Un sentimiento relativo o demasiado similar al miedo me invadió en menos de cinco segundos. ¿La muerte quiso decir que ella esperaba que alguien me ame y que yo ame a esa persona, para que mi alma fuera un alma y así no estaría vacía? ¿Luego podría matarme? ¿Así como hizo con toda mi familia? ¿Era eso? ¿O tenía más tiempo? Su sonrisa es demasiado pretenciosa y tenebrosa como para desenmascararla.
-¿Te encuentras bien? –Trevor me acaricia la mejilla. –Estas pálida.
Mierda. Ahora vino este idiota a meterse. Sigo sin pensar por que la muerte escogió a este engendro para ayudarme. El más bien, no parece saber nada. ¿Es así como la muerte quiere que sea? ¿Qué yo lo convenza? No nos caemos bien. Trevor me sirve como un objeto y por sus utilidades, no es tan malo después de todo… Solo por interés. En este momento, tendré que persuadirlo para que me deje vivir bajo su mismo techo. Luego, robarle un poco de dinero. Después me largo de su casa sin despedirme, y… me olvido de él más rápido que el viento.
-No, no me encuentro bien. –digo con voz tímida.
-¿Qué pasa? –me pregunta mientras nos sentamos en una mesa de la Pizzería.
-No tengo a donde ir. Y recién empezare mi trabajo esta noche. –entrecierro los ojos. –Además estoy enferma.
Trevor me entrega la pizza.
-Aquí tienes. Pero si estás enferma, dudo mucho que te alivie comértela. –sonríe desacreditando mis actuaciones.
Maldito… Solo te deje conducir y estar a mi lado por la pizza. Así que no me importa estar enferma. ¡Y no lo estoy!
-Que lastima que estés enferma… Lo hubieras dicho antes. ¿No se ve acaso tan apetitosa? –Trevor continúa provocándome.
La pizza se ve deliciosa… Mierda… Maldito bastardo.
-¡Esta bien! ¡Está bien! –me rindo y cojo la pizza del plato. –No, no estoy enferma. Pero necesito que me des una oportunidad… Es solo una semana durmiendo en tu casa. No te afectare en nada. ¡Te pagare!
-¿Me pagaras? –su sonrisa se acentúa. –No es necesario, ya te he dicho que no. No te quiero en mi casa. ¿Quién te mando a vender la tuya? ¿¡La de tus padres!?
Paciencia… Muerte… Llévate a este engendro en este instante. ¡Me es insoportable!
-Gracias. –digo en un resoplido. –Simplemente gracias.
Trevor abre los ojos y empieza a reírse. ¿Qué le parece tan gracioso? Me voy. No soporto estar con él.
-Adiós. –le digo mientras trato de levantarme con la pizza en la mano.
Trevor sigue riéndose y se levanta también.
-¿Te parezco graciosa? –lo miro apretando los labios.
-¿Acabaste de decir: gracias? –su expresión es de asombro y burla. –Me sorprende lo educada que eres cuando no te das cuenta. Vas en el camino del progreso, Ashley, continua.
-Cállate. –lo miro con desdén. –Y las gracias fue por no darme esa oportunidad. Me has rechazado, cerdo sin cola. Así que hazme un favor, y quítate de mi camino.
-De nada. –me da permiso.
-Basura de grasa. –lo empujo a un lado.
El dueño del restaurante me mira de arriba abajo, y siento como me pervierte con la mirada. Es como si hiciera una radiografía de mi cuerpo. Una sensación de la cual ya estoy acostumbrada… Justamente, una sensación asquerosa.
-Y no estoy ebria. –le grito en dirección a Trevor, quien me mira seriamente. Pero no con morbo o perversión.
Creo que se dice: decepción. Si, esa es la palabra.
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La sonrisa de la muerte.
RomantikAshley es una chica rebelde. Nunca se enamora, y lleva consigo un pasado asqueroso. No es igual a las demás. Su familia ha muerto. Ahora, se considera una nómada adolescente. La muerte quiere probarla. La sigue, la merodea, pero nunca tiene el pla...