Más celoso no se podía decir que se sentía en ese momento. Incluso, no pudo evitar inflar sus mejillas de manera infantil y solo sentarse en la sala mientras comía desinteresado un pequeño bote de yogurt que realmente estaba sufriendo el pobre por la manera tan cruel en la que estaba siendo aplastado en sus manos. Los presentes en la casa, no podían creer que tan valiente botecito era porque no se había roto, sería una total desgracia cuando se había limpiado toda la casa y que la sala fuera ensuciada por su simple enojo, era algo que no iban a permitir. Estuvieron tentados a preguntar pero realmente, la mirada que en ese momento tenía Ryoken, daba un poco más de miedo.
Al final, solo escucharon que soltaba un suspiro. Se dirigía a la cocina para tirar el pequeño envase y solo se dirigió un tanto cansado a su cuarto. Arrastrando sus pies como si de un pequeño niño se tratara.
--Apuesto a que Yusa-chan volvió hacer algo para molestar a Ryoken-sama --Opino Gerome.
--Yo apuesto a que la encontró hablando con otro hombre --Hablo Fausto.
Ryoken se tiro cansado a su cama. El pecho le dolía pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Soltó un pequeño suspiro y miro la nueva foto que se encargo de poner en su escritorio. Aquella donde ambos dormían con tranquilidad, con aquella pequeña sonrisa en su rostro como lo felices y juntos que se veían en ese momento. Como desearía volver en el tiempo para cambiar todo lo que hizo en el pasado. Un pasado donde se arrepiente de las decisiones que tomo de una manera estúpida.
--Entonces ya no seremos amigos, si Ryoken dice que soy una molestia para él, entonces ya no quiero estar a su lado
--¡Espera Yusa!
--Adiós Ryoken
Aquellas duras y crueles palabras que le dijo en ese momento la pequeña Yusaku. Aquellos ojos esmeraldas que se llenaron de lagrimas, donde podía prestar atención y se marcaria la tristeza en ellos. Su mejilla dolía por el golpe que ella le había dado pero nada se podía comparar al dolor que sufría su pecho. Al momento que se arrepintió de escuchar aquellas palabras de esos niños, al momento que descubrió ese pequeño dolor de su corazón y no poder hacer nada cuando simplemente, vio a su pequeña amiga correr muy lejos de él. Sin poder pedirle disculpas, sin poder levantarse y solo ver como se marchaba. Al día siguiente que intentaba disculparse, ella se había marchado junto con sus padres. Su padre fue el que le dijo aquellas palabras y al principio no las creyó pero al darse cuenta de la verdad. Solo se la pasó encerrado en su cuarto, llorando mientras se arrepentía de todo, mientras se arrepentía del daño.
--Pero yo quería seguir siendo su amigo, quería seguir estando a su lado para pedirle que saliera conmigo en el futuro --Murmuro, abrazaba la almohada donde ella se había dormido. Aún olía un poco a ella.-- Para después pedirle que se quedara siempre a mi lado, como siempre quise --Se levanto un poco perezoso de su cama hasta que vio un papel tirado en el suelo. Lo alzo con cuidado y se dio cuenta que era la nota de aquello que le había comprado. No pudo evitar sonreír.-- Al menos, no me ha devuelto lo que le compre pero seguiré tratando de descubrir la verdad, aún si me cuesta la vida
Se sentó frente a su computadora y sus manos empezaron a moverse con rapidez. Quería descubrir al menos, quien era el tipo con el cual se había encontrado Yusaku y solo ellos dos se encontraban dentro del auto. Quería saber que tan peligroso podía llegar a ser estando al lado de ella. No duro mucho cuando lo encontró. Un militar de nombre Dojun Kengo que trabaja en la división cibernética. Miro un tanto extrañado, ¿Por qué Yusaku se había encontrado con un hombre como ese? Había algo que no entendía. Estaba seguro que había visto a este sujeto en otro lado. Su padre. De vez en cuando, su padre se reunía con una persona similar a él. Pero era desde hace mucho antes donde lo había visto por primera vez.
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No volveré a perderte
FanfictionEl primer y único amor de la infancia nunca se olvida. Ellos eran dos niños muy unidos, cuando los ojos esmeraldas de ella y los ojos celestes de él se encontraban, era posible encontrar el gran amor que ellos dos sentían. O eso eran lo que creían...