CAPÍTULO 20

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_Levante todas esas órdenes. _le digo, nada más verlo entrar por la puerta sin ninguna compañía que interfiera con lo que tengo que decir y su urgencia.
_Hola a ti también._me sonríe, mostrando los dientes de forma alegre._¿Qué tal te ha ido la tarde? Perfectamente, gracias ¿Y a ti? Igual, he muerto calcinado por el Sol, pero aquí me encuentro._me cruzo de brazos mientras escucho cómo pregunta cosas y se contesta sólo para burlarse de mí.
_¿Ya ha acabado?_él gira los ojos y camina a zancadas hacia la otra habitación. Le sigo detrás, medio trotando porque sus piernas son más largas que las mías, mientras veo sus manos estirando la corbata azul que lleva anudada al cuello. Desde mi estatura, en esa postura su espalda se ve muy ancha.
_Creo que tengo varias cosas para charlarme. Pero mi prioridad es refrescarme un poco antes de continuar hablándome a mí mismo._su saco negro desciende por sus brazos en un bajo fru fru, dejando a la vista una camisa blanca de aparentr tela suave y fina. Y luego se gira hacia mí alzando las cejas...entonces me doy cuenta de que le he seguido hasta el vestidor y me he metido dentro con él como si tal cosa. Me pongo lo suficientemente roja como para que me persiga un toro y mis ojos caen hasta el cuello de su camisa. Su piel también está colorada, pero por el Sol. La punta de su respingada nariz trae un exceso de color y sus ojos azules resaltan más por el contraste.
_¿Ha venido caminando?_pregunto, olvidándome por un instante de que estoy parada en medio de su vestidor.
_Bridge quería dar un paseo.
Bridge.
Doy un paso hacia atrás y hago una media vuelta_Lo siento._le digo, apresurándome fuera de la elegante habitación_Le daré privacidad.
Me acerco hasta las puertas dobles y las cierro sin mirar atrás para después quedarme en el comedor, de donde no debería haber salido, para empezar. Mi amo se demora bastante, tal vez se ha tomado tiempo en su enorme hidromasaje o buscando ropa apropiada en el mar de prendas dentro de los cubículos, quién sabe.  Reaparece muy relajado después de veinte minutos. Se sacude el cabello húmedo con la gruesa toalla de color blanco y me mira con una leve sonrisa. Algunas gotitas de agua aún se detienen en sus pestañas, pégandolas juntas, haciendo lucir sus ojos como los de las muñecas.
Aparto la mirada y veo el suelo en un intento patético de comportarme como una esclava. Ha perdido todo el sentido desde que me ha dado ese libro. Y desde que tengo que estar regañándolo por torpe._¿Ya podemos conversar, amo?
_No me da mucha confianza si vas a hablarme así._arrugo las cejas con extrañeza y pregunto:_¿Así, cómo?
_Como mi esclava. Ya somos amigos, ¿verdad?_me río un poco y niego con la cabeza.
_Ya le he dicho que no somos amigos. _veo como sus pies descalzos se detienen justo frente a mí, ocultando un trozo de superficie en el mármol. Oigo un leve chirrido cuando mueve una silla girándola para quedar hacia mi lado y se sienta completamente despatarrado. No hay rastro del estirado hombre de clase alta que viste trajes en las calles. Tiene un pantalón de color gris pálido y una remera un poco suelta de algodón, como si estuviera por ir a la playa. Parece un muchacho más, pero no lo es.
_Ah, ¿no? O sea que sólo me tuteas cuando te hago enfadar._arrugo el gesto como respuesta y él se ríe._Lo recuerdo. Incluso me llamaste por mi nombre completo, como una institutriz.
_Tal vez..._murmuro, aunque recuerdo perfectamente que me excedí y hasta lo traté de ignorante.
Su sonrisa se amplía.
_Entonces ya podemos dejar el "amo" de lado._niego con la cabeza.
_Sería una completa pérdida de respeto. Además, tenemos cosas más importantes de las qué hablar.
_Vaya,_se rasca la cabeza con sorna._entonces perdí tu respeto muchas veces antes.
_Lo siento._le digo. No se a qué viene todo esto, pero me hace sentir culpable por todas las cosas malas que le dije.
_Sólo bromeo._dice, al notar mi expresión._Pero preferiría que olvidaramos el asunto del amo. Se supone que confías en mí, ¿cierto?_sacudo la cabeza sin entender su razonamiento y elevo un hombro.
_Pero sigue siendo mi amo._él suelta una carcajada masculina que hace estremecer mis nervios.
_Qué complicada, cielo santo._eleva los brazos hacia arriba y luego arrastra los dedos por el rostro estirando las facciones cómicamente. _Sólo dime James. Me molesta que me llames "amo". Lo odio, sinceramente. No me gusta, no quiero oírlo nunca más.
_Se está comportando como un caprichoso, y me está quitando la posibilidad de hablarle de algo serio._le digo. Si de verdad le molesta eso, le molestará la casa entera porque siempre va a ser nuestro amo.
James Alcott se levanta y camina dos pasos más cerca de mí._No puedes llamarme "amo". Si lo sigues haciendo no te daré más libros._Bueno, esto es indignante. Primero me promete que me dará todos los libros que desee y luego me los prohibe por tratarlo de amo. Se los puede meter por su bonito trasero fino.
_¡Entonces no los quiero!_me planto, colocando las manos en las caderas. Él levanta la mirada y me observa debajo de sus largas pestañas. Es un pecado que tenga esos ojos siendo un hombre.
Sus dientes blancos asoman entre los labios y echa la cabeza hacia atrás. _Me gusta cuando te enojas.
_No estoy enojada._me quejo.
_Sí, lo estás.
_¡No lo estoy! ¡Y tiene que quitar esas extrañas órdenes sobre la comida de los esclavos!_James Alcott levanta una ceja y se gira con aires ofendidos para volver a echarse sobre la silla.
_Creí que eso te gustaría._dice. Eso me sorprende, bueno, él no lo haría sólo por mí, ¿cierto?
_Ah...me gustan los cupcakes...
_¡Bien!_exclama él, recobrando la sonrisa._problema solucionado.
_No, usted no entiende..._intento explicarle, pero él revolotea los ojos y continúa refregando la pequeña toalla por su cabello oscuro y revuelto.
_No hablaré del tema si se me sigue tratando como a un anciano.
_¡No estoy...!_Narradores del infierno, a veces James Alcott se comporta como un mocoso. Y lo hace completamente adrede para molestar, porque tiene ese brillo diabólico en los ojos que lo delata._Si me acostumbro a llamarlo por su nombre, podría meter la pata y hablarle así fuera de la habitación. Y de veras que no quiero comprobar qué ocurrirá si lo hago._ no quiero darle lástima ni nada parecido, pero no se me ocurre nada mejor para que lo comprenda ahora que ya ha visto con sus propios ojos cómo me han castigado una vez. Aún así, mi amo alza los hombros, restándole importancia.
_Es una posibilidad, pero se que no cometerás ningún error. Sólo será aquí, en esta habitación tendremos toda la igualdad que se pueda. No quiero diferencias aquí dentro._me deja boquiabierta. Sólo a un insano se le ocurriría hablar de igualdad con un esclavo. Quiero preguntarle si de verdad se está escuchando y no le parece que algo dentro de su cabeza está haciendo cortocircuito, pero en lugar de eso se me escapa la risa.
_Estás loco, James Alcott._le digo finalmente. Él no se ríe, me observa con seriedad y los ojos bien abiertos. Finalmente se levanta y mientras camina rodeando la mesa para ir hasta su habitación me pregunta sin siquiera echarme un vistazo_¿Entonces estamos de acuerdo?
_Sí._contesto, sin pensármelo mucho, siguiendo su espalda húmeda por el agua del cabello mientras él se mete otra vez a los aposentos.
Pasa un momento hasta que regresa otra vez. Ahora sonríe de nuevo, a su modo tan simpático y sincero,ya no trae el cabello goteando._Bien ¿De qué más querías que conversáramos?
_De la comida...
_No hablaré de eso.
_Pero..._mi amo se echa en el sillón y cruza las piernas para observarme con decisión.
_No voy a cambiar eso. Ya hablé con Carmen, quiero que todos esten bien alimentados._otra vez la familiaridad al hablar de la mujer de la cocina. Me pica la curiosidad, pero no quiero ser una cotilla y preguntarle.
_Lo estamos, no hace falta comer panquecitos para alimentarse. Eso no es normal para nosotros y podría traerle problemas._él ladea la cabeza y parpadea con lentitud.
_Me colgarían, lo sé._me paralizo cuando lo oigo. Me di cuenta de que él había estado informándose cuando me dió ese libro, pero oírlo admitir abiertamente que lo asesinarán por lo que está haciendo me retuerce el estómago. No quiero ni siquiera imaginarlo, sería revivir lo que pasó con Buddy...no quiero ver a James Alcott así. Tiemblo de sólo recordar esa imagen.
_No quiero que eso pase..._murmuro.
_Se cómo tengo que hacer las cosas, Lenore. Soy un político._me sonríe de forma tranquilizadora._No tengas miedo, no dejaré que nada malo te pase._sus palabras son un bálsamo para el alma. Siento calor derramándose en mi cuerpo cuando veo las comisuras de sus labios levantándose hacia arriba y sus ojos tan transparentes. Confío en él, pero no temo por mí, ni siquiera me importa lo que puedan hacerme porque eso siempre estuvo latente desde que nací siendo una esclava.
_Eres tú quien me preocupa._le digo. Mi voz se oye ronca, desearía tener un vaso de agua a la mano, pero no hay, así que bajo la cabeza y continúo hablando:_Espero que todos aquí vean lo mismo que estoy viendo,o seré yo quien no pueda protegerte.
Mi amo parece quedarse sin palabras y me mira con los labios entreabiertos. El aire se vuelve pesado y no puedo apartar mis ojos de los suyos...y de su boca en aquel gesto sorprendido.
Un fuerte golpe en la puerta me devuelve a la realidad obligándome a pegar un salto involuntario y a levantarme inmediamente de la banqueta. Apenas alcanzo a agachar la cabeza cuando una de las hojas se abre y un hombre entra a la habitación. Me doy cuenta de que esta visita es diferente a las otras cuando mi amo se levanta poniéndose al instante tan erguido como un militar, los brazos detrás del torso, para recibir a quien acaba de entrar a la sala.
Debería mantenerme en mi papel y comportarme, pero dicen que la curiosidad mató al gato. Alzo la mirada para ver a Markham Alcott por primera vez y me sorprende notar el poco parecido que James guarda con su padre. Es un hombre bastante adulto, pero no anciano, de cabellos rubios pálidos y la piel tan blanca como la de Audrey Alcott.
_Padre._le saluda mi amo, y mi piel se pone de gallina al notar la frialdad con la que Markham Alcott lo observa. Sus rasgos parecen hacerse más duros, como si estuviera observando a un insecto asqueroso.
Vaya amor de padre, ni siquiera lo saluda de vuelta. Arrastra la mirada por la ropa informal de James y luego la pasea por la habitación con desgano. Alcanzo a mirar el suelo de mármol cuando sus ojos se detienen en mí. Demora un instante, tal si hubiera encontrado una mancha en la pared, y hace exactamente lo que presiento que hará:camina algunos pasos lentamente para acercarse y se detiene justo frente a mi figura, allí al lado de la banqueta de la barra.
Me tiembla el trasero mientras siento sus ojos perforando mi cráneo. Me estudia como a algún patético bicho siendo disecado.
_Padre, ¿a qué has venido?_la voz de mi amo intenta ser curiosa, pero hay procupación allí. Quiere que su padre deje de observarme como lo hace, pero Markham Alcott no se aleja. Por el contrario, se inclina acercando su rostro al mío, casi puedo sentir su respiración caliente sobre mi frente. Bajo más mi rostro, clavando la barbilla entre las clavículas en la base del cuello y me obligo a mantener la vista fija en los patrones abstractos del mármol. Si cierro los ojos, sabrá que tengo miedo. Si lo miro, lo estaré desafiando. No mostrar ninguna emoción o más bien ser retraída será lo normal.
Parece una eternidad, el tiempo que me observa hasta que finalmente se aleja y se aloja en uno de los sillones.
_¿Es tu nueva esclava?_cuando se sienta puedo sentir aún el efecto de su mirada sobre mí.
_No._explica mi amo, quien por el ruido y mi visión periférica noto que se ha sentado en otro sillón._ya lleva aquí unos pocos meses.
_Hmm..._es toda la respuesta que recibe y entonces he dejado de ser un objeto de interés._Pasado mañana empezará la fiesta que organizó Audrey. Aprende los nombres de los Narradores, vendrán algunos.
_¿Los Narradores...? Vaya...¡Sí, está bien! Lo haré._ La voz de mi amo suena sorprendida y hasta un poco entusiasmada. Imagino que para él, como para todas las clases altas, conocer a los Narradores es como un sueño hecho realidad.
Markham Alcott se levanta del sillón y se aleja hacia la puerta sin dedicarle una mísera última mirada a su hijo.
_Hazlo bien. No quiero más errores._no dice "hasta luego"ni siquiera un "vete al infierno". Abre la puerta y tan de repente como llegó, desaparece. Un mago lo llamó Bjorn.
Me doy cuenta de que estoy sosteniendo el aire sin recordar desde qué momento en particular, y lo suelto lentamente. Enseguida noto el calor bañando mis mejillas y todo el cuerpo como una cascada. Estoy sudando y me tiemblan todas las extremidades.
Santo infierno, podría haberme orinado encima si no hubiera estado contrayendo todos los músculos.
_¿Lenore? Ese es mi padre._me explica James, a pesar de que ya he oído.
_Un hombre muy simpático._le contesto, soltando una risita patética y apartando el cabello despeinado que se me ha pegado en el cuello. James suelta una carcajada.
_Bienvenida a mi mundo. Tendremos que empezar a poner llave en la puerta.

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Hola, hola!!! ❤ al final, ganó la opción de hacer una trilogía 😀😀😀, así que debo decirles que falta poco para que termine la primera parte. Aunque no desespereis, lectoras mías, no se todavía cuánto pero creo que faltan más de diez o quince capítulos (como medio libro, yo le llamo poco 🤣), al menos teniendo en cuenta lo que tengo planeado para este libro.
Estaba pensando en que tal vez debería de cambiar la portada, aunque hace siglos que no uso photoshop y busqué imagenes pero siento que nada, absolutamente nada, representa a Fairytale 😑 qué opinan? Cambiamos de portada?
Y qué opinan sobre el padre de James? Jiji un viejo bastante mala onda 🤣

Fairytale (Fairytale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora