Capítulo 5: Corazones rotos.

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Sentí como avanzaba en el mundo siendo cargada por alguien muy alto. Aquel cuerpo denotaba heladas temperaturas. Aún no lograba controlarme del todo, a penas si podía abrir los ojos. Enfocaba con pereza la imagen ante mí.

- Guila, ¿Cómo pudiste traicionarnos?. Voy a matarte - Oí gritar a una chica.

Entonces admiré quien me mantenía segura en sus brazos. 

- Oh, al fin despiertas - Dijo en calma - Te agradezco la ayuda -.

Tan pronto como Diane y King notaron mi conciencia tomaron cartas en el lugar de compañeros preocupados. Sonreí para mí misma, la calma había llegado.

Muy a mi pesar, no duró suficiente esa paz. Ambas mujeres guerreras se echaron al suelo gimiendo a causa de un dolor descomunal. Rápidamente, la del cabello claro se transformó en una gran bestia como aquel caballero sacro. Por orden de los demás, Gowther colocó al niño sobre su espalda, a la mujer en su brazo derecho y a mí en el izquierdo. Corrió hasta un lugar donde pudiera trabajar en paz. Comenzó su labor, para ello, su dedo índice y el cuello de Guila se conectaron mediante un rayo de luz azul. Tomé al niño entre mis brazos para que no interviniera. Me sentía realmenge mal, los efectos secundarios de la medicina aún seguían envenenándome. 

- Señorita, ¿qué le pasa? -.

Cada vez que tosía, tanto sangre como un líquido negro salía al exterior.
A Gowther no pareció importarle, y ni bien acabó lo que fuera que estaba haciendo, huyó  con aquella chica. El niño permaneció junto a mi, sin embargo no era él quién protagonizaba mis pensamientos.  

***

Cuando todo había  terminado, acerqué al pequeño hermano de Guila con ella. Estaba increíblemente contenta de verlo sano y salvo.
No festejé junto a los demás, simplemente desaparecí un tiempo. Eventualmente volví y me enteré de todo lo sucedido. La ciudad estaba en reconstrucción, así que aproveché y di un paseo. Paré en seco al ver a Jericho muy sonrojada y gritando. Guila se acercó e iniciaron una conversación. En el interior, aquel compañero que siempre estaba a mi lado saludó a ambas, pero no me vio. Traté de acercarme a las chicas, pero no llegué a tiempo, ya se habían dispersado. Y me quedé parada frente a la casa de la mujer de cabello oscuro. Pensé en las razones por las que Gowther estaría con ella en su casa y mi ánimo calló por los suelos. ¿Por qué habrían de estar ellos dos juntos? La respuesta estaba más que clara, eran una pareja.
Seguí mi camino, tenía tiempo de sobra para volver a la taberna, ya habían visto que me encontraba bien. A la distancia divisé una gran multitud rodeando a dos hombres. Peleaban a modo de entretenimiento común. Los caracteres físicos de uno de ellos pudieron incomodame. Al quitarse el caso comprendí porque. Aquel sujeto alto y musculoso era nada más ni nada menos que mi hermano mayor Ágar. Si él estaba, significaba que mi madre también se encontraba peligrosamente cerca. Corrí en dirección contraria rogando porque no me hubiera visto, pero al doblar una esquina lo encontré.

- Si que ha pasado el tiempo, hermanita -.

- ¿Ahora haces teatro? - Burlé - ¿Y tu poder mágico? No, mejor déjame adivinar. Aún no despierta y sigues usando mis pociones -.

Sus dientes emitieron un chirrido ante mis palabras. Desde pequeños así había sido. El fortachón preferido de mamá jamás consiguió despertar su poder mágico y, como buena hermana ingenua que siempre fui, le ayudé enfrascando mi propio poder para que bebiera previo a cada batalla. Y, a pesar de utilizar mis poder, no conocía mis técnicas. No era más que una pobre copia de mí.
Se enfadó y trató de efectuar un golpe contra mí. Los espectadores de la pelea anterior intentaron alejarlo de mí, endureciendo aún más.

- ¿Olvidaron quién es? - Continuó gritando -¿ YA NO RECUERDAN LO EXTRAÑA QUE ES? -.

Aún así no dejaron que se me acerque, los amigos probaron calmarlo pero no les escuchaba. Le dolía en el más profundo rincón de su alma que yo si fuera poderosa, que desde pequeña le había superado, que nuestro padre si me quería. Ardía en todo su ser el deseo de acabar conmigo, y jamás pudo hacerlo. Pero, como si la paz del mundo se concentrara en mi mente, aplaqué su torturado corazón al besar su frente con una crema de hierbas. Esto habilitó mi técnica "Corazón de lavanda", que combatía su gran depresión y le incitaba a seguir tras la penumbra. Minutos después se giró y fue a casa sin emitir sonido, las personas que me ayudaron jo entendían la situación. Por tanto, abandoné el lugar dejando a todos confundidos.

El chico de las estrellas 🐐💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora