CAPÍTULO 7

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Holaaaa!! Me demoré un poquito en subir capítulo, la verdad apenas si tuve tiempo de ingresar en Wattpad, ando atareada con mucho trabajo y me cortó la inspiración para escribir, tan bien que venía, así que no quería actualizar antes de adelantar un poco más.
Aquí se los dejo 😘
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(...) También son seres prácticos, ¿para qué leer si pueden hablar y realizar infinidad de tareas sin necesidad de perder el tiempo con nimiedades?
                 Del Código De Los Esclavos

Saboreo mi último pequeño chocolate del día antes de que James Alcott ingrese a la habitación.
Oigo el pestillo y me pongo de pie, con las manos juntas y la cabeza gacha.
_Lenore._es su voz que me saluda. Se oye suave, como si estuviera cansado.
_Buenas tardes, amo._ le saludo. Hoy no se acerca a charlar conmigo ni se escucha tan efusivo, se dirige a su habitación y cierra las puertas. Siento un pinchazo de molestia, me he sentido ignorada. Pero tal vez estoy mal acostumbrada a sus preguntas ridículas y las insistentes charlas. No es algo normal que un amo se ponga a conversar con su esclavo, tal vez James Alcott se ha dado cuenta de ello por fin y va a dejarme en paz.
Aún así, suspiro y me apoyo un momento en la pared mientras paseo la mirada por la habitación. Es muy aburrido, de hecho, estar allí sin hacer nada. Mis pies tienen el habitual dolor de pasar todo el santo día de pie, pero por alguna extraña razón observo con resentimiento la banqueta azul donde suelo sentarme y prefiero quedarme de pie.
Pasa alrededor de media hora hasta que mi amo regresa a la sala. A juzgar por su cabello húmedo y su vestimenta demasiado informal, se ha dado un baño y planea relajarse por un rato.
Lo oigo respirar profundo mientras alcanza el escritorio y toma los enormes libros que Dominique ha dejado ahí más temprano.
_Tengo que estudiar._dice._pronto tendré un examen._luce agotado y resignado, y toma los libros con molestia. Lo que daría yo por poder leerlos mientras él reniega.
_¿Necesita que le ayude en algo?
_En realidad, sí. Si quieres. _Bueno, supongo que es solo una expresión, porque si fuera por mí estaría descansando mis pies tumbada en uno de esos mullidos sillones.
_ ¿En qué puedo ayudarlo?_observo cómo se dirige a la mesa de comedor y desparrama libros, bolígrafos y varias hojas que acaba de traer de la habitación sobre la superficie lustrosa.
_¿Irías a la biblioteca conmigo?_ no puedo evitar levantar la mirada hacia su rostro. La biblioteca es mi sitio favorito, una extraña felicidad me invade por esa simple pregunta, como si me hubiera regalado más chocolates. Y James Alcott me sonríe, como si supiera.
_Vaya, has tomado el Sol._me dice. Entonces la sonrisa se debía a mi ridículo aspecto. Me sonrojo, muy avergonzada, y bajo la cabeza porque recuerdo el raspón que llevo en la mejilla y que, lamentablemente, dadas las reglas no puedo cubrir con el cabello.
_ Hoy me han encargado traer víveres para la cocina.
_¿desde el desierto?_oigo como se ríe de mí y eso me molesta. Me muerdo la lengua por contestarle. Y estoy a punto de soltarla cuando él continúa:_ no te enojes, es una broma. De hecho, tu nariz luce adorable.
Debería no contestarle y quedarme callada, pero sus frases son absurdas ¿mi nariz, adorable? ¿Por qué él llamaría adorable a mi nariz? A pesar de todo, me ruborizo como una estúpida y ese brote de rebeldía sale al exterior cuando se me afloja la lengua. _¿se ha tragado un payado hoy, amo? Está demasiado chistoso._ mi mal humor está muy plasmado en mi voz. Y para colmo de mis males, James Alcott suelta una de sus elegantes carcajadas.
_El Sol te ha puesto de mal humor._aprieto la mandíbula en respuesta. _ No creí que estuviera haciendo un mal comentario..._ carraspea, y se dirige a zancadas a la puerta._ Bueno...¿qué tal si hacemos las pases para ir a la biblioteca?
Por supuesto, imbecil.
Me muevo del rincón y camino hacia la entrada. Para mi sorpresa, él sostiene la puerta abierta para mí y me hace una seña para que pase antes que él. James Alcott logra una vez más descolocarme con ese gesto tan propio de un caballero y con duda, alzo la vista hacia él para asegurarme que lo que creo que hace es correcto.
Mal movimiento. Su sonrisa simpática desaparece y frunce el ceño, creo que con preocupación.
_¿Qué...?_rápidamente bajo la mirada y me dirijo hacia el pasillo.
_Tomaré las escaleras del servicio y lo esperaré en la biblioteca.
_ Pero...¿qué...? Lenore._al oír mi nombre me detengo, porque no me queda de otra_ espera un momento. Mírame._ ¿Por qué este hombre se da cuenta de todo? Ningún esclavo me ha mirado dos veces, pero James Alcott da varios pasos para colocarse frente a mí y acerca su rostro para observarme. Siento que me pongo aún más roja que las quemaduras de Sol, si cabe. Su rostro está tan cerca del mío que sólo puedo mirar sus profundos ojos azules o sus gruesos labios masculinos y se me acelera el corazón por la desconveniencia y el repelús _¿Qué te ha pasado en la mejilla?_ la línea en proceso de cicatrización es muy pequeña, pero está allí y él la ha notado. Es vergonzoso, me siento como un bicho asqueroso siendo observada de esta manera ¿Qué puedo decir? Me golpearon por empujar a una anciana aunque en realidad ni siquiera lo hice. Pero ella tenía unos nietos endiablados y un anillo con brillantes.
_Fue una rama._miento. James Alcott no luce convencido, se yergue sin quitarme la vista de encima, hasta que parece notar lo incómoda que estoy y se aclara la garganta.
_De acuerdo..._hago una reverencia e intento volver a escaparme pero lo evita, una vez más.
_Espera, Lenore._me giro hacia él, un poco exasperada._iremos por la escalera principal.
_Pero, amo...
_No hay necesidad de que des vuelta por toda la casa para ir a la biblioteca. _gira los ojos y me hace una rápida seña con la mano_Vamos._ no tengo opción. Camino detrás de él por el pasillo que conduce a la enorme escalera doble del vestíbulo. Afortunadamente, vamos en silencio.
James Alcott tenía razón, por aquí el camino es mucho más corto que dando la vuelta por la otra escalera. Él ingresa a la biblioteca con todo su porte poderoso y se dirige muy seguro a las secciones del fondo. Me siento un poco cohibida y echo un vistazo a las repisas con miedo descabellado de que alguien me vea. No estoy haciendo nada malo, he venido a ayudar a mi amo. Pero se cuál es el castigo por husmear entre objetos que tenemos prohibidos.
Dirijo mis pasos detrás del amo James y espero mientras él lee los nombres en busca de los libros que necesita._Aquí está todo mezclado._ comenta. Y lo se, pero no le digo nada. Simplemente me quedo callada a la espera de sus órdenes.
_¿Quieres buscar alguna lectura?_ pregunta, sin quitar los ojos de la repisa que inspecciona. De algún modo, logro frenar el infarto que casi me da. Un poco tartamudeo para responderle mientras siento que empiezo a sudar exageradamente.
_Ah, no, no, amo, yo n-no leo._ él gira su rostro para verme y se que estoy cometiendo el mismo error de verlo a los ojos, pero no puedo evitar observarlo asustada.
_¿No te gusta leer? Estoy seguro de que simplemente no has encontrado un buen libro. Yo puedo recomendarte uno._ sonríe de lado, sin percatarse de mi estado de shock. Una parte de mí aún teme que James Alcott este fingiendo toda esa amabilidad o lo que sea, pero la otra, la que ya confía de alguna manera en él, quiere creer que solo está desinformado, que no es adrede.
_Los...los esclavos no leemos, amo._le respondo. Mi voz suena temblorosa.
James Alcott frunce el ceño._Te refieres a...
_No sabemos leer.
_¿Por qué?_ malditos Narradores, parece un crío de tres años ¿Por qué quiere saberlo todo?
_Porque no nos enseñan._le explico, con los dientes apretados. Es muy molesto, no se si se hace el tonto, lo hace para burlarse o de verdad no sabe ¡será un miembro del consejo! ¿Cómo puede no saber estas cosas una persona que formará parte del gobierno?
Él toma un libro grande y viejo de la repisa y lo sostiene mientras se mueve al otro lado._ Entonces...¿no sabes leer?_ si tenía miedo por el asunto de los libros prohibidos, se me fue cuando también perdí la paciencia.
_No._ le respondo, intentando decirlo con voz tranquila y normal. No quiero ser descubierta, no quiero que sospeche de mí. Porque parece que lo hace, el amo James me mira un instante entrecerrando los párpados, como si intentara ver dentro de mí. Me maldigo cuando me sonrojo. No me gusta que me observe fijamente, lo detesto.
De alguna forma me las arreglo para lucir sincera y James Alcott regresa su atención a los libros de la biblioteca. _ ¿Y no te gustaría aprender? Es fascinante, a decir verdad. Los libros que debo estudiar pueden ser aburridos, pero hay muchos muy buenos. Uno escapa de la realidad con ellos._ ¿Qué más quisiera yo que escapar de la realidad?
No respondo, no le digo absolutamente nada. Él me dirige una mirada y parece aceptar que no tengo nada para decir sobre ellos. Luce decepcionado y por alguna extraña razón, así me siento yo, por no poder decirle la verdad y demostrarle que los esclavos no estamos huecos.
_¿me sostendrías esto, por favor?_ él me da el libro que ha recogido primero y uno que acaba de tomar ahora. Luego empieza a trepar por una de las largas escaleras móviles hasta arriba del mueble.
_¿Qué se supone que hace esto aquí?_ se queja, mientras quita uno de los libros del estante. _¡Empieza con B, no con D! Ah...aquí está._ saca otro libro viejo de allí y empieza a bajar las escaleras. _Sólo me falta tomar tres más._se dirige a la sección de la letra B y busca un sitio para el libro intruso que encontró antes. Bajo la cabeza, un poco aburrida y paso la mirada por los libros que me dió.
"De la Antigua Grecia"
No se que es eso. Suena a nombre de ciudad, o tal vez alguna construcción o algo parecido. Sería bastante bochornoso si se tratara de una dama a la que están tratando de "antigua". Sonrío y levanto la mirada para encontrarme con los ojos azules de James Alcott. Me quedo petrificada, pero él sólo dice:_ ten este un momento. Casi termino._y se trepa en otra escalera luego de alcanzarme el siguiente libro, cuyo nombre ya no me atrevo a leer. Cambio el peso de una pierna a la otra, dado que la pila de libros ha dejado de ser liviana e intento disimular paseando la mirada por el lugar. Sinceramente, estar rodeada de centenares de libros en una biblioteca no ayuda a aparentar que miro otra cosa. La tentación de mover los ojos para leer es peligrosa, y si miro hacia abajo, no encontraré el suelo sino todos los libros que mi amo me ha pedido sostener. Así que levanto la vista hacia él. Tiene un pie apoyado un escalón más arriba que el otro y su pantalón deportivo se acomoda perfectamente a su cuerpo atlético. Su trasero tampoco es opción para mirar, porque no debería estar haciéndolo para empezar. Pero, ¿quién puede culparme? Todas las esclavas aquí se deleitan con su imagen ¿Qué hay de malo con que yo también lo haga?
_Listo._murmura él, y saca más libros para luego bajar la escalera y regresar a mi lado. _ahora, dejame ayudarte._me dice.
_No se preocupe, amo._ él se ríe.
_Me doy cuenta de que eres fuerte, Lenore._se ríe un poco._ Pero eres pequeña y creo que el peso te está hundiendo en el suelo. Te estás doblando hacia atrás._ advierte; y me siento un poco ofendida, porque me está tratando de enana debilucha.
_¡No es cierto!_ me quejo, sin pensar._ yo puedo llevarlos tranquilamente._ sostengo los libros fuerte contra mí, aunque ni siquiera puedo llegar a rodearlos completamente con los brazos. Si coloca los que él sostiene, me llegarán hasta el cuello y me veré ridícula. Él se ríe y sacude la cabeza.
_Vaya, que eres obstinada, mujer.
_No lo soy.
_Lo eres. Dame estos, llevaré la mitad y tú la otra. Igualdad ¿está bien?_claro que aquí no hay igualdad en ningún sentido entre nosotros dos, pero asiento a su trato y él levanta uno de los libros. De repente mis brazos tiemblan por la falta de peso y el esfuerzo.
Pero yo podía llevarlos todos.
Caminamos de regreso a su habitación y me ofrezco a traerle la merienda.
_Lo siento, Lenore, pero hoy sí que necesitaré ese café._ me confiesa. No se por qué, a mi no me interesa lo que decida beber.
Le traigo el café, con sus adorados cupcakes que devora en segundos y me siento en mi banqueta asignada. Él, por su parte, se ha sentado a la mesa con los libros desparramados y escribe como loco en unos grandes cuadernos mientras mira de uno a otro. En realidad, no se ve tan sencillo lo que hace. Está leyendo de cuatro libros a la vez y anota después de leerlos todos, releyendo aquí y allá para completar unas complicadas anotaciones llenas de flechas y cuadros y también algunos rayones.
_Esto es un mamarracho._murmura, rayando arrebatado sobre la hoja y sacudiendo la cabeza. Después inhala y exhala ruidosamente y se sacude el cabello oscuro con una mano.
_Necesito más café.
Pasan varios días en que James Alcott se recluye en su habitación a estudiar. Reniega de los libros, habla sólo, se queja de la falta de información, se queja del exceso de información, pega trozos de hoja sobre los escritos para hacer correcciones mientras refunfuña y luego se arroja en el sillón simplemente a leer los apuntes que ha creado.
Es particularmente gracioso observarlo en esta situación, porque además de lucir desesperado o aburrido, estampa en su rostro unas facciones de concentración muy llamativas. Concentra sus pupilas en el texto tensando los párpados, aprieta los labios y frunce el ceño. Lo encuentro fascinante porque nunca antes he visto a una persona tan, pero tan concentrada en un texto o en alguna cosa por tanto tiempo.
Ahora, se ha echado en el sillón con sus hojas escritas. Desde aquí puedo ver su levemente respingada nariz y sus labios entre abiertos. Luce inmóvil, mientras respira ritmicamente y su pecho sube y baja...
¡Se ha dormido!
Me acerco unos pasos y lo observo mejor. Efectivamente, aún mantiene el cuaderno erguido entre sus manos pero sus largas pestañas descansan sobre los pómulos masculinos.
Verlo dormido tiene otro tipo de belleza. James Alcott durmiendo parece un muchachito. Su pecho sube y baja al compás de una tranquila respiración, su rostro está relajado, el cabello está un poco revuelto y las comisuras de sus labios suben suavemente en una permanente sonrisa suave. En medio del sueño podría ser catalogado como "El Bello Durmiente".
¿Quién debiera despertarlo?
Me entran ganas de reír, por las idioteces que estoy pensando y decido mejor deambular junto a la mesa. Hay muchos libros dispersos pero no me atrevo a tocarlos ni a ponerme a leer. Él podría despertar en cualquier momento. Además, de verdad hay muchas lecturas aquí y estoy segura, en realidad cualquiera lo estaría, de que él no planeaba dormir una siesta. Quizás debería despertarlo.
Me giro a verlo. Me da lástima hacerlo, pero ¿qué sucede si él necesita del tiempo que está desperdiciando en una siesta?
De a poco me acerco y le echo una ojeada curiosa a su cuaderno. No se qué es lo que ha tratado de escribir, su elegancia se pierde cuando apoya un bolígrafo sobre el papel ¡Qué letra más espantosa! Parece como si se hubiera estado infartando mientras escribía. Las curvas son grandes e ininteligibles, no se siquiera cómo él mismo logra entender esos trazos.
Sonrío. James Alcott no podía ser perfecto, ¿verdad? Al menos escribe horrible.
Vuelvo a mirarlo y me detengo en sus labios que exhalan suavemente con la cadencia de su sueño profundo.
Despiértalo, Lenore.
_Amo._le hablo,echándome para atrás._amo._no hay respuesta. Supongo que debe estar agotado, lleva días sin salir de esta habitación y sin despegar las pestañas de los libros.
_amo.-suspiro resignada y vuelvo a acercarme. Tímidamente le doy unos toques en el hombro.
Tal vez debería dejarlo dormir...
James Alcott se despierta y abre lentamente los ojos para luego apretarlos fuertemente a causa de la luz.
_¿Lenore?_ ¿tal vez no debía despertarlo?
Él sonríe con los ojos aún cerrados, inhala profundamente y se despeina el cabello.
Me aparto rápidamente hacia mi asiento designado y le digo:_ lo siento si me equivoqué. Creí...creí que era importante para usted...estudiar..._ acomodo mi trasero en la banqueta y cruzo las manos sobre la falda de mi vestido.
James Alcott se sienta parcialmente en el sillón y se pasa una mano por los ojos.
_Por supuesto..._dice, casi puedo oír la sonrisa en su voz. Mi amo casi siempre está de buen humor, es diferente a Michael Bomm, quien me hubiera abofeteado si me equivocaba al despertarlo._muchas gracias, Lenore._se levanta de un salto y levanta los brazos para estirar el cuerpo mientras bosteza. Aparto los ojos y miro mis manos.
_¿Desea que le traiga más café?_una risa suave me llega hasta los oídos.
_Me dará dependencia y más ansidad, aunque no creo que me de insomnio. Hay demasiado texto peleando contra ello._ me pongo colorada ante su respuesta ¿Cómo puede recordar eso aún? Preferiría que lo olvidase, pero muy en el interior me siento orgullosa de que lo haga y una sonrisita involuntaria se expande por mi rostro.
Me acomodo un mechón de pelo que se acaba de caer del moño que llevo y me limito a mirar el piso de mármol.
_Supongo que un café estará bien. Será el último, lo prometo. Mañana es el examen._levanto la cabeza y lo observo, antes de darme cuenta de que debo ir a la cocina.
_¡Por supuesto!_me muevo de un salto y llego a la puerta con un trotecito hiperactivo.
Carmen prepara una merienda de reyes, como siempre, repleta de masas dulces de diferentes tipos. Atravieso el corredor rápidamente cargando la bandeja dorada para que mi amo pueda obtener algo de materia prima para el cerebro.
_¡Santos Narradores!_la voz aguda de Bridgette Landon me sorprende y la bandeja se balancea en mi mano mientras intento tomar el pestillo de la puerta para cerrarla_¿Por qué no avisas que estás por entrar?_me chilla.
_lo siento,ama._No sabía que una esclava tenía que golpear la puerta y dejar de ser invisible.
_Bridgette..._es la voz de James Alcott.
_¡ni un mensaje, amor mío! ¡ni uno! ¿Hasta cuándo?_me provoca girar los ojos su voz falsa y empalagosa. Me acerco a la mesa intentando ignorar los arrumacos y deposito la taza de café antes de desparramar los distintos platitos y fuentes con deliciosos postres.
_Te lo dije, cariño, estoy estudiando...
_¡Eso tiene muchas calorías, James! Tienes que dejar de comer esas cosas._ vaya, el tipo no es esclavo, pero viene una boba y le prohíbe disfrutar de la comida. Su voz es tan molesta... pero como suele hacer mi encantador amo, se ríe de lo más galante. Si se ríe con esa mujer es porque es igual o peor de memo. Y pensar que alguna vez creí ver un brillo de inteligencia en sus ojos...
Me giro y me coloco en el rincón de la sala, evitando mirar a los otros dos ocupantes del lugar.
_No te preocupes._la tranquiliza él.
_No quiero un esposo con el vientre fofo._ bufo para mis adentros. Bridgette Landon me pone de mal humor.
Y sí, James Alcott es igual de memo ¿Cómo puede hallarse tan cómodo con una mujer así de superficial? No se por qué, pero me siento un poco decepcionada.
_Tengo que continuar estudiando, Bridgete..._le dice él, con voz profunda. Mi mirada curiosa se desliza hacia la punta de la mesa, donde la atrevida rubia se encuentra sentada sobre los muslos de mi amo. El escote le llega hasta el ombligo.
Sacudo la cabeza.
¡Hombres! ¿Cómo le va a molestar esa cantidad de pecho descubierto aunque se la pase hablando incoherencias?
_Podríamos salir esta noche._ella ignora lo que él acaba de decirle. Esa mujer no tiene remedio.
_Mañana. Tengo que seguir estudiando.
_¡Eres tan aburrido!_Bridgette se levanta de un salto y se dirige a la salida meneando las caderas_¡mañana! Pasa por mí a las ocho._y así sin más se va, dando un portazo en la fina puerta orlada en oro. Que irónico que esta mujer pertenezca a la tan selecta y presumida clase alta, cuando manifiesta menos educación que los esclavos más humildes.
Como siempre que la prometida de mi amo se retira, le acompaña un momento de silencio. Noto la penetrante mirada de James Alcott sobre mí. Se aclara la garganta y bebe de su taza de café, después alcanza su cuaderno y se dispone a leer.
_¿Quieres una galleta, Lenore?_dice al cabo de un tiempo.
_No, amo._otra vez esa pregunta_gracias.
_¿Por qué no?_pregunta.
_No es propio.
_No es propio._me imita, como si fuera un niño. _vamos, toma una._se levanta de su silla y se aproxima a mi rincón con una bandeja de galletas. Me sonrojo mientras siento que invade mi territorio. No debe estar aquí sino sentado mientras yo le ofrezco las galletas a él.
_No, amo, no tengo hambre..._le digo, mientras intento alejarme, pero me ha acorralado entre las dos paredes de la esquina y sacude la repleta fuente de galletas ante mi.
_No importa._me contesta, tiránico._toma una, aunque sea.
_No._me planto. No puede obligarme a comer una de esas deliciosas galletas rellenas de crema y trozos de fruta que se derriten en el paladar si yo no quiero. Porque no las quiero.
Una divertida sonrisa surge en sus labios llenos tirando una comisura hacia arriba. Y recuerdo que James Alcott se ríe de cualquier cosa, se ríe de los comentarios de su espamentosa prometida.
_testaruda._lo miro de forma desdeñosa y no le contesto nada, poco dispuesta a devolverle la simpática sonrisa._te prometo que son ricas. Catrina es muy buena pastelera._¿Cómo sabe que la esclava que las hornea se llama Catrina? De hecho, yo ni siquiera se como se llaman las mujeres de la cocina aún y voy hasta allá todos los días.
James Alcott vuelve a reírse y sacude la cabeza _¿Qué?_me pregunta.
No se qué decir, así que vuelve a ofrecerme una galleta._Una no hace daño._parece que no le importa que su prometida le haya pedido que deje de comer cosas calóricas y toma una galleta al azar. La muerde, como si le enseñara a un cavernícola cómo debe masticar.
Me enfada. Me enfada que crea que es superior a mí.
_No quiero una galleta, James Alcott._suena como una regañina y tarde me doy cuenta de por qué lo hace.
Mi amo suelta una enorme carcajada y se aleja con la bandeja hacia su sitio. Me permito respirar y me doy cuenta de que estaba con todos los músculos contraídos. Me duele la mandíbula.
_Me hiciste acordar a mi institutríz._de nuevo, no le respondo, y él me mira con ese brillo travieso en los ojos mientras se carcajea otra vez de mí. Pero parece que decide dejarme en paz, por el momento.
_Lo intentaré mañana, de nuevo._suscita.
_Volveré a decir que no.
_O tal vez esta vez me dirás que sí._contesta, mientras ojea sus espantosos apuntes. Pongo los ojos en blanco y me siento en la banqueta azul, evitando notar el calor en mis mejillas.
_¡Ah!_exclama él_ ¿me pasarías ese cuaderno?_señala una pequeña pila sobre la barra y tomo el que está encima. Uno de sus inarticulados trazos se ubica en la parte inferior refiriendo que es el cuaderno de "Historia de las civilizaciones antiguas. Política."
Buddy me contó que hace muchos años el país tenía una organización diferente, mucho antes del Terremoto de Japón y la Gran Ola que destruyó las costas. Y me dijo que antes de eso el hombre también se había organizado de otras formas, alguna vez no hubo esclavitud. Si hubiera nacido antes, tal vez podría haber leído sobre las civilizaciones más viejas. Podría haber escrito mis propios apuntes para estudiar.
Observo nostálgica el cuaderno verde mientras lo translado a las manos de James Alcott. Cuando levanto la vista él me está mirando de esa forma tan peculiar, como si viera mi alma en el proceso.
Me giro rápidamente y vuelvo a sentarme en la banqueta.
_Gracias._me dice. Asiento con la cabeza y espero que pase el tiempo.
Apenas transcurre media hora cuando oigo el intercomunicador.
_Amo, Dominique vendrá a asistirlo ahora. _le informo, mientras me levanto para hacerle una reverencia formal.
_De acuerdo. Gracias por tu tiempo._sonríe amablemente y me saluda con un movimiento de la cabeza.
No puedo evitarlo, lo observo antes de decirle:_muchos éxitos para su examen de mañana_y luego salgo de la habitación.

Fairytale (Fairytale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora