás y sin que me descubra la policia. He colocado mis uniformes de esclava enrollados en las ranuras de la puerta y en la ventana con la intención de evitar que la luz dentro sea vista por otras personas.
Debería estar durmiendo, pero es imposible hacerlo. Cuando mi amo trajo Orgullo y Prejuicio hace dos días, casi me agarra un infarto en la cama. Pero decidí confiar en él y he guardado el libro celosamente debajo del colchón. No he salido de aquí y nadie va a revisar.
James Alcott me ha visitado ayer por la tarde y hemos vuelto a jugar a las cartas, aunque me debatí entre mi deseo de pasar la tarde con él y la ansiedad por volver a leer las líneas en las hojas de mi preciado obsequio. De hecho, a pesar de las diferencias en la época (hay varias anotaciones tal vez hechas por Audrey Alcott) me he sentido un poco identificada cuando Elizabeth juzgaba al señor Darcy por ser un hombre rico y de clase alta. Darcy, como mi amo, guardaba un gran corazón y secretos que había que conocer para saber que era un buen hombre. No necesitaba explicar, sino hacer con acciones, como cuando James Alcott juró que todos recibiríamos su ayuda y días después apareció con este libro.
Mi amo es muy similar al señor Darcy para mí. Aunque sería tonto enamorarse de él en estos tiempos. Yo no soy Elizabeth, y si lo fuera, no tendría ninguna esperanza.
Oculto el libro debajo del colchón cuando acabo de leer la última hoja y con lentitud pero con la atención al máximo apago la luz y espero que mis ojos se acostumbren a la oscuridad. Sin sobrecargar el pie con yeso e intentando no hacer ruido en la habitación me incorporo y me muevo para quitar los vestidos de la puerta y la ventana, por donde ingresa una leve claridad regalada por la luna en la noche abierta.
Lo último que hago es acostarme otra vez, y sonreír.
Al otro día, se acaba mi paso por la cama cuando mi amo aparece con su amigo, el médico. No hay mucho intercambio, James Alcott me sonríe dulcemente y cierra la puerta dejándome con Andy en la habitación. Él me pregunta cómo me siento y me escucha con atención. Su actitud es un poco diferente a la primera vez que lo vi, habla con la voz un poco apagada, se ve más cauto, pero también más seguro. Tal vez él, como yo, se siente seguro bajo el ala de James Alcott, el político rebelde que le da libros a sus esclavos.
Sonrío y Andy me muestra los dientes, creyendo que mi gesto es para él y sus preguntas, pero lo hago por mis ridículos pensamientos.
El joven médico empieza a cortar el yeso y lo abre en dos, como si quitara un cascarón. De inmediato, me entra la vergüenza y toda la sangre se concentra en mi cara. Algo que nos enseñan a las mujeres en Fairytale es que debemos cuidar la higiene, librar la piel de vellos (para afirmar nuestra femineidad) y cubrirla con vestidos para diferenciarnos de los hombres. Las mujeres debemos ser finas y delicadas, figuras etéreas con la falda del vestido ondeando en el aire. No se cuán fina y delicada puedo verme con las manos llenas de callos y fregando la porquería de la gente. Me sería más cómodo usar pantalones cuando me toca arrodillarme en el suelo. Pero como sea, debajo del yeso, se me ha ido la femineidad al infierno y me han crecido unos vellos enormes. El cuidado higiénico no llegaba con demasiada exactitud a la piel cubierta por el yeso.
El médico no dice nada, habrá visto cientos de piernas peludas tal vez, aunque no veo cómo una mujer de la clase alta, que nada más se dedica a cuidar de su marido y a organizar eventos de caridad, podría fracturarse una pierna o un pie. Tal vez una uña, pero no una extremidad.
Yo sería más feliz si pudiera tapar mis piernas con el vestido, pero Andy vuelve a arrastrar sus dedos por mis huesos, con pelo y todo, como la primera vez que me inspeccionó los pies. Ahora no hay dolor. Todo está perfecto.
Al menos James Alcott no puede observar mis piernas desde el pasillo.
Sólo me queda medio día de libertad, que disfruto entre juegos de cartas y charlas prohibidas sobre historia con mi amo. También le entrego el libro, que se guarda dentro de la chaqueta gris que lleva puesta, y la conversación se torna en literatura. Me pregunta si me gustó su no-tan-humilde regalo, qué sentí, si me emocioné o lloré, y me habla de otros libros que siendo leídos con frecuencia por su hermana podrían llegar a gustarme también. Él presta atención a cada palabra que sale de mis labios. Lo único que no le digo es lo parecido a Darcy que se me hace.
A la mañana siguiente es como si jamás me hubiera fracturado un sólo hueso. A excepción de mis amigos nadie se molesta en preguntar cómo me encuentro, pero ciertas miradas simpáticas indican que se acabó la tensión al saber que estoy bien. Quitando la mirada venenosa de Elen, nadie se queja. Todos son felices sabiendo que James Alcott va a protegernos de los castigos y me doy cuenta de que se los ha conquistado con algo más. Cuando me siento a la larga mesa del comedor para esclavos junto a la cocina noto por primera vez los cupcakes arriba de la tabla. No están tan bonitos como los que suelo llevarle a mi amo, decorados con cremas o golosinas, pero esos son cupcakes. ¡Santos Narradores, hay cupcakes arriba de la mesa! Y también hay galletas con chips ¡Y café! ¡leche! ¡barras de chocolate! Debo de estar soñando ¿o me equivoqué de mesa? ¿tengo fiebre?
Dafne se sienta a mi lado y me da los buenos días._Cierra la quijada, guapa. Estás babeando sobre el plato._se burla y empuja mi mandíbula hacia arriba con los dedos.
_¿Qué es esto? ¿Están vencidos o qué?_señalo las deliciosas magdalenas que me tientan como sirenas desde el plato justo en el centro de la mesa. Mi estómago gruñe.
Dafne se ríe y niega con la cabeza._El amo James dió órden de darnos otras cosas más ricas. Ahora en casa de los Alcott pagan para que los esclavos comamos bien.
_¿De verdad hizo eso?
_Increíble, ¿cierto? Primero el juramento de atención médica y ahora esto. Él en serio cumple con su palabra._ella toma un panquecito y pellizca un trocito que se lleva a la boca.
<<Yo voy a protegerte.>>
_Fue esta mañana._y entonces susurra:_creo que se aseguró que su padre no estuviera en la casa.
Mis labios se curvan en una sonrisa y tomo la jarra de café. Hace días que no bebo uno. Y menos con cupcakes y galletas.
James Alcott está loco, pero gusta que lo esté.
Un codo me da en el costado mientras saboreo el amargo rastro de café en la lengua y me giro para ver a Dafne, que observa intencionadamente a una mujer que está de pie en la entrada del blanco comedor._Es Alexia._dice._Es la nueva ama de llaves._la mujer no es vieja como lo era Mildred, de hecho parece más joven que yo. Es flaca y larguirucha, no tiene un rostro de facciones autoritarias, pero todos sabemos que aquí es la autoridad máxima entre esclavos. No se puede discutir._Le prometió a nuestro amo que no habrá castigos, ya sabes, por lo bajo. No tiene que salir fuera de la casa de los Alcott.
Entonces me doy cuenta de que esto no se queda en Mildred y mis pies rotos. En realidad, es mucho más grande de lo que parece. Todos aquí saben de las acciones de mi amo y he de creer que buscarán su propio bienestar dentro de la casa, encubriéndolo. Pero si alguien habla y lo delata fuera de estas paredes, lo colgarán. Justo como hicieron con Buddy, delante de nuestras narices.
Observo la taza que tengo en las manos. El café ya no me sabe tan agradable.
_______________Hola, se que es un capítulo cortito, pero ya les he contado que ando con poco tiempo en la compu :( aún así,es cortito pero necesario.
¿Cómo les va pareciendo? Aún faltan muuuuchas cosas por pasar... mwajajaj!
Y quiero preguntarles, porque son mis lectoras más fieles. Prefieren leer un libro gigante con cientos de capítulos o una trilogía? Ya ven que por el tema esto va para largo y en lo personal, cuando miro una novela de 200 capítulos la paso de largo 😆 jajaja creo que Fairytale acabará dividido en 3 partes y hasta me sorprende, porque fue sólo una idea completamente vacía que llegó un día y ya llevo medio libro ❤
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Fairytale (Fairytale #1)
Romance"Todo es posible, todo es perfecto. Vive tu destino y se feliz en Fairytale" Fairytale es una nueva organización donde cada persona tiene un destino que cumplir, asignado desde el nacimiento por los Narradores. La sociedad está armada de modo tal qu...