Capitulo 2

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Maldita sea. ¿Desde cuándo sigo órdenes de un chico? Estoy sentada con una cara de enojo lúcido. Perfecto, señores y señoras, mi familia ha muerto y yo sigo con mi vida. Mierda, creo que después de todo tendré que convencer al cerdo sin cola que me deje vivir con él por un tiempo. Tengo la esperanza de viajar a San Andrés en Colombia. Me quedare una semana en su casa. Sí, eso bastara hasta que consiga mucho más dinero. Me meteré a trabajar en un club como bailarina exótica. Cuando vivía con mi padre, deje de ir a la escuela, por ir a clases de danza moderna y aprendí muchas otras cosas, entre ellas el baile del tubo. Tengo 17 años actualmente, y necesito ganar mucho más dinero. La gente dirá que soy muy ambiciosa. Y la verdad no lo soy. Solo necesito lo suficiente para irme a vivir en paz. En una de esas islas de ahí. Tal vez así la muerte deje de seguirme.

-Ashley… Tierra… aquí…  -las manos de Trevor me distraen. –No frunzas el ceño, pareces una vieja con artritis.

-Cállate. –lo ignoro. –Oye… ¿Vives solo?

-¿Quieres secuestrarme? ¿Me vas a violar? –me pregunta alzando las cejas y con cara de asombro. – ¿Recién me ves y ya me tienes ganas?

-Vaya… me has pillado.

Sonríe de una forma traviesa. Niño bastardo…

-Hablo en serio, Trevor.

-¡¿Qué?! –sus ojos se abren como platos.

-Necesito que me dejes quedarme en tu casa.

Se frota la cabeza y se pasa el dedo índice por su barbilla. ¿Ha hecho eso más de una vez?

-Ni aunque la muerte me obligue viviría en el mismo techo que tú. –se ríe con ganas. -¿Estas de broma?

-Hablo en serio. ¿Por qué no? Te la chuparía si quieres... –le hago ojitos. – ¿Tan mala soy?

-¿Me la chuparías? –su boca cae abierta. –No soy esa clase de chico. Y créeme, deberías tener respeto por ti misma.

Me empiezo a reír. Este cerdo sin cola, imita al buen mozo que nunca he conocido. No me gusta para nada. No es mi tipo. Es un chico bueno. No el típico motociclista asesino y cojudo o el baterista de una banda de rock con el pelo pintado de rojo… En fin, diferente al tipo de chicos con los que suelo salir.

-Está bien. Tienes cara de virgen ¿Lo eres verdad? –le acaricio la barbilla. –Pobrecillo… ¿No has tenido novia? ¡Ya lo sabía! ¡Ahora todo tiene sentido! ¡Eres homosexual!

-Si he tenido novias. –gruñe.

-Pero ninguna te la ha chupado. ¡Eres un chico ortodoxo! –suelto carcajadas. –Mira un restaurante. Mmm, muy elegante para mi gusto. –el intenta hablar pero lo callo.  –Vayamos por la principal por unas pizzas.

Trevor gira y se dirige a la principal, pasando por la Av. 18 y Calle Febrick S.

-No soy religioso. No tengo religión pero aun así creo que Dios existe. –me mira. –Eres insoportable. ¿Te molesta que sea virgen?

-Para nada…

Me saco el buzo color negro que traigo puesto y me decido por cambiarme de ropa delante de él. La verdad nunca me ha importado su presencia en el auto. Me vale un comino si se estrella por mirarme a mí. Ningún hombre puede evitar ver a una mujer desvistiéndose. Vamos a ver, si este niño bueno de mamá no produce un choque.

-¡¿Qué estás haciendo?! ¡Estás loca! –me grita mientras trata de cubrirme con mi abrigo. Da un frenazo de golpe y estaciona en menos de dos segundos. –Actúas como una prostituta.

-No voy a bajarme con ropa triste y amargada de un funeral. Iba a cambiarme en el coche antes de que tú llegaras. –le explico. –Además no es bueno que le bajes el autoestima a las prostitutas. Tú no sabes la vida que ellas pasan.

La sonrisa de la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora