Capitulo 20

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Trevor me abraza. Me envuelve. Me tranquiliza.
-Gracias, cerdo... sin... -mi voz se va apagando por el sueño.
-Cola. -completó.
Sonreí a oscuras, mientras Trevor me lleva en brazos a la camioneta.
Vamos a su casa, de regreso, con todas mis cosas, y con las chicas que logramos rescatar, y que deseaban ser rescatadas. Pocas se quedaron, decían ya estar acostumbradas, y que seria mejor para ellas tener menos competencia.
Me dolía, joder. Me dolía.
-¿A donde las llevaremos? -preguntó Shiro, mientras las acomodaba en la parte trasera. Podía sentir sus respiraciones agitadas, y sus nervios de ser perseguidas de nuevo.
Pero eso jamás volvería a suceder.
Nosotros salvaríamos sus almas.
-Conozco una fundación de Ayuda Comunitaria, tienen un orfanato, y albergue para personas desahuciadas. -respondió Trevor. -Sé de esto porque mi mamá solía participar en estas cosas, y me llevaba con ella a todos lados...
Lo miré y sentí calor. Un calor especial. Y eso significaba una cosa: Yo, Ashley, estaba agradecida.
Bajamos por calles, la oscuridad del cielo no era negruzca, sino púrpura profundo, y me hacia recordar a los vestidos de gala que usaba la abuela. La abuela amaba usar vestidos de estilo vampirezco. Los solía combinar con unas plataformas de aguja color vino, y un labial rojo pasión.
Me acuerdo que mientras mamá servía la ensalada en las reuniones, yo comparaba las uvas con el color de sus vestidos, y que antes de que se pusiera sus mega-tacones, se las introducía en ellos. Al final, terminaba poniéndoselos, y se los sacaba confundida, con los pies embarrados de uva aplastada.
La cara de picara que le ponía a la abuela me delataba, pero era divertido jugarle esas bromas.
¡Y no se compara con lo que hacían mis hermanos!
Ellos solían... Ellos...
Mierda. ¿Por qué tengo que recordarlos? Ellos están muertos, no deberían importarme. Toda mi familia lo está.
Fin de la historia.
-Ashley, relaja las nalgas. -Trevor me interrumpe, mirándome por el retrovisor. -Duérmete, dejaré a las chicas en el albergue y haré el tramite rápido, tu espera con Shiro en la camioneta. No hagas ningún movimiento mientras no este. ¿Quedó claro?
Lo miré y refunfuñé por lo bajo.
-¿Y tu desde cuando das las ordenes?
Salió sin decir mas. Note que las chicas se asomaban por la ventanilla de afuera, me miraban, mientras sonreían, y se despedían con señas.
Un alivio empezó a liberarse dentro de mi cabeza. Y justo cuando iba a cerrar los ojos...
Escuché un golpe en la ventanilla.
Los abrí bien abiertos. Y vi que estaba la chica asiática, me miró con esperanza, se acercó al vidrio y sopló. El vapor de su boca nubló la ventana, y en ella su mano dibujo la extraña, y famosa forma de un corazón.
-Gracias. -murmuró en su idioma.
Y mi ser, o lo que sea que tenga dentro de mí lo entendió como si fuera mi lengua nativa.
Sonreí, al darme cuenta de lo rápido que se marchaba sin dar vuelta atrás.
Y me pregunté si así se hubieran sentido mis padres el día en que marchara a la Universidad.
Volteé mi rostro, y me encogí en el asiento.
Shiro me miraba dormir. Era como una guardiana.
Me pregunto a quien se habrá referido el demonio cuando dijo que uno de los míos me traicionaría.
Y un mal presentimiento recorre mi columna dorsal.
Voy a estar alerta de Shiro. Solo por si acaso. Recordemos que es un ente de otra dimensión, y no la conozco bien.
Hay muchisimas dimensiones. Existen tantos mundos. Y cada ser existente, en diferentes planos, tienen ciertas intenciones.
Bueno, al menos no me ha sucedido lo que atravesó Trevor.
Vuelvo a sonreír.
-Trevor eres un estúpido. -doy una carcajada. Shiro también sonríe.
-Un estúpido bueno. -de repente, se torna indiferente. -Un alma pura, al parecer.
-¿Shiro, puedes detectar algún alma humana cercana que necesite ayuda? -le pregunté.
-Si, master. Es fácil.
-Perfecto, necesitaremos eso mañana. Nuestra misión será ayudar a las almas que podamos, posiblemente esa alternativa compraría mi boleto de supervivencia, sino logro enamorarme o sentir "amor" de verdad en los días que me quedan.
-Lo lograras. Te vas a enamorar, Ashley. -Shiro me observa seria, y luego su expresión se torna infantil. -¡Uwaaa, como desearía tener vida! ¡Me hubiera encantado ser tu novia!
-Estas chiflada, Shiro. -empecé a reír. -Además... ¿Cuanto toma enamorarse?
Shiro se acerca a mi, tan cerca que nuestras narices se chocan y me responde sin apartar la mirada:
-A veces solo unos segundos.

***

Trevor vuelve. He encendido la calefacción, y cuando ve el carro totalmente empañado entra en pánico.
-¡Ashley, limpia este desorden! ¿Acaso no sabes que necesito un buen campo de visión para conducir? ¿Quieres que choquemos?¿Qué nuestra alma se separa de nuestro cuerpo? ¿Terminar en una dimensión y que un sujeto raro intente violarte?
-Ya, ya, tranquilo chaval. -empiezo a limpiarlo.
-Gracias. -me mira. -Y hablo en serio.
Doy un bufido.
-Mañana...
-¿Si?
-Mañana iremos al Hospital.
Doy otro bufido.
-Con Shiro buscaremos almas en peligro... No tengo tiempo para...
-Quiero que conozcas a Louise. -me interrumpe.
Doy un tercer bufido. Que estupidez.
-¿Me sirve hablar con un chico en estado vegetal?
Shiro clava sus ojos en mi y de repente, Trevor baja la cabeza.
-Debes ir. En el Hospital hay muchas almas a las cuales podrias ayudar, y sin exponerte a tanto peligro. -añadió Shiro.
¡Hey! ¿Por qué tanta seriedad todo el mundo? Los Hospitales me recuerdan a... Mierda. Basta, mi familia ya esta muerta. Fin... Fin... De la historia.
-Y no seas tan prejuiciosa, Ashley. Tengo la esperanza de que si sigo ayudándote la muerte lo regrese... Ya sabes, siento que el esta aquí. No lo se... Yo lo siento aquí... Es por eso que quiero verlo. Y aprovechar, para que lo conozcas.
-Mañana es sábado. -inquirí.
De repente, Trevor brincó, y paró en seco como si hubiera visto al mismísimo sujeto que casi lo violaba.
Pero no, no era eso. Una emoción compartida, ya que estamos conectados, me decía que el tenia un evento importante, con alguien muy importante, y ese alguien no me agradaría para nada...
Trevor se detuvo, miró por la ventana a una casa verdosa, y de ladrillos, mientras faltaba poco para llegar a su casa.
-Tengo una cita con Vanessa mañana.  -murmuró entre dientes. -Yo...
-Anda. Por favor, y no vuelvas. -gruñí.
¡Lo sabía! ¡Sabía que esa monja tendría algo que ver! ¡Maldita zorra puritana!
-Tengo que ir, en verdad lo siento...
Lo miré, ni que fuera el fin del mundo. Mi orgullo se empezó a elevar, a niveles desbordantes y mi boca parloteó sin pensar:
-No me importa, iré a ese Hospital y ayudaré a tu amigo vegetal, haz lo que quieras, diviértete y revuélcate con la mojigata a la que ves por la ventana, acosador.
Trevor se dio cuenta de que había parado en la casa de Vanessa, se sonrojó y avanzó hasta la casa de Hanzel y Gretel, su hermosa mini-casita de caramelo.
-Me voy. -abrí la puerta, y cuando estaba a punto de salir, Trevor me tomo del brazo.
-¿A donde vas?
-A dormir, idiota. ¿A donde más?
Trevor empezó a reír. Su risa era extraña.
-Ay, Ashley, uno no sabe que esperar de ti.
Y sin más, ni menos, me alejé, entre a su casa, sin que su madre escuchara, y me tumbe en su cama.
-Basta de pensar, Ashley. -me dije a mi misma, mientras esperaba a que Trevor también se acostara al lado. 
Shiro se paseaba por los aires como un Shinigami por la habitación.
Despues de unos minutos, Trevor saltó a la cama, y se cubrió con la sábana.
-Buenas noches, Ashley, deséame suerte.
-Buenas noches. Buena Suerte. -dije automáticamente con desgano. No se que esperaré, así que decido cerrar los ojos, y dormir de una vez por todas.
-Mañana será un gran día. -murmuró Trevor por ultima vez.

La sonrisa de la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora