capítulo 1

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Subí los escalones a trompicones, jadeando, con el corazón latiendo a toda velocidad, notaba que mi brazo ardía. Las garras estaban ahí, habían dejado una marca profunda y sangrante. Ese endemoniado chico me seguía, apoyé mi espalda en la pared del pasillo, me dolía el brazo y la cabeza me daba vueltas. Me deslicé hacia el suelo, el chico me agarró y sujetó fuertemente. Le lancé una mirada asesina, lo último que necesitaba en ese momento era a un chico extraño y sobre natural tocándome las narices. Y, claro, sabía que seguía algo borracha, mi amigo el unicornio todavía me seguía. 

—Joder —me agarré el brazo y comencé a chillar de frustración y dolor— ¿Qué me has hecho? ¡cabrón!

—Tranquilízate… 

—¡Suéltame, bicho raro! —pareció sorprenderse.

—Me han llamado muchas cosas, pero bicho raro es pasarse un poco ¿no? 

—¿Y qué esperabas? —la cabeza me daba vueltas— saltaste desde un tejado, me arañaste hasta el hueso y… ¿De qué estaba hablando? 

Mi hermano abrió la puerta de su habitación, Alard lo miró y golpeó su estómago. 

—No… —fue lo único que alcancé a decir, a pesar de que vi su cuerpo caer. 

El dolor bajó hasta la boca, ahí sí que chillé con fuerza, me palpé los caninos, ¡crecían! ¡crecían a su antojo! ¡No, volved a vuestro sitio! Gruñí. Espera. ¿Gruñí? Me mordí la mejilla hasta hacerme sangrar. 

—Relájate, está comenzando la transformación.

—¿Cómo que la transformación? y… ¡Qué le has hecho a mi hermano, maldito psicópata! 

—¡Oye! 

Me miré los brazos, atónita, al ver que grandes mechones de pelo blanco empezaban a salir. ¡Me había depilado el día antes! ¡No fastidies!  

Empujé al muchacho, que se empotró en la pared. ¿Qué demonios? 

Me miró, yo empecé a correr como un loca. 

Corría por la calle, ir erguida se me hacía un tormento doloroso, antes de poder  darme cuenta, ya corría a cuatro patas. Miré a los perros de los vecinos, me ladraban con furia,  y aullaban. 

—¡Nala! —era ese pesado, que corría muy rápido,no había manera de darle esquinazo.

Aumenté el ritmo, salté una gran roca y entré al bosque. Por favor…por favor… Era hora de despertar… Ahora debería sonar mi despertador. 

Me empecé a sentir agotada, sin fuerzas, paré en seco y comencé a tambalearme. Cuando iba a caer, un cuerpo me retuvo. Lo último que oí fue: 

—Por poco, loba blanca. 

Hola, hola. Os dejo aquí el capítulo 1 de una historia Romántica y Lobuna.

Gracias por leerlo. EscritoraLebaniega.

El amanecer de un día peludo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora