X X V I.

26 4 0
                                    

En el momento que Ryoken despertó, no entendía el porqué le dolía tanto la cabeza que con los simples rayos de sol que entraban en su ventana, incluso no podía entender como porque había dejado la ventana abierta cuando ese día empezaban sus vacaciones y podía dormir todo el tiempo que deseara, eran demasiado molestos que estuvo tentado a levantarse para cerrarlo por sí mismo y seguir durmiendo si no hubiera sentido una mano que lo detenía en ese momento. Abrió los ojos un poco extrañado al sentir el peso de su mano y enfocar a su padre en ese momento, se encontraba dormido. Con las ropas de la noche anterior y con el rostro bastante cansado. ¿Qué era lo que estaba pasando? Se supone que el día anterior había sido su fiesta de graduación, siempre le insistió a su padre que no quería ir a la fiesta que iba hacer la escuela pero en el momento que ella llego, cambio de parecer y quiso una fiesta en casa, al lado de sus hermanos, de su padre y de los amigos que había hecho en ese momento. Se supone que era un día para festejar pero sentía que algo más estaba olvidando.

Algo que le dejo aquel sabor de boca con el que despertaba, con cierta decepción y dolor en su pecho cuando se supone, ese era un día de completa alegría y su padre no se debe de encontrar de esa manera, tan cansado con aquellas ojeras debajo de sus ojos ¿Qué estaba pasando? Cerro sus ojos para poder recordar lo que había pasado la noche anterior. Donde todos lo recibieron con bastante alegría, no dejaban de felicitarlo, de darle palmadas en su espalda como golpes en sus brazos, que provocaba que se sintieran un tanto adoloridos. Alguien se había encargado de tomar su mano, una pequeña mano que era tan suave y que tenía el tamaño perfecto para poder ser tomada.

--Te amo Ryoken

Fueron las palabras que le llegaron a la cabeza en ese momento y que provoco que abriera los ojos sorpresivamente mientras veía aquellos ojos esmeraldas que siempre ocultaron algo hasta el final junto con aquella sonrisa en su rostro, subió su mano libre a su mente, le ardía como si estuvieran asando algo. Cerró sus ojos con fuerza por un momento para poder recordar aquello que le otorgaba un mal sabor de boca y que pronto, un nudo se formo en su garganta.

-- No importa lo que pase, yo siempre te amare, siempre serás ese molesto niño del que siempre me encargaba de molestar y del que me arrepentí de irme sin siquiera despedirme... Te amo demasiado, tanto que mi sueño, siempre ha sido estar a tu lado y en este tiempo, pude hacerlo realidad, realmente lo agradezco

¿Qué eran aquellas palabras? ¿De quién correspondían aquellas palabras? Se enfoco en aquella dulce mirada, aquella sonrisa que era capaz de tranquilizarse en sus peores pesadillas, sentir aquel tacto tan suave que no pudo evitar subir su mano para volver a sentir como eran acariciadas sus mejillas, como es que había sido abrazado con tanta fuerza. Aquel cabello azul tan largo que siempre le gusta acariciar y peinar. Aquella dulce y refrescante escancia que de ella desprende para poder tranquilizarle. Volvió a cerrar sus ojos con fuerza.

--Cumple y sigue tu futuro, es lo que te dará valor para seguir creciendo, para un día el poder descubrir esta verdad, el porqué hago todo esto, por ti, solo por ti... Lee el correo y busca la verdad, ódiame si es necesario pero no olvides que siempre te amare, algún día, regresare a ti como es debido, como siempre lo hago... Te di el poder de decidir mi futuro, yo esperare por ti, esperare a que nos volvamos a ver

Subió su mano a sus labios, sus dedos tocaron con suavidad, el lugar donde habían sido besados. Había sido un beso de completa desesperación, donde se podían sentir aquellos sentimientos tan cargados, que era tan hermoso pero a la vez, tan doloroso. Volvió a esforzar su mente para poder recordar, para poder volver a ese momento. Abrió los ojos con sorpresa al saber de quién se trataba, su mente se despejo en ese momento para al fin ver a la chiquilla de la que siempre estuvo enamorado, de la que se había vuelto adicto a sus labios. A todas aquellas expresiones tan sinceras y transparentes que ella siempre le dedicaba. Aquellas grandes sonrisas, aquellas lagrimas que solo provocaban que se lastimara más como los abrazos tan largos que siempre había querido tener a su lado. Dormir a su lado como lo habían hecho desde que eran unos simples niños que se tomaban de la mano y que no estaban conscientes de lo que sus jóvenes corazones les decía, aquel futuro que los enlazo por todo ese amor y cariño que se quedo cultivado y que pedía florecer solo estando con el otro.

No volveré a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora