Capítulo 18: Al fin felices

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Desperté en una suave cama que olía a bosque. La habitación estaba tan iluminada, el techo de cristal permitía eso. Cada pared era un jardín vertical con plantas de cada estación. Me acerqué a con cautela. Parecía la casa en la que siempre había querido vivir.

- Ya has despertado -.

Gowther estaba ahí parado, descansando sobre el marco de la puerta. Vestía un traje de mucama con delantal.

- Ya hice el desayuno, ven, ven -.

Le seguí hasta la cocina. También, como la habitación, parecía un vivero. Plantas y buena iluminación. Reinaban las aromáticas. Todos los muebles eran de algarrobo, el horno de piedra y los platos de cristal.

- Leí el libro que tenías en tu mesa. ¿Quieres que hablemos de él? -.

Observé la portada, mi libro favorito estaba ante mis ojos. "Las rosas se tiñen de rojo", una novela de guerra y lucha moral con el lector.

- Entiendo porqué es tu favorito. La forma en la que la autora te hace cuestionar tu propio sentido de lo correcto e incorrecto es simplemente magnífica. Y el hecho de que nunca sepas de qué habla el protagonista hasta llegar al final del capítulo te mantiene atento -.

- Lo sé, tienes que prestar especial atención a lo que dicen los demás para ir hilando la historia - Me uní, por fin, al análisis - Sin embargo, el final... Si quisiera ver cómo los protagonistas se casan, me iría por algo de Mureiden -.

- He leído algunas de sus obras, y sólo encuentro interesantes los que refieren a historia -.

- Exacto, es mejor cuando se queda con la realidad y no se inventa fantasías tan predecibles -.

Sonrió. Ambos queríamos alguien con quien hablar sobre nuestros gustos. Estaba tan feliz. El resto de la primera comida del día ocurrió alegre y fluida, no había ni un sólo alimento animal o derivado. Jamás le había dicho que comía y que no, sólo lo sabía. Supuse que lo averiguó con "Invasión".
Una vez los platos fueron lavados, salimos a dar una vuelta por el pueblo. No se parecía en nada a Liones o Camelot, permanecía totalmente tranquilo, como me gustaba. Nadie perturbaba esa paz ni atentaba contra ella. Nuestro destino transitaba un bosquecillo con frutos rojos por doquier. Nos sentamos sobre el ligero y fresco césped. La brisa acariciaba dócil mi piel, como si de una flor se tratara.

- (Nombre) -.

Me giré y el corazón salió de mí pecho despavorido. Sus labios no mantenían la misma esencia que la primera vez. No me besaba porque yo lo obligara para darle una poción, o para contentarme, utilizarme y darme lo que anhelaba. No, lo hacía porque quería, porque me quería. A su lado, en ese simple lugar, era completamente feliz. No imaginaba otra forma de vivir si no era así, con él.

- Gowther, soy la persona más dichosa contigo - Dejé escapar.

Sentí como contemplaba mi rostro avergonzado. Sus brazos se unieron en mi espalda con un acogedor abrazo y pasamos toda la tarde de esa forma.
Llegado el crepúsculo, volvimos a nuestro hogar. Delante la puerta, descansaba un paquetede madera. En su interior yacían dos muñecos de paja y una invitación a la fiesta de primer cumpleaños de los hijos de King y Diane. ¿Cuán rápido pasaba el tiempo? No recordaba la última vez que los había visto. Lujuria manifestaba verdadera alegría por sus tan preciados amigos. Sonreí al tiempo que depositaba un beso es sus manos unidas. En ese momento soñaba con que algún día fuéramos nosotros.

Los días pasaban, vivir juntos era maravilloso. Complementábamos bien las necesidades de cada uno. No existía mal que nos acechara.

- (Nombre), voy al mercado por libros. ¿Vienes? -.

- En un segundo - Grité desde la habitación.

Terminé de vestirme y bajé rápidamente junto a mi pareja. Sujetó mi mano para emprender el camino y me dio un corto beso. Mientras llevábamos cuenta de todos los títulos, íbamos comentando las sinopsis de cada uno. Teníamos grandes semejanzas entre los géneros que más nos interesaban. Finamente compramos dos: "Es un sueño" y "No te dejes engañar". Eran el primer y segundo libro de una trilogía, sin embargo, el último no aparecía por ningún sitio. Recorrimos todos los lugares en su búsqueda, hasta que oscureció.
Una vez en casa, mientras cortaba zanahorias, Gowther cocinaba las cebollas. Alguien llamó a la puerta, me resultó extraño, puesto que no esperábamos visitas. Abrí y lo primero que logré diferenciar fue aquel tomo que tanto buscamos en el día.

- "Es hora de volver" -.

La voz de Gowther no cuadraba, ya había uno preparando la cena conmigo. Volteé para asegurarme, pero ya no estaba allí.

- ¿Qué está pasando? -.

- "Relator de sueños". Cuando Ban te trajo con nosotros y vi lo mal que estabas, tuve que hacerlo. Desde entonces has estado viviendo en un sueño, teniendo una vida feliz en donde no sintieras que debes escapar -.

- Estoy confundida, ¿todo esto no pasó? - Negó con la cabeza - Todo fue una mentira... Y mis amigos están en problemas... -.

- Los pecados hemos entablado una alianza con Stigma, el ejército de la raza de las diosas, para derrotar a los demonios - Explicó.

Caí sobre mis propias rodillas. Los momentos que viví junto a Gowther no eran más que sueños, nada había sucedido. No me quería. Aún estaba en su proceso de definirse. No quería salir, era feliz y debía renunciar a ello por mis amigos. Me permití llorar a medida que íbamos saliendo poco a poco de mi mente. Era hora de despertar.

El chico de las estrellas 🐐💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora