Capitulo 5 p.1

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--no no no-- dije yo-- yo no soy la mejor para ser líder.

--¡ no seas tímida mujer!-- Toni se puso a mi lado y apoyó una mano en mi hombro-- sólo una auténtica líder diría eso.

--Que no.

-- Pequeña....

-- vuelve a llamarme así y te arranco una oreja, como ese luchador de la tele.

Se rió con tanta fuerza que una bandada de pájaros huyó.

Me crucé de brazos, no iba a ceder, por mucho que ellos insistieran.

-- ¡Queréis parar un momento!-- Carla tenía una mirada afilada y desafiante-- yo no he dicho que la acepte.

--Carla, no empieces -- Al la miró un rato y, al comprender que ella no iba a cesar en su empeño, enseñó todos y cada uno de sus dientes-- no te conviene desafiarnos ahora. Cuando me pude dar cuenta todos estaban gruñendose mutuamente. Me sentí muy incómoda, aproveché que nadie me miraba para caminar, con paso de cazador, hacia la cabaña.

--¿a dónde crees que vas, verde parda?

Me giré y vi a Kan, con una sonrisa burlona. Le enseñé intenciones con una simple mirada, no quería jugar. Se acercó a mí, su estatura era ridícula en comparación a la mía. La empujé, el bello del cogote se me erizó, captando que ella quería pelea. Suspiré, me calmé y caminé de vuelta a la cabaña.

-- No caeré en tus provocaciones-- dije mientras miraba su cara irritada de soslayo.

Un extraño brillo estaba sobre la cama donde yo dormía. Era extraño, como si estuviera... Oliendo mi cama... Mierda. Traté de salir rápidamente, en el camino tiré unos platos que había en la mesa. Toni me mataría por haber hecho eso, ¿pero en qué que estaba pensando? Tenía qué huir. Justo cuando llegaba a la puerta, la luz me cortó el paso, retrocedí dando pasos lentos y ligeros. Esa cosa permaneció quieta, como sí verme de esa manera la divirtiera. Miré por la ventana, vi a Kan. Corrí hacia allí y aporreé con fuerza el cristal. Ella se acercó, contempló lo que ocurría (se tomó su tiempo) luego trató de forzar las rejas de la ventana, no pudo, pues claro que no iba a poder, estaba hechizado para que nadie pudiera entrar.

--mierda-- chillé.

Un calor abrasador me recorrió el brazo, la luz estaba justo a mi lado, había tomado una forma humana, estaba enfrente de mí. Extendió un brazo hacia mi frente, era la viva silueta de una persona de color, con labios grandes y musculosa.

--¡Nala!-- Al estaba fuera, golpeando la ventana. En uno de los intentos se convirtió en un lobo negro y, literalmente, envistió la pared. Nada. Si ellos no podían salvarme, tendría que salir yo, aunque me dolió más que nada en este mundo, atravesé la figura y corrí hacia la puerta. Un haz de luz me hizo volver la vista, la figura, me apuntaba con un dedo del cual comenzó a salir un rayo, muy amenazante. Me escondí detrás de un pilar. Cuando el rayo lo golpeó, a pesar de ser de piedra, lo atravesó. Esperé a que el sensor de última generación, cortesía del cuchillo que me mató, se calmara para lanzar una piedra a la figura. Se desvaneció por medio segundo, que yo usé para entrar a la cocina y ponerme a salvo detrás del congelador. Ya estaba cerca... Sólo me quedaba llegar al pasillo y abrir la puerta principal. Reuní valor, obligué a mi cuerpo, en estos momento desobediente al presentir el peligro, y me lancé a lo desesperado contra la puerta. Abrí con el pestillo y salí, justo a tiempo para esquivar el rayo de luz. Caí y rodé unas cinco veces, hasta que una fuertes patas me rodearon, patas negras. Suspiré aliviada y contemplé como Al se relajó al notar mi reacción. Me levanté, jadeando y me agarré fieramente al pelo de su pata << ¿te ha hecho algo?>>

Asentí << espero sobrevivir>>

Toni llegó, transformado en lobo, era de color plata con manchas marrones, << Alard. ¡Sácala de aquí!>>

No lo dudó, pues me agarró con la mandíbula y me lanzó por los aires, encerré dentro de mí, muy adentro, las ganas de estrangularlo y me concentré en agarrarme a su lomo. En cuanto notó que yo estaba bien sujeta, comenzó la carrera. ¡Toni, Carla...Kan!-- Grité, mirando hacia atrás.

<<¡Nala! -- era Al-- ¡no mires atrás!>> Le hice caso, no quería ver algo innecesario. Sabía que ninguno de ellos iba a morir, lo sabía, estaba segura de ello.

Al siguió corriendo hasta que pasó cerca de un acantilado. No cesaba la velocidad de la carrera, me mareé. El mechón de pelo al que me agarraba se desprendió, con un susurro, caí. Ya estaba por la mitad de la caída, cuando pensé << ¿voy a morir? ¿Yo? No, evidentemente no>> volví a mi forma lobuna, clavé mis garras en la piedra, me impulsé y, de un salto, volví arriba. Me agarré al borde, ahora con las manos, Al me cogió de las axilas y tiró de mí, me levantó como si de una muñeca de trapo se tratara. Se dejó caer hacia atrás, conmigo pegada a su cuerpo. Olí su aroma... Demasiado desodorante masculino, mezclado con aroma a lobo y lavanda, ¿podía oler más raro? puse los brazos como obstáculo entre él y yo. Hizo una notable mueca cuando me separé y me tumbé en la fría piedra. Sí, mi nombre es Nala, apellido... No me siento tan apegada a mi padre para usarlo, hace nada me transformé en loba, morí y me caí por un precipicio. ¿Soy normal? no y nunca lo seré.

El amanecer de un día peludo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora