--Lo primero que te digo y lo primero que haces --Hablo un tanto molesta Yusa mientras presionaba un poco el algodón en la mano de Ryoken y provoco que soltara un pequeño grito y ella solo se detuviera para verle un tanto preocupa.-- Perdón no lo hice a propósito --Suspiro, miraba concentrada la pequeña quemada que ahora estaba en la mano de él.-- Solo te dije que tuvieras cuidado, si me lo hubieras dejado todo a mí, nada hubiera pasado
--Quería ayudarte --Se quejo como un niño pequeño, incluso hizo un pequeño puchero que no paso por desapercibido en ella.-- Solo quería ayudarte, lamento ser una carga
Yusa lo miro con atención, como miraba a otro lado un tanto decepcionado y sacaba un largo como pesado suspiro. Dejo la mano con cuidado en la mesa para poder sacar una pomada de aquella caja de primeros auxilios, para ponerla en su mano y detener aquel ardor que estaba sintiendo Ryoken, podía verlo por su cara, quería quejarse pero se aguantaba las ganas. Unto un poco con el algodón y aquellas pequeñas pinzas y empezó aplicarla con suavidad, escuchaba como se quejaba mientras decía que ardía. Al final de todos aquellos quejidos, el dejo de quejarse mientras aquella cara de dolor cambiaba en una de alivio.
--No eres una carga, solo quería que nada te pasara, se supone que eres el invitado en esta casa, siempre es obligación del titular de la casa, hacer todo --Hablo sin mirarlo, no tenía que ser inteligente para saber que este no dejaba de mirarla. Dejando que por un momento, aquella pomada sea absorbida por su piel antes de que quisiera vendar la misma.-- Siempre se empieza a cocinar con pequeños tropiezos --Soltó una pequeña risita antes de mirarlo.-- Yo me queme varias veces cuando mamá me enseño a cocinar --Le mostro sus manos, aquellas pequeñas marcas de quemaduras se podían apreciar.-- Después aprendí a no causar accidentes y mi cocina mejoro, mamá ya no tenía miedo de dejarme sola en la cocina cuando ellos trabajaban, fue más fácil para mí y ahora que vivo con los abuelos, puedo ayudarles como siempre quise
--Igual me queme cuando Taki me enseño a cocinar --Soltó una pequeña risita.-- Nunca me dejo estar cerca del fuego porque la ultima vez, casi quemo la cena de navidad como casi arruino la ensalada poniendo un ingrediente que no era
--¿En serio hiciste eso?
--Aun me tienen que vigilar cada que entro a la cocina por un simple jugo
Lo que Ryoken escucho en ese momento, fue algo que realmente nunca espero. Como ella empezaba a reír. Aquellas grandes carcajadas como la forma en la que quería cubrir aquellas risas con su mano, justo como ella siempre lo hacían cuando eran simples niños y había algo que la hiciera reír, normalmente eran las tonterías de Takeru o de alguno de los demás niños. Aquellas carcajadas que soltaba y que justo ahora, volvía a verlas. Las mejillas rojas como las pequeñas lágrimas asomándose de sus ojos. Al final, ella dejo de reír para tratar de respirar. Aquella pequeña sonrisita que se formo una vez que empezó a colocar la venda con cuidado, fue lo que pensó que realmente valía la pena volver a ver. Aquellas pequeñas manos que tocaba con cuidado su mano, incluso, ella no peleaban por separar sus manos de él. La manera tan concentrada en la que estaba por hacer aquella simple labor.
--Ten cuidado para la próxima ¿Si? Puede que en unos días te siga ardiendo pero sabes que puedes ir con Kyoko-neesan --Ryoken asintió un tanto embobado. Observo como ella guardaba todo en aquella caja de primeros auxilios. Ella soltó un pequeño suspiro y antes de siquiera poder levantarse, volvió a tomar esa pequeña mano, llamando su atención, aquellos ojos esmeraldas que le miraban.-- ¿Ryoken?
--Gracias Yusa, eres una muy buena chica --Sonrió. Ella no pudo evitar sonrojarse y mirar a otro lado un tanto avergonzada.-- Esta vez, esperare para volver a probar tú comida, porque ahora que se cuanto te esforzaste para aprender a cocinar, realmente lo valorare más, gracias Yusaku
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No volveré a perderte
FanfictionEl primer y único amor de la infancia nunca se olvida. Ellos eran dos niños muy unidos, cuando los ojos esmeraldas de ella y los ojos celestes de él se encontraban, era posible encontrar el gran amor que ellos dos sentían. O eso eran lo que creían...