I V.

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Aquello era una pesadilla de la cual nunca se iba a poder librar. Habían pasado ocho años desde su partida de Den City, había tenido que alejarse de sus amigos y su familia, no había comprendido el porque y prefirió no preguntarle a sus padres que por más que intentarán ocultar las cosas, era bastante obvio que lo hacían con tal de protegerla. En ese entonces, había empezado con sus clases particulares de informática avanzada, era muy inteligente así que no era difícil. Había empezado a trabajar en pequeñas tareas que sus padres le pedían, era divertido y era su único entretenimiento después de clases.

Sin embargo, aún existía aquel remordimiento en su pecho, ese dolor de que había hecho algo malo y que no pudo arreglar las cosas. Saber que golpeó a Ryoken e irse de un día para otro sin explicación alguna, pensó que había dejado devastado a su mejor amigo y a sus demás amigos. Quería disculparse pero no había podido encontrar el medio alguno. Fue esa vez en la que tuvo que insistir a sus padres a regresar a Den para visitar a sus abuelos, aunque en realidad iba para disculparse con Ryoken aunque eso significará que tenía que perder su orgullo.

Estos no se negaron. Incluso dijeron que querían hablar de algo con el doctor Kogami. Estaba decidida hacer paces con Ryoken hasta que sucedió aquello. Un chirrido de llantas, su carro volcado y sólo escuchando a las personas gritando que llamarán al número de Emergencias. Con pesar abrió sus ojos, se quejaba de su estómago, le dolía y si lo tocaba, se quejaba aún más, lo que resbalaba de sus manos era su propia sangre. Alzó su vista, sus padres sangraban y sus cabezas habían chocado con el parabrisas. Escuchaba pisadas, tuvo que cerrar los ojos una vez más, tenía miedo, quería gritar, quería llorar pero las palabras no salían de su garganta.

No sabía que iba a pasar, escuchaba a las sirenas a lo lejos. ¿Porqué las personas no se daban cuenta que había una cuarta persona ahí? Escucho cómo se detenía y una risa orgullosa salió de él.

--Al fin terminó esto

Abrió sus ojos cuando vio a esa persona. Nunca olvidaría ese rostro. El rostro de quien le quito todo lo que más amaba. Lo vio escapar, lloraba, gritaba el nombre de sus padres pero al parecer era tarde, estos no reaccionaban. Sus ojos pesaban, de sus ojos salían lágrimas, su mano abrazo aquel regalo que le iba a dar para pedirle perdón. Un sólo nombre y una sola imagen aparecieron en ese momento, se lamentaba de que ya no volvería a verlo. Ya no volver a ver esa hermosa sonrisa ni mucho menos ver esos ojos.

--Ryoken...

Fue lo último que dijo antes de caer inconsciente en aquella escena.

Se levantó de la cama asustada, con la respiración acelerada, transpiraba y la cabeza le daba vueltas. Otra vez esa pesadilla, desde que había regresado a Den City no dejaba de repetirse aquel sueño. Tal vez había sido mala idea regresar, era mejor que se quedara en esa otra ciudad, así todos estarían seguros. De sus ojos bajaban las lágrimas, se sentía mal por lo que le había pasado a sus padres. Todo había sido su culpa al final en cuentas.

Escuchó los pasos de Ai, sintió como este alzaba sus patas y su cabeza descansaba en su regazo. Sonrió. Acarició la cabeza de aquel perro, su único compañero que sabía como consolarla.

--Lamento asustarte Ai --Susurró. Vio como este movía su cola contento ante aquella afirmación.-- Supongo que no voy a poder dormir así que vamos a dar un paseo

Se levantó de la cama sin hacer ruido. Se puso un pantalón al igual que una chaqueta oscura. Se amarró el cabello en una coleta, tomo su gorra como sus llaves y el collar de Ai. Bajo a la sala con cuidado, abrió la puerta y salió primero para que Ai saliera después. El sol empezaba a salir y se sentia un tanto fresco pero era el día perfecto para caminar, nadie se encontraría en la calle y podría caminar por aquellos lugares que conocía de memoria.

No volveré a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora