CAPÍTULO 3

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Aquí dejo el capítulo que sigue para que se entretengan hasta que suba el 4.
Y como ven, dejo una foto en multimedia. Cada uno se imagina los personajes a su manera y yo, que estoy escribiendo tengo una SERIA obsesión con los ojos azules y el cabello oscuro. Sorry. Así que así describí a James. Más bien me lo imaginaba más como Armie Hammer, pero me encontré con esta foto de casualidad...Y por Dios, creo que ESA es la mirada de mi James!! No se qué piensan ustedes, pero qué ojazos!!!
*momento de baboseo*
Ahora sí, aquí va el capítulo 3

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"Los esclavos no tienen horarios fijos para las cuatro comidas diarias integrados en sus sistemas corporales. Tampoco siguen dietas estrictas o particulares. Sus cuerpos son más fuertes y resistentes que los de la media, por ende, no requieren demasiada variedad de alimentos o cumplir necesariamente con la pirámide alimenticia. Con una infusión nutritiva son capaces de mantener la Energía durante todo el día. Y lo más increíble es que no son tentados al extremo con azúcares o grasas de mala calidad como el resto de los mortales. Impresionante."
Del Código de los Esclavos

Creo que casi me desmayo cuando James Alcott ingresa a la sala privada y se coloca sonriente delante de mí. Definitivamente, no está cuerdo. No es normal que un amo tenga comportamientos semejantes, pero así es.
Sus dientes son tan blancos como las nubes en día soleado y sus ojos azules tienen esa extraña luz que proviene desde el interior. Es como si mi amo fuera una carcaza vacía con una lamparita en su interior. Supongo que la luz se enciende, pero no debería hacerlo al hablar conmigo. Aún así, allí está.
_Deberías sentarte._me dice, señalando la estúpida banqueta. Mis brazos se mueven por voluntad propia para cruzarse sobre mi pecho, en señal de desafío, pero afortunadamente reacciono a tiempo. Bajo la mirada, tan dócil como puedo, y aprieto las manos juntas sobre la larga falda azul de mi uniforme.
_No es propio ¿Desea que le sirva un café, amo?_oigo como chasquea la lengua.
_Por favor, ¿esta será la guerra de los cien años? _me responde, con tamaña frase absurda._vamos, siéntate, Lenore. Traigo noticias._frunzo el ceño, confundida.
¿Noticias? ¿Noticias de qué?
_Creo que debo darte las gracias._ continúa._has sido una inspiración. No pongas esa cara._advierte.
_¿A qué se refiere?_pregunto, con la voz en un hilo. De repente me tiemblan las piernas y siento un vacío en el estómago. Tal vez estoy por descubrir que James Alcott es un despiadado engendro que le ha puesto mi nombre a algun tipo nuevo de tortura, o algo similar.
_Ah, vamos, siéntate, por favor. No voy a decirte nada si no lo haces._me entran ganas de bufar. Entonces, miro su sonrisa con mala cara y odiosamente me muevo para dejarme caer bruscamente sobre la banqueta. La curiosidad me mata.
Y de nuevo, he sido impulsiva en su presencia. No está bien, pero sus ojos parecen brillar aún más, seguramente porque logró manipularme. Se ríe y se aleja para arrojarse elegantemente sobre uno de los mullidos sillones. Coloca los pies vestidos con sus finos zapatos de cuero sobre la mesita, logrando aún así verse natural y muy relajado, como si aquella postura fuese lo más apropiado del mundo. Aunque nadie pensaría que un hombre de su clase social pudiera sentarse de esa forma.
_Ya era hora._se queja, sin borrar la sonrisa, que ahora se ha vuelto torcida.
Bajo la vista al piso claro, reprendiéndome por seguir rompiendo las reglas. No le devuelvo la sonrisa, solamente espero.
_Bueno..._comienza, con la voz un tanto más baja, como si de repente ya no supiera qué decir._me has contado que te gustan las festividades. He logrado que se organice una nueva fiesta en Fairytale, con la esperanza de que se convierta en un evento anual._ vaya, ¿y eso por qué se supone que tiene que ver algo conmigo? No le respondo, extrañada por el rumbo de sus palabras. No es lo que esperaba._ Se supone que debo suplantar a mi padre en el consejo, algún día..._ explica, otra vez con ese raro intento de camaradería_ y suelo ir algunas veces a escuchar. Hoy sin querer, lo propuse, recordando nuestra conversación de ayer. Tal vez logre atraer turistas a Fairytale, pero creí...bueno, creí que tal vez te gustaría. A ti y a Dominique. Y a tus amigos. Bueno, a todos._sus palabras parecen chocar una con la otra, por la rapidez con que las pronuncia. No puedo evitar, una vez más, alzar la vista hacia él.
¿Lo propuso porque yo, una criada, le dije que a los esclavos nos gustan las festividades? Me es dificil de creer, pero sus ojos se ven tan sinceros...
_Gracias._le respondo, sin saber muy bien qué decir.
James Alcott me obsequia otra pequeña sonrisa torcida y se levanta de un salto del sillón._Iré a...-señala las puertas de su habitación, y sin completar la frase las atraviesa a zancadas, perdiéndose en su interior.
Me quedo allí, sentada en la banqueta. La verdad que es cómoda y mis pies empiezan a doler por el repentino descanso mientras los músculos se relajan. Suspiro y miro las puertas cerradas de la habitación. James Alcott reaparece al cabo de unos cuantos minutos. Como siempre, se ha quitado el saco y la corbata y también los zapatos y las medias. El pulcro cabello oscuro ahora se encuentra despeinado pero en aquella manera tan natural que de ninguna forma puedo llevar yo. Él, después de uno de sus cansadores días, lleva el aspecto de un modelo de revista. Yo, ni siquiera en días tranquilos debo lucir así. Imagino que ahora mismo tengo un rostro destruido y me entran ganas de acomodarme, al menos, el moño que llevo en el cabello. Me hago conciente de que soy una mujer, y ninguna chica querría verse así de mal delante de un hombre tan guapo. Pero soy una esclava. Nadie se fija en mí de todos modos. Esos impulsos son absurdos.
_¿Le traigo su café, amo?_ una mueca pequeña aparece en su bonito rostro, pero desaparece casi al instante.
_¿Qué tal un té?_ no puedo evitar sonreír, recordando nuestra extraña conversación de ayer. No parece enojado ni intrigado por las palabras que le dije.
_¿Desea un té?_él asiente.
_Para variar. Mucho café hace daño._otra vez esa sonrisa torcida.
_De acuerdo, ¿Qué tipo de té le gustaría?_ entonces me mira, sorprendido, con los ojos grandes.
_¿Hay distintos tipos de té?_ mi recientemente descubierta mitad impulsiva suelta una risita. Me hace un poco de gracia su expresión y su pregunta. Si entramos en detalle, también hay varios tipos de café, pero no se lo digo. No es propio de una esclava ser una sabelotodo contestona. Aún así, no puedo evitar hacerlo con el té, sólo para burlarme de él.
_Te negro, rojo, verde, de hierbas, de frutas, de..._James Alcott levanta una mano, divertido, para frenar mi cháchara.
_Lo que sea. Confío en ti. Elige lo que te parezca._eso también está fuera de lugar. Un esclavo no podría saber lo que más le conviene tomar a su amo, pero ahí está._No tengo ni idea sobre té._agrega. Vuelvo a afirmar que comprendo a las criadas de la casa. Es imposible no devolverle esa sonrisa tan simpática, pero una parte de mí sigue desconfiando. Ni siquiera se qué té traerle. Le arrojé una taza humeante de café encima y no me echó a la calle, pero no quiero tentar a la suerte.
_¿Seguro que no quiere café?_ pregunto, incrédula.
_Voy a probar el té.
_Muy bien._hago una reverencia formal de rutina y me dirijo hacia la cocina. Allí todo está como siempre, los cocineros apenas levantan la mirada de sus creaciones cuando ingreso. Hay un fuerte aroma a hierbas y frutillas de las preparaciones para la noche. Algunos mozos salen cargando bandejas con galletas y facturas. Supongo que hay una pequeña reunión en alguna de las salas.
Le pido a Carmen el té para mi amo. Ella me observa extrañada pero no hace comentarios, solamente cumple con su tarea y prepara una bandeja dorada para que yo pueda cumplir con la mía.
_Aquí está._me dice, ofreciéndome el arreglo._Hoy no hay magdalenas, pero estas masas irán bien con el té._me mira frunciendo el gesto por lo disparatado que resulta James Alcott queriendo tomar el te con masitas por la tarde.
_Quiere cuidar su salud._se me escapa. No se porque, pero me parece bien defenderlo, después de todo el asunto de la infusión fue una metedura de pata mía. Mi amo está un poco loco, pero por ahora el te no tiene nada que ver.
_Ah, ¿en serio? ¡Por fin! Bebe café desde tan pequeño que me sorprende que no anduviera corriendo hiperactivo por ahí..._sacude la mano y chasquea la lengua. Luce como una madre hablando de su crío. Sonrío y me despido, por el momento, hasta que me envíen de nuevo por otro pedido a la cocina.
Salgo por las puertas manteniendo la bandeja en equilibrio. Esta vez está bastante pesada, pero el peso simplifica un poco la carga. He mejorado bastante como camarera esta última semana, pero todavía me cuesta un poco mantener la bandeja derecha y sin ruidos.
Atravieso la escalera y el ostentoso pasillo hacia la habitación de mi amo. Nada más abrir la hoja de las puertas dobles puedo sentir su penetrante mirada sobre mí. La maldita taza me delata vibrando sobre el plato de porcelana orlado con detalles dorados y las masas dulces se deslizan peligrosamente desde lo alto de una fuente baja de vidrio, pero afortunadamente nada se va al piso. Intento ignorar esa sensación de ser observada y con la expresión más digna que puedo poner, camino hacia James Alcott. Deposito sobre la mesa, primero la taza de té, después los diferentes tarritos con azúcar, limón y miel, y por último las masas que se ven tan apetitosas, cubiertas con cremas de diferentes sabores y frutas brillantes.
Mi amo observa la taza frunciendo el ceño y luego me mira. Otra vez, me atrapa espiándolo.
_Es te negro._salto._...creí que sería un poco más cercano al café, porque es amargo... no había magdalenas hoy.
_Muy bien._dice él, tomando dos cucharitas colmadas de azúcar y colocándolas en la infusión. Revuelve un poco y luego le echa un vistazo antes de tomar un trago.
_¡Está bastante bueno!_exclama._¿Por qué nunca probe uno de estos?_me entran ganas de reír, pero lo controlo ¿Cómo un hombre de la alta sociedad jamás ha bebido te? No es que sea lo más rico del mundo, pero todos conocen el te. Los esclavos lo bebemos todo el tiempo porque es económico, tal vez ahí está la diferencia. Es una bebida para pobres.
_¿Nunca?
_¡Jamás!_vuelve a dar otro sorbo y continúa_ Extraño, ¿cierto? Me he pasado la vida bebiendo café. Cuando niño tomaba leche con chocolate._ ¿Acaso jamás ha estado enfermo como para que deba beber un te caliente? Supongo que sus padres podían pagarle las mejores medicinas. Ni siquiera se ha visto forzado a dejar de saborear los manjares que le gustan por una semana o dos.
_¿A ti te gusta el te, Lenore?_siento sus ojos clavados en mí, otra vez. Ese extraño nudo aparece en mi garganta como siempre que intenta sacar conversación y hacer tantas preguntas. No se por qué lo hace y eso me come los sesos.
_Sí, amo._respondo.
_mmm..._oigo el sonido de la taza cuando bebe otro trago y la vuelve a depositar en el plato._¿Quieres una? No voy a comer todo esto yo solo.
¿Qué? Se me acelera el corazón. Esto no puede estar pasando.
_¡Oh, no, no!
_Están buenas._toma la pequeña fuente y la dirige hacia mí.
_No._sacudo las manos desesperadamente en negación. Moriría por una de esas masas con crema francesa, pero podrían castigarme por ello._ Son para usted, amo.
_Podemos compartir._sacude la canasta otra vez, más cerca de mí. De algún modo, se que sonríe. Definitivamente, es un malnacido.
_No es propio._le digo, entre dientes._y no tengo hambre..._la voz me ha salido tan brusca que creo que necesito corregirme._Gracias y no se preocupe.
_ah, bien..._por suerte, vuelve a dejar las masas donde estaban y no dice nada más.
Luego de retirarle la merienda, James Alcott se mantiene un momento utilizando su móvil. Intento hacer lo posible por darle cierta privacidad, pero no puedo evitar observarlo. Tiene los labios entreabiertos mientras observa la imagen con atención. La suave curva de la nariz masculina contrasta con su fuerte ceño fruncido. Lo oigo exhalar ruidosamente cada tanto. Después se levanta y se acerca al escritorio donde está la tableta, pero no la toma. Agarra unos cuadernos y empieza a revolver en busca de lapiceras.
_Dejeme ayudarlo._le digo, en mi papel de esclava.
_Oh, no..._aún así agarro sus cuadernos a la espera de que me diga donde ubicarlos. Me observa entonces alzando la comisura derecha en una sonrisa.
_¿Debería preocuparme?
_¿Por qué?_pregunto, y bajo la mirada recordando mi lugar.
_Porque estas ayudándome a cargar mis cuadernos. Se supone que sea al revés ¿o no? Ni siquiera están pesados._No se qué responder a eso.
_No se preocupe, es mi trabajo, amo.
_Yo puedo llevarlos. _me dice._son sólo cuadernos._estira la mano para tomarlos. Resignada a su intento de caballerosidad miro los cuadernos. Hay etiquetas impresas pegadas sobre las tapas. Distingo algo sobre leyes y el nombre Fairytale pero no puedo ponerme a leer delante de él aunque me pique la curiosidad. Obligo a mis ojos a apartarse de las hojas y le entrego los cuadernos.
_¿Necesita ayuda para otra cosa?
_No._veo por el rabillo del ojo como sacude la cabeza._¿Por qué no te sientas? Has estado de pie, lo noté.
_No se preocupe, amo._otra exhalación.
_Vamos, Dominique no se queja ¿Por qué no quieres sentarte?_ ¿Dominique se sienta mientras lo atiende? ¿Y por qué no me lo dijo? No se si creerle.
_No me estoy quejando, amo._le respondo.
_Es una orden, Lenore. Siéntate._su voz es dura. No parece sonreír como cuando no puedo evitar devolverle la simpatía.
Hago una reverencia y me dirijo a la banqueta, donde me siento.
Mi cuerpo se relaja, pero no voy a decirle eso. No se supone que muestre lo agotada que estoy. Hace días que me duelen los pies. Cuando me toca limpiar la biblioteca es una delicia, porque apenas hay que quitar el polvo y disfruto mucho leyendo el lomo de los libros si hay oportunidad. Pero también he tenido que ayudar en el jardín, y no es un trabajo suave cuando hay que levantar macetas pesadas o hacer recolecciones. No hay descanso hasta la hora de la cena. Con suerte el trabajo no es tan ajetreado como para obtener una pequeña merienda, pero hoy no probaré bocado hasta las diez de la noche.
No observo a James Alcott a pesar de la tentación. Parece de mal humor. Ha depositado un enorme libro y sus cuadernos sobre la mesa de comedor y se ha puesto a leer con mala cara.
Al menos no va a darme conversación por un rato.

Fairytale (Fairytale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora