El encuentro

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Volvieron las explosiones. El barco se movía de un lado a otro, y pensé que nos hundiríamos. El navío francés que atacaba no se lo pensaba dos veces: los disparos eran continuos. Jackie corría por la cubierta, gritando órdenes a la tripulación. A pesar de la situación, no borraba la sonrisa de su cara. Seguía siendo igual de provocativo, seguía siendo aquel personaje particular. 

Debido a que tenía poca fuerza, me mandaron ir recogiendo los trozos de navío que se rompían debido a los cañones. Observé el otro navío por un pequeño agujero y a lo lejos vi cómo su tripulación se movía sin parar para atacarnos. 

Observé que el barco tenía dos agujeros grandes. Empezaba a entrar agua, y otro camarada me ayudó a taponarlo. Según él, no era un agujero grande como para hundir la nave pero debía de taparse. 

— ¡Smith! — gritó Jackie desde la cubierta. Mi compañero corrió hacia fuera

— El navío que está acercando con rapidez. Quieren asaltar el barco. ¡Todo el mundo, a buscar las espadas! ¡Rápido!

Desde el pequeño agujero de la bodega observé que tenía razón: el barco francés se acercaba rápidamente, y parecía que íbamos a chocar. Vi un poco de esperanza: tal vez pudiera pedir ayuda de alguna manera. 

Oí gritos desde la cubierta. Algunos de los tripulantes del barco francés habían conseguido saltar a nuestro barco. Salí a cubierta y no pude distinguir nada: había una veintena de hombres luchando entre ellos. Cortaban el aire con sus afiladas armas. Oí algo detrás de mí: Jackie estaba luchando con un tripulante de la armada francesa. Se había caído al suelo y estaba medio inconsciente. Corrí hacia él: estaba bien, pero parecía mareado. Me fijé en su cuello, y vi la cadena con la llave del cofre del que me había hablado. Sin pensarlo, la cogí. Jackie parecía no haberse dado cuenta: seguía mareado. 

— A luchar, niña — dijo una vez se recompuso. Se puso de pie y cogió una espada y siguió luchando contra la tripulación francesa. Vi a Jackie luchar: movía la espada de un lado a otro, clavándola sobre los cuerpos de los franceses. Luchaba sin piedad, cegado por el afán de ganar. El poder lo cegaba. 

Bajé de nuevo a la bodega. Quería escapar como fuera. Los navíos estaban tan pegados que casi chocaban. Me fijé por el agujero de la bodega, y vi que había un cabo suelto. El corazón me latía con tanta fuerza que parecía que se me salía del cuerpo. 

Cogí la cuerda con decisión. La tarea parecía fácil, pero no lo era: necesitaba lanzar la cuerda al otro barco para así poder saltar a él. De alguna manera u otra tenía que escapar de allí. Lancé la cuerda con fuerza, y como los barcos estaban tan próximos, consiguió engancharse a un trozo de madera del exterior del navío francés. Suspiré aliviada. Enredé el cabo entre mis brazos y calculé cuánto debía saltar. Mi intención era colgarme de la cuerda y escalar hasta el navío francés. Sabía que me lo estaba jugando todo, pero no podía rendirme. 

Cogí aire y salté por el agujero de la bodega. El mar estaba a mis pies, y debido al vértigo cerré los ojos. En pocos segundos, caí al agua. Estaba tan fría que pensé que se me habían congelado los huesos. La cuerda seguía tensa, así que nadé hasta la superficie y me dispuse a escalar para llegar a la ventana más próxima. Era muy pequeña, pero si la rompía podía entrar. 

Escalé con fuerza, yendo de lado a lado debido a la presión de las olas. El agua fría hacía que me castañetearan los dientes, pero no paré. Aquél barco era un rayo de esperanza para mí. 

Conseguí apoyar el pie en un trozo de madera que sobresalía y aguanté el equilibrio. Había un pequeño agujero hecho por un cañón. Era muy pequeño, pero por suerte era muy delgada. Con cuidado, desenredé la cuerda de mis brazos y me encogí para pasar a la bodega del navío. El aire frío aumentaba mi hipotermia, y el pelo mojado se me pegaba al rostro. Empujé con fuerza hacia dentro; la madera rota me rasgó el vestido y penetró mi piel. Grité de dolor, pero conseguí entrar. Caí al suelo y me quedé allí unos segundos. Lo había conseguido. 

El mar entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora