Distancia

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Cuando mi padre terminó de sorber la infusión, me levanté de la cama y lo ayudé a recostarse sobre la almohada. 

— Mucho mejor — dijo suspirando de gusto. Había pasado un par de días desde que había llegado, y tanto mi padre como los demás afectados por la enfermedad mejoraban notablemente gracias a la planta. Me aliviaba saber que un viaje tan sacrificado había servido para salvar tantas vidas. 

— Papá, creo que iré al palacio. No será mucho tiempo, pero me gustaría ver a mis compañeras. Además, si hay algo de trabajo... 

— Oh, puedes decirme que también quieres ver al joven noble, hija — soltó mi padre con una risotada. Me sorprendió su comentario. No le había dicho que Will y yo estábamos... juntos. 

— Pero, ¿cómo lo sabes?

— Ah, hija, me hago viejo pero no tonto. No te hubiera acompañado a las Américas si no le importaras. Además, tan sólo hace falta ver cómo os miráis. 

Se produjo un silencio incómodo. Carraspeé. 

— ¿Y tú... qué opinas? 

— Yo opino que si a ti te gusta es porque debe ser alguien realmente interesante. No confío en él porque no lo conozco, pero sí que confío en ti. Y si te gusta, debe ser alguien especial para ti. 

Seguí sin saber qué decir. Abrí la boca para decir algo, pero tan sólo sonreí. 

— Descansa, anda — y salí de la habitación. 

Théo descansaba recostado sobre el sillón del salón. En sus manos había un libro viejo, uno que yo había leído cientos de veces, y reí al ver cómo fruncía el ceño. 

— ¿De qué te ríes? — dijo en voz alta. Seguía mirando el libro, atento. Un rizo le caía por la frente, y las pestañas tan tupidas le tapaban los almendrados ojos de color castaño. 

— Nada. Te pareces mucho a papá — dije encogiéndome de hombros. 

— Te equivocas — dijo al cabo de unos segundos, y su tono de voz era de advertencia. No soportaba cuando Théo se ponía en ese modo —. No soy como él. A mí no me gusta ese... noble. 

Sus palabras contenían rabia. No sabía por qué se ponía de esa manera, cómo juzgaba a Will de esa manera sin apenas conocerlo.

— Ese "noble" tiene nombre, y se llama Will. 

— Lo que sea. Te estás metiendo en un berenjenal, Céline, y te equivocas. Ese tío sólo te va a hacer daño. 

— ¿Y si el que se equivoca eres tú? No lo conoces de nada. No lo juzgues de esa manera, ¿quieres?

Théo se puso de pie, señalándome con el índice. Tenía el pelo muy despeinado. 

— Por Dios, Céline, ¿es que no lo ves? Es un noble, tan sólo te quiere para... divertirse. Su clase social es mucho superior a la tuya. ¿Cómo va a interesarse por alguien como nosotros? ¿Acaso algún noble se preocupa por la gente del pueblo?

Sus palabras me hirieron. Aunque era consciente de que las diferencias entre Will y yo eran muchas, me negaba a  que hablara así de él. Aguanté las lágrimas que se asomaban. 

— Tu no entiendes nada. 

Y me marché con Éclair a palacio. 



Resultaba extraño volver a aquél enorme palacio después de meses de viaje. En gran parte, lo echaba de menos. El trabajar ahí, las broncas de Marie, charlar con los empleados... ver a Will a todas horas. 

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2019 ⏰

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