Pasaron varios días hasta que mi herida curó, en esos días Alard y Carla estuvieron raros, pensativos, seguramente trataban de deducir quién me hizo eso. Me miraban la herida cada día, incluso buscaron fotografías en libros viejos para identificar mi marca . La casa en la que estaba era muy grande, hecha en su totalidad con piedra y vigas de madera. El techo era alto, la estancía fría y, al igual, confortable, una antítesis total. Me levanté de la cama por primera vez en días, di unos pasos tambaleantes hasta la puerta de la cocina, olía a avellano y roble, con un ligero toque a barniz. Era temprano, siempre me levantaba temprano y hoy, en concreto, me levanté a las cinco y media. Se me ocurrió hacer un desyuno para ellos, después de todo, me habían cuidado por una semana, más o menos, y tenía que devolverles el favor. Prepararles algo rico era lo mínimo. Al estar en medio del bosque, no podía ir al supermercado a comprar, por lo que me las tuve que ingeniar para preparar algo bueno. Fui al nido de varios pájaros y robé un huevo por nido (no cogí ningundo de los nidos que solo tenían uno). Luego recogí moras (no sabía si las otras serían comestibles) Acabé, en mi forma de lobo, colándome en el terreno de una granjera, me llevé unas cuantas naranjas y, sin que nadie me viera, volví a mi forma original y ordeñé una vaca. Con todo eso, preparé un gran desayuno, aunque causé un gran alboroto.
Yo iba muy feliz, con la bandeja llena de deliciosa comida humeante, ya oía voces en la habitación de Carla, así que fui a llebárselo. Dentro, diferencié más voces que las de ella. Una era Alard, otra... una chica desconocida y Toni. Por el olor, diría que todos eran lobos. Me puse a escuchar, sin siquiera una razón para ello, nunca debería haberlo hecho:
--... Ya te lo he dicho --era la voz desconocida más femenina que había oído en años-- por mucho que te caiga bien, solo nos traerá desgracias y problemas.
-- No Kan -- ahora era Carla-- no es eso... Llevo engañándola desde hace tres años, ella es perfecta para esto.
¿Tres años? Era todo el tiempo que llebábamos siendo mejores amigas. ¿Hablaban de mí?
-- Entonces... ¿Por qué no la matas de una puñetera vez? --la voz masculina sonaba serena pero frívola-- No me puedo creer que la convirtieras.
Desde luego hablaban de mí, ¿Me querían matar? ¿Por qué me convirtieron entonces? ¿No éramos amigas? Esa zorra... Todo esto fue un plan suyo, querrá hacer conmigo una clase de ritual raro.
-- Alard --la voz femenina otra vez-- ¿Y si nos vamos juntos a la poza mientras ellos se encargan? Los chillidos no me sientan bien.
¡Ah! lo flipé, esa tía hablaba de la misma manera de una cita que de un asesinato. Sin siquiera verla, me caía mal, ¿planeaba salir con Alard mientras que a mí me mataban? ¿Por qué me molestaba tanto?. La explosión final ocurrió cuando Carla abrió la boca.
--No os preocupéis, cuando esté dormida, le clavo un cuchillo en la nuca y listo, cuanto menos note mejor, sé que no es lo típico... Pero ella tampoco es típica.
Le di una patada a la puerta, que pasó volando por encima de ellos y chocó contra la pared, astillándose y haciendo un ruido sordo. Le lanzé el desyuno a la cara, todos me miraron atónitos.
--No os preocupéis por mi, ya me voy. Pero lo que deberías cuidaros cuando dormís, sois vosotros, porque soy de las que se vengan.
-- No, ¿Lo escuchaste? --dijo Al-- espera, hay expl...
Le lanzé una piedra decorativa y esta le golpeó la cara, haciendo que diera unos pasos hacia atrás.
--¡Idiota! --chillé. Me di la vuelta y corrí a la puerta, Alard corría detrás de mí. Me transformé y salí a la velocidad de una flecha. Seguí corriendo durante mucho rato y, por fin, le perdí de vista. Volví a mi forma original, jadeé desesperada y me hize un ovillo entre las raíces de un árbol. La herida me sangraba, solo quería desaparecer. Ante un creciente rastro de olor a lobo, decidí buscar otra manera de escapar. El río...
¿Debía saltar?
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El amanecer de un día peludo (editando)
Novela JuvenilA la pobre Nala, su novio la dejó con una estúpida frase, al llegar a casa, se da cuenta de que está más sola que nunca. Lo que nunca se esperaría, sería que conocería a un chico guapo que acabaría siendo el comienzo de su nueva vida.