CAPÍTULO 26

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La semana se pasó en un borrón entre los espantosos recuerdos del pasado y los nuevos momentos, más brillantes y felices. Dominique ha estado ausente durante estos siete días en que he tenido que atender a James Alcott yo sola. Pero hay algo muy semejante a la paz en la mansión. Michael Bomm no se ha aparecido a causar problemas ni una sola vez. Mildred, por su parte, rivaliza con Alexia en cuestiones de organización. James ha logrado que Alexia continúe a su servicio, y ella hace su mejor esfuerzo para no ser vendida a otro dueño. Su contraria, igual, pero simula mantener las cosas en órden con las leyes de Fairytale. Por lo que nuevamente hay peligro de castigos y todos los esclavos están tensos en su presencia. Saben que Alexia no va a delatar a nadie, por el contrario, informa a James Alcott de todos los posibles problemas que puedan surgir para que él pueda actuar y defendernos a tiempo.
Esa misma dualidad ocurre con nuestra alimentación ahora. Después de semanas obteniendo postres y comidas recién preparadas salidas de las hornallas de la cocina, ahora volvemos a lo mismo de siempre cuando es turno de Mildred de organizar almuerzo y cena sumado a los horarios de todos los criados. Ese es el arreglo entre ellas dos, se turnan para organizar horarios cada día, y se dividen los territorios para dar órdenes. Alexia se queda con la parte interior de la casa, sobre todo la amplia planta superior y Mildred organiza el jardín y algunas salas especiales que suelen visitar Narradores o Consejeros.
Eso no quita que debamos andar con cuidado. La regla principal es la de poner llave al cerrojo y hemos decidido cambiar nuestro sitio de reunión por los aposentos privados de James Alcott. Allí habrá menos riesgo de que alguien logre oírnos a través de la puerta, aunque fueran totalmente macizas. Por lo tanto, las lecciones de historia antigua, política y organización civil continúan, al igual que la lectura furtiva de libros que el amo escoge especialmente para mí. Ahora puedo pasar más horas con él, por lo que suelo acompañarlo en una falsa búsqueda de libros para estudiar, donde lo veo renegar del desorden en la biblioteca e intentar en vano acomodar unos pocos tomos en la sección que les corresponde. Es gracioso, porque la pila que se encuentra sobre la mesa crece cada día más, y al pensar en ello es más que evidente que James es un hombre ordenado: lo que lee lo devuelve a su sitio. Y esto quiere decir que el enorme montón de libros mal distribuídos en esa enorme habitación es producto de su hermana Audrey o de su fantasmagórico padre nunca presente, Markham Alcott.
Ese pequeño viaje se ha convertido en mi momento favorito del día. Observo a James trepado en las escaleras. Desde aquí abajo puedo ver su ceño fruncido y cómo baja las comisuras labiales, completamente ofuscado.
_¡Otra vez! ¿Qué hace aquí? Lo puse en su sitio el lunes._se queja._apenas pasaron dos días._me río y él me observa desde lo alto de los escalones, cambiando su rostro ofendido por una sonrisa inocente.
_No te burles._es muy dulce su forma de retarme, sobre todo porque es imposible no mofarse de él.
_No me burlo. Aunque la tentación de hacer una apuesta es demasiado fuerte._le digo.
_¿Una apuesta?
_Si vuelves a ponerlo en su sección, ese libro estará en cualquier otro sitio en tres días más._señalo, pasando página y devolviendo la vista a mi libro.
"Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar." Vaya, supongo que los gobernantes de Fairytale se aprendieron de memoria las líneas de Sun Tzu y las tienen en gran estima, aunque no veo cómo los esclavos les parecieron enemigos.
_Este tipo era un genio._comento, mientras continúo mi lectura. James me dijo ayer que cada persona en el mundo debería estar obligada a leer El Arte De La Guerra, y tal vez tiene razón.
_Lo se, y gracias a él es que soy lo suficientemente inteligente para no aceptar tu oferta de una apuesta._me río y levanto la vista para verlo. Le brillan los ojos azules cuando se ríe así._Eres una atrevida._ me dice, mientras desciende por la escalera con un libro pequeño de color gris en la mano._ Querías tomarme por tonto.
_¿Yo? No sería capaz._me defiendo, con burla en la voz y batiendo las pestañas con inocencia fingida. El dedo índice de James golpea la punta de mi nariz.
_¿Cuántas veces viste a Audrey llevando Posdata Te Amo a su habitación?
_No lo se. Tal vez todas las veces que vine a la biblioteca._no es broma, la pequeña rubia parece ser una romántica empedernida. James siempre se queja de sus enamoramientos y la visita cuando le han partido el corazón. Creo que ese libro es su favorito.
_Quisiste ponerme una trampa,_dice mirándome divertido._ pero yo conosco a mi enemigo.
_Al parecer, no._retruco._eres lo suficientemente ingenuo como para enseñarme El Arte De La Guerra._levanto el libro y lo sacudo en el aire con las hojas abiertas._el alumno termina siendo mejor que el maestro, no lo olvides._él lanza una risotada echando la cabeza para atrás y luego niega, dejando que unos pocos mechones oscuros le caigan en la frente. Tal vez ya necesita un corte de cabello, pero le sienta bien, sobre todo cuando lo acomoda en un tupé.
_Vamos, peleadora._le saco la lengua y me acerco a la puerta donde me convierto en mi otro yo: la esclava sumisa. James sale al pasillo y camina delante de mí con su habitual andar poderoso de hombros rectos y mentón hacia arriba. Yo atrás paresco una niñita reprimida y antisocial, con los hombros y la cabeza hacia abajo sin soltar una sola palabra y sin deslizar ni una vez la vista por la pila de libros que llevo.
_¡Ahí estás!_ Oh, el Diablo está en casa. Me embarga ese sentimiento de molestia y aparto la mirada cuando Bridgette Landon se lanza en los brazos de mi amo y lo besa ruidosamente.
¡Mujer! ¿acaso se lo quiere comer?
La rubia empuja a James en un intento de un beso apasionado, dándome un empellón a mí en el intento. Los libros casi se escapan de mis manos y le lanzo a la pareja una mirada odiosa.
_Bridgette..._susurra mi amo y agarra a la mujer de la cintura, echándome un vistazo de refilón. Me pongo roja y aparto la mirada. No se por qué estas cosas no son molestas para las clases altas, pero es muy incómodo. ¿Acaso disfrutan siendo observados? Eso es bizarro. ¿No pueden manosearse en otro lado?
_Te extraño tanto, amor mío ¿Por qué no fuiste a verme en toda la semana?
_Bridgette...
_¡Te esperé! Dijiste que irías a verme pero no fuiste._otro beso ruidoso se oye mientras observo detenidamente el trabajo de tallado de una moldura dorada. Tiene flores y una especie de enredadera con espinas. Algo semejante a arabescos se ubica en segundo plano.
Y ella debe estar llenándole media cara de labial fucsia.
_¡Bridgette!
_¿Qué? Es tinta labial_explica_no se corre con los besos ¿sabe feo?
Malditos Narradores. Esto es tan horrible.
_N-no..._creo que James Alcott se está muriendo de vergüenza y por un lado, me agrada que se sienta tan incómodo como yo. Estaba divirtiéndome en la biblioteca, pero esta mujer lo ha arruinado todo._no, pero...
_Pero, ¿qué? ¿Por qué tartamudeas, James? ¿No te gusta cómo me queda? _¿Por qué todo se resume en ella? El pobre idiota puede tener otra razón para tartamudear, como un acv, o esperar tener una sesión de besos en paz sin una esclava oyendo todo.
_No, ¡Quiero decir, sí!_me entran ganas de reír y aprieto los labios._Me refiero... estaba regresando a mi habitación. Voy a estudiar.
Al inteligente James Alcott se le ha derretido el cerebro al ver a su futura esposa. Son tal para cual.
Me fastidia. Hoy Dominique empezará a cumplir sus horas diarias y ya no podré estar a solas con mi amo. Eso se traduce en que no podré continuar leyendo el libro de Sun Tzu, tan interesante que estaba.
_¿Estudiar? Vamos, creo que podemos hacer algo más divertido.
_¡Bridgette!
_¿Qué? Oh... esclava...¡esclava!_pego un brinco cuando me doy cuenta de que me habla a mí. No me siento como una esclava cuando estoy con mi amo, pero para Bridgette Landon soy invisible. Acaba de reparar en mí.
Me giro cuidadosamente sin apartar la vista del piso._¿Sí,ama?_su mano aparece en mi campo de visión y me arranca los libros sin preocuparse de las hojas que se arrugan ni de mis brazos, que sufren del rasguño de sus largas uñas con manicura permanente.
_¡Largo de aquí!_¿Cómo los Narradores han escogido a esta mujer asquerosa de tan malos tratos para casarse con mi amo? Él es amable, bueno y dulce. Ella es brusca, odiosa, maleducada y hueca. ¿Eso es lo que a él le gusta? ¿La maldad que ella posee? Dicen que los opuestos se atraen y tal vez es cierto. Quizá Bridgette Landon sí que es su pareja perfecta y eso me pone aún de peor humor.
Realizo una seca reverencia ignorando el escozor en mis antebrazos y empiezo a caminar a zancadas.
_¡Espera!_es la voz de James. Quiero ignorarla, pero aún estoy demasiado cerca para hacerme la sorda._Bridgette, ¿Por qué le hablaste así?
_¿Qué?
_¿Recuerdas lo que hablamos el otro día?_no hay respuesta. Por supuesto que no la hay, no se de qué fue su charla, pero ella jamás le presta atención. Y él se molesta en recordarle las cosas, un poco enojado pero con paciencia. Siempre tiene paciencia con ella, como si su falta de interés le causara ternura.
_¿Lo recuerdas?_No quiero estar aquí con ellos. Sólo ver el rostro de Bridgette Landon me revuelve el estómago y me hace doler la mandíbula. Y como caída del cielo por mis plegarias, la cabeza color chocolate en su típico moño de Dom aparece por las escaleras, mientras me hace una seña sobre el cambio de turno.
No debería apurarme, pero quiero salir de aquí, aunque eso signifique correr al lado de Mildred._Debo cambiar de turno, buenas tardes._suelto y me giro rápidamente para escaparme. Alcanzo a ver el rostro de James moviéndose como un resorte y oigo la voz insoportable de su prometida:_ ¿esa es tu esclava? Bastante ineficaz y entrometida._como si jamás me hubiera visto antes, como si sólo con el hecho de estar incómoda oyéndolos estuviera realizando mal mis tareas hogareñas.
La odio. Odio a esa mujer.
Quisiera soltar diez mil tacos a los gritos por toda la casa, pero soy una señorita de vestido y encima, esclava. Se supone que no se decir malas palabras porque la sociedad me impone ser femenina, aunque haya convivido con gente de la peor calaña. Y como esclava, lo mejor sería no tener lengua para hablar.
Pero estoy muy enojada hoy. Mi buen humor y mis ganas de bromear se han ido al maldito infierno. Y cuando Mildred me envía a realizar el trabajo pesado en el jardín, en realidad me alegra.
Como siempre hay que mover plantas y macetas enormes de aquí para allá con el fin de mantenernos ocupados. Mientras Mildred se desquita de mí por lograr que la echen de la casa, yo me llevo la peor parte. Las macetas de barro pintado a mano están super pesadas y enseguida mis brazos se agotan, pero tengo un exceso de energía que me obliga a seguir a pesar del cansancio.
Me muevo rápido hasta que ya no quedan macetas en el rincón del invernadero. Entonces Mildred me pide que saque algunos costales de tierra fértil junto con los muchachos. Ellos me miran con lástima, porque saben qué es lo que ella hace, aunque nadie se mete a interceder por mí. Nadie quiere problemas. Y yo tampoco puedo tenerlos. De todos modos, quiero agotarme. Esto me distrae.
Me agacho y levanto las pesadas bolsas en las manos. Mis músculos braquiales tiemblan mientras tiro hacia arriba con las piernas, para manejar mejor el peso. Siento cómo me arqueo y entonces mis piernas también se tambalean, pero lo hago, una por una cargo las bolsas junto a los demás y las arrojo en una desorganizada pila sobre el césped. Cuando suelto la última me limpio el sudor de la frente con la palma de la mano. Tengo sed, pero Mildred no va a darnos agua hasta la cena.
Espero pacientemente mientras abanico mi rostro con la mano mientras ella da nuevas órdenes a los hombres con los que trabajé. Una molestia me rodea y siento como el vello húmedo de la nuca se eriza al ser observada.
James Alcott está en la ventana de la oficina. Se que ha notado que lo vi allí, pero giro mi rostro ofreciéndole el perfil y lo ignoro. No se porqué estoy enojada con él, tal vez porque ha dejado que mi poco tiempo con un libro se evapore, pero quiero que se vaya.
Aún con la sensación de ser observada aprieto la mandíbula mientras Mildred me ordena regar algunas plantas en el invernadero. Y nuevamente lo agradezco, porque nadie puede verme ahí dentro.
Para la hora de la cena, mis músculos ya no sirven para nada. Pero después de comer las escasas sobras del mediodía y beber un solo vaso de agua, no consigo pegar un ojo en la cama. Las imagenes y sonidos del día de hoy y los de toda la semana me persiguen y giran como una calesita en mi cabeza.
Es increíble, después de años acostumbrada a las persecuciones y maltratos de Michael Bomm, todavía me es fácil dejar de pensar en él y en sus acciones repugnantes. Cuando llega un pensamiento, deliberadamente lo ignoro y acabo borrándolo por un buen rato de mi mente. Pero de formas extrañas, no consigo dejar de pensar en las explicaciones graciosas de James Alcott sobre la historia del mundo, o sus bromas de bribón, su padre regañándolo sin corazón, el peligro que Mildred supone para él en la casa y la insufrible presencia de Bridgette Landon.
Casi a hurtadillas me deslizo por el pasillo del sótano donde dormimos los esclavos y subo la escalera de servicio hacia la cocina. No se que hora es, no es demasiado tarde pero tampoco es temprano. Todos duermen o deberían estar consiguiéndolo.
No como yo, que estas últimas noches he sufrido un poco de insomnio y me cuesta conciliar el sueño a pesar del cansancio.
Salgo por la puerta trasera y cruzo los brazos para protegerme inutilmente del frío de la noche. Las luces de Fairytale contaminan un poco el cielo, pero desde aquí, rodeada por los árboles, puedo ver las estrellas. Un lujo que pocas veces me doy, porque no suelo desperdiciar ni un minuto de descanso.
Hoy no hay nubes y el cielo azul oscuro brilla con pequeños puntos plateados que titilan en suave sincronía. Mientras camino, cierro los ojos y oigo el grillar de los grillos que llega con la brisa hasta mis oídos. Es paz lo que se oye, como si nada existiera.
Me muevo un poco entre los árboles viendo cómo las estrellas aparecen y desaparecen por encima de las ramas y las hojas.
_Listo. Vete._la voz es muy baja, pero estoy segura de que alguien ha hablado.
_Volveré en una semana. Me encargaré de hacerte saber._son susurros masculinos que vienen desde los árboles, delante de mí.
Achico los ojos, tratando de enfocar la vista en la oscuridad. Hay dos personas allí, me acerco un poco más tratando de averiguar quiénes son y veo cómo uno de ellos le entrega algo al otro y después se aleja por el camino para esclavos. Es extraño, nadie de afuera puede entrar a estas horas en los terrenos de la mansión.
Un ruido de hojas rozando resuena cuando muevo uno de mis pies y dirijo la vista hacia abajo, como si con eso pudiera hacerlas callar.
_¿Lenore?_ahora distingo la voz con claridad y cuando él camina dos pasos cerca de mí puedo ver su rostro también.
_¿Bjorn?_bajo la vista hacia el bulto debajo de su brazo izquierdo y luego veo hacia la oscuridad delante nuestro._¿Quién era?
_Oh...ah..._vuelvo la mirada hacia él, que sube la mano para tirar del lóbulo de la oreja izquierda._Se que está prohibido, pero mi amigo tuvo un percance y le hacía falta un traje. Le presté uno y me lo acaba de regresar._visualizo apenas la gran bola de tela arrugada que lleva y frunzo el ceño. Su amigo dijo algo sobre regresar, pero no creo conveniente preguntarle.
_No te preocupes, no diré nada._le sonrío. Al fin y al cabo, son asuntos de él.
_¿Y tú que estás haciendo a estas horas?_pregunta con curiosidad mientras empieza a caminar a mi lado de regreso hacia la casa.
_No podía dormir...últimamente pienso demasiado.
_No te he visto... desde la fiesta..._al día siguiente él se mostró muy preocupado por mí cuando se enteró de lo sucedido. Es un lindo gesto de Bjorn._¿Te encuentras bien?
_Estoy bien._sonrío, aunque no puede verme._sólo han sido días agotadores y creo que mi mente ha trabajado en exceso._mi explicación suena un poco absurda, pero es todo lo que tengo.
_Si yo hubiera estado ahí... a Michael Bomm no le habría quedado una sola muela._me río entre dientes porque se que en realidad alguien más se los ha quebrado, pero mi extraño humor del día regresa y Bjorn lo interpreta como tristeza.
_Lamento... lo que has tenido que pasar._de repente salimos de la sombra de los árboles y ahora el suelo se ilumina con la luz de las antorchas. _Si las cosas fueran distintas... yo jamás dejaría que te hicieran daño._se me enternece el corazón con sus palabras, pero no se a qué se refiere.
_¿Distintas, cómo?
_Distintas como no ser esclavos._dice, dejando de caminar y echando un vistazo a la puerta cerrada de la cocina que ahora está a solo unos pasos de nosotros._distintas como que yo podría invitarte a una cita, como personas normales, te llevaría a cenar y haría que te enamoraras de mí._los colores se me suben de inmediato, mientras Bjorn se acerca un paso más._es mucha suerte si te cruzo alguna vez en todo el día, pero eso es todo con lo que puedo conformarme.
No se cómo la conversación se ha tornado en esto pero no puedo decir palabra. Bjorn acaba de confesarse delante de mis narices._Yo... no se qué decir...
_Se que no me ves de esa forma, Lenore. Pero si sólo tuvieramos el tiempo..._su mano gentil desciende detrás de mi oreja llevándose consigo un mechón de cabello y su rostro baja lentamente hasta ubicarse a mi altura.
Se lo que va a pasar, pero entonces el humor de hoy regresa, y lo comprendo. Odio ver a Bridgette Landon y su sólo nombre y su voz me irritan porque ella posee lo que yo deseo. Puede llegar a casa y besar los labios de James Alcott cuando le viene en gana. Puede acariciale el rostro y el cabello, sonreírle y hablar con él delante de cualquier persona que esté presente. Algún día sus ojos azules serán lo primero y lo último que vea y sólo a ella puede corresponderle los sentimientos.
Por eso no he dejado de pensar. Porque soy una tonta y me he enamorado de James Alcott, de su buen corazón, de su inteligencia, de todos los tipos de sonrisa que tiene, desde la triste, la dulce y la más pícara de todas. Y también de la sonrisa que jamás será para mí, de los gestos románticos que nunca obtendré y que ella desprecia todos los días para cuidar de su maquillaje caro. He estado celosa durante semanas.
Y eso es porque soy la esclava más tonta de todas, yo que me burlaba de Elen.
Por eso dejo que Bjorn baje la cabeza y me bese, intentando darme una dosis de realidad. Porque esta semana me he metido en una burbuja donde no había límites y me he engañado a mí misma. James Alcott siempre ha estado fuera de esos límites y Bjorn es todo lo que yo puedo obtener.
Mi corazón se estruja al corresponderle el beso, porque siento que lo estoy usando y lo estoy despreciando. Bjorn sube sus manos a mi rostro y profundiza nuestro beso con un deje de pasión que nunca me pregunté si tendría. Y yo sólo me quedo aquí, besando a un hombre que no amo, para tratar de olvidarme de otro. Como si fuera tan fácil.

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Lo se, me van a matar! Jajajjaja alguien aquí quiere al pobre Bjorn? 🤣

PD: lamento si hay errores, lo edité a la velocidad de la luz, tal vez pasé algo por alto. Cualquier cosa me avisan 😁

Fairytale (Fairytale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora