Capítulo 6: Amor.

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Era muy temprano por la mañana, estaba a la mitad de una meditación cuando la princesa entró. Meliodas la recibió en la primera planta de la taberna. Bajé enseguida a saludar. Traía noticias, el rey queria darle medallas a los siete pecados capitales. Por tanto, el capitán se vistió con ropa que ella le había regalado con anterioridad. Mientras que Hawk criticaba la vestimenta, la puerta se abrió.

- Yo también ya estoy listo para ir -.

Gowther traía un traje estrambótico o, por lo menos, inusual.

- ¿Quién carajos eligió eso para ti? - Cuestionaron Meliodas y Hawk.

- Lo hizo mi bella y valiosa amada -.

Esa última frase tuvo un gran efecto en mí. Aunque ya lo tenía sabido, afectó de igual manera. Se sentía como si alguien hubiera tomado todos mis órganos internos, los habría bañado en sangre cuagulada y los estuviera reivindicando en mi cuerpo otra vez.
Nadie le creyó, a parte de mí. De manera semejante, decidí huir del lugar con la escusa de que había dejado el caldero encendido. Choqué con King mientras bajaba las escaleras. Al verme llorar, tomó mi rostro entre sus manos y me llevó afuera.  Diana nos vió y perdí a King, él como los demás se quedaron viendo la ropa nueva de la gigante. En ese momento apareció Ban con su ropa de siempre e indiferente a la situación. Él también me vió, para ocultarme de los demás colocó mi cara en su axila. Herví de la furia.

- Maldita sea contigo, Ban. Eso huele peor que Oslo -.

Utilicé mi habilidad mágica "Seguidor", una invocación de brote de raíz gritona que le persiguió a donde sea que fue chillando en su oído.

***

La mañana siguiente llegó y no habían rastros de Ban o King. Los demás pecados esperaban, frente a todo el reino, para recibir sus medallas de reconocimiento. Yo voté por no ir, no era de mi incumbencia. Me aburría estando sola y habían algunas cosas que debía aclarar con ciertas personas.
A fin de que crucé el portal del antiguo hogar, se sintió un gran temblor en toda Britania. Logré identificar con dificultad el rostro avergonzado de mi madre, aparentemente se encontraba en una situación bochornosa con un hombre al que no conocía. Tan pronto como hubo parado el temblor, ingresé en casa.

- Me encantaría decir que me sorprende, Siria. Pero no. Realmente esperaba que fueran más personas -.

El rostro del sujeto calló al instante. Ella quiso comerme de un sólo trago, pero se conformó con cuestionar el hecho de que fuera a verla. Admití que simplemente necesitaba ver a mi progenitora, no se lo creyó. Dije la verdad, quería ver a mi padre y ella era la única persona que sabía donde estaba. Arrojó un simple trozo de papel con su dirección escrita y cerró la puerta en mi cara.

- No te atragantantes - Grité a la ventana.

Caminé un poco, la casa de mi padre estaba algo lejos para ir a pie, pensé en convencer a Meliodas de ayudarme a buscarlo.
Tras algunos minutos de paseo vi, a lo lejos, a la princesa y la pequeña gigante sentadas en un banco.

- Elizabeth, ¿a ti te gusta el capitán? -.

Ésta sonrió dulcemente.

- No sé si podría afirmarlo. Jamás me había sentido así antes -.

- ¿Acosada? - Interrumpí.

Ambas rieron con mi pregunta e  invitaron a centarme en el mismo banco.

- No... de hecho, me siento feliz al verle llegar. Cuando estoy sola pienso mucho en él -.

- Entonces deberías decirle y cautivarlo sólo para ti. Igual tú, (Nombre) - De repente cambió su expresión - En ese entonces, el me dejó porque no le expresé mis sentimientos... Yo amo profundamente a King... -.

- Señorita (Nombre), ¿ usted también ama a alguien? -.

Apoyé mi espalda sobre el banco al tiempo que cerraba los ojos.

- Hay alguien en mi corazón, aunque no quiera que fuera así. Pero... no puedo evitar sentirme triste sabiendo que alguien más le llena de alegría - Algunas lágrimas solitarias se desprendieron de mí - Quiero estar feliz por él... -.

Entonces es que apareció el hermano pequeño de Guila totalmente desorientado y asustado. Las tres buscamos a su hermana por todos lados aunque no me encantara la idea. Gowther y ella paseaban juntos a pocos metros de nosotras.

- Guila, algo malo pasa con Zeal - Dijo bajando al niño de sus brazos.

- Este hombre de aquí es mi única familia -.

El ritmo cardíaco del desgraciado corazón que me mantenía viva se aceleró arítmicamente.

- Manipulaste sus memorias - Gritó enfadada la pequeña gigante.

- Eran una acción y proceso necesarios para mí. En la construcción de una relación con Guila la existencia de su hermano no era necesaria - Se volvió sombrío - Desearía poseer un corazón,  uno que pueda entender emociones. Intenté comprender la amistad mediante Ban y el capitán, pero en la última batalla conocí una mucho más interesante, el amor. Y esta mujer llenaba mis necesidades.

- Quieres decir... - Mi voz fue desapareciendo progresivamente - ...cuando confiamos en que le ayudabas, estabas alterando sus recuerdos -.

- Que la salvara es un hecho, al borrar sus recuerdos implanté nuevos en los que era comprometida como mi aprendiz y llegaba a convertirse en caballero sacro. Las primeras memorias de Guila estaban llenas de dolor. ¿Vas a decirme que era más feliz así? -.

- Eso no importa. Los recuerdos que forjó junto a Zeal son especiales -.

- El amor que Guila y yo compartimos no necesita de esa existencia -.

Esa palabra actuó como detonante, toda aquella ira que jamás efectué contra nadie salió pronto a flote.

-  ¿Cómo te atreves a llamarle "amor"? Sólo la utilizas. ¿Te has preguntado siquiera qué es lo que quiere ella? ¿Acaso te importa al menos? -.

El poder mágico que guardaba con tanto recelo para ocasiones necesarias se liberó de golpe. Hiedras de grandes espinas y Raíces del infierno brotaron por todos lados. La gente empezó a acercarse, por tanto, activé "Somnífero". Crecían en las pareces hongos de esporas adormecedoras, evitando que cualquier civil pudiera intervenir y salir lastimado.
Elizabeth corrió en busca del capitán, pero Gowther la dejó inconciente con "Hechizo oscuro".
La batalla se desarrolló entre los tres. En un momento, Diane utilizó a sus golems y la apoyé con "Espinosa", una lluvia de espinas. Nuestro compañero no entendía la gravedad del asunto, estaba tan absuelto en su deseo de comprender el amor que no notaba la tristeza o el dolor que sentíamos. En cada golpe, con cada ataque contra él, sólo me dañaba aún más. Veía que era un insensible monstruo capaz que manipular a quien sea, y aún así no lograba odiarlo. El enfrentamiento llegaba a su fin, se presentía. Entonces me decidí. En mi último ataque, y con todo el dolor de mi corazón, por fin grité.

- Te quiero, Gowther -.

Una gran luz se dirigió a Diana y ya no supe más del mundo.

El chico de las estrellas 🐐💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora