Se me cerraban automáticamente los ojos. No se porque, pero aunque Trevor no estuviera en este plano, sentía un miedo, incomodidad y angustia de parte de el.
En aquel rincón, recostados contra la pared, mientras estábamos intranquilamente echados en el piso, parecíamos una pareja borracha de jóvenes, recién salidos de una fiesta de graduación. Ya no tenía tanto frío, pero me temblaba la mente de solo pensar en que Shiro lo encontraría. A estas horas, solo quería acostarme y dormir, pensar en el colchón ancho, las sabanas y el perfume de Trevor. El olor del cerdo sin cola. Tal vez me tomaría una lechita caliente antes de acostarme, e idearía un plan para salvar a las chicas que no querían estar en el Club.
Fue ahí cuando el desgraciado volvió en sí con una convulsión, y un grito.
Me sobresalté de inmediato. A mi lado, sin previo aviso, Shiro lo observaba, noté que sus blanquísimas mejillas estaban totalmente rojas, y que sonreía más de lo normal.
Algo extraño debió haber pasado.
-¡Trevor, idiota! -me abalancé sobre el. -¿Estas bien? Dime a donde fuiste, que viste, cuéntame todo.
Shiro no aguantó la risa y explotó.
Trevor no hablaba, estaba pálido como un muerto, puse mis manos en su pecho, y latía a mil por hora.
-¡Shiro! -exclamé en su dirección.
Ella no paraba de reír como una lunática.
-¿A qué no sabes en qué plano fue a parar tu camarada? -se golpea el pecho. -¡Al mundo de Kilian Brais! ¿Y sabes en que se especializa aquel tipo? ¡En los juegos prohibidos! -se vuelve a reír a carcajadas. -¡Ya sabes a que me refiero! ¡A tu mejor amigo lo violó el guardián de los juegos eróticos! -se limpia las lagrimas de los ojos. -¡Y yo lo vi en primera plana!
Mi cabeza se ladeó un poquito.
-¿Eh? -fue lo primero que dije.
Y me eché a reír junto a Shiro.
Me puse de rodillas y lo cacheteé juguetonamente.
-Vamos, Trevor, reacciona. -sonreí. -Tu primera vez fue con un chico. ¡Felicidades, ya podemos contárselo a tu madre!
Trevor parpadeó, y note que tenía los ojos acuosos. En verdad se lo había tomado en serio. Podía sentir que se sentía utilizado.
-¡Trevor! ¡Al menos tu cuerpo físico sigue intacto! -lo animé.
Eso pareció reconfortarlo, y así, sin pensarlo, me abrazó.
Sentí su pecho vibrando en el mío. Su corazón se estaba calmando. Sus emociones marchaban en consuelo. Y su respiración agitada, se entrecortó.
Fue ahí cuando lo noté.
Trevor me estaba abrazando, para que no lo viera llorar.
-Me duelen las piernas como el infierno. -murmuró.
-Ya es hora de irnos a tu casita acogedora. -le sobé la cabeza, como si fuera un gatito callejero. -Al menos cuando me llevaste a la fuerza, alcancé a guardar mis grandes propinas. Mañana debo ir a guardarlas en mi bolsa de ahorros.
El se incorporó totalmente. Y desde mi posición, se veía alto como una estatua francesa.
-¿Puedo ir con ustedes? -chilló alegremente Shiro.
Oh, dije para mis adentros, nos habíamos olvidado de su presencia.
-No creo que sea una gran idea...
-¡Claro que sí! ¡Shiro es mi salvadora! -chilló Trevor por detrás.
Rodeé los ojos. El cerdo sin cola al principio no se llevaba bien con la blanca paloma, pero ahora...
-Entonces, bienvenida a mi Club. -rugí imperiosa. -El Club, cuyo nombre recién acabo de inventar "Soul's Rescuers", empezará desde hoy, y mañana tendremos una misión.
Shiro parecía a primera vista como una mujer madura, e impenetrable. Pero, nos mostró que en realidad, su naturaleza de espíritu era genial, graciosa, meticulosa y divertida.
Además parecía tener cierto cariño y debilidad conmigo. No parecía peligrosa. Pero las apariencias engañan.
Iba a jugármela.
-Estas dentro. -le sonreí.
Ella se me acercó y me abrazó. No sentía su tacto, pero sí algo frío. Me congelaba su presencia.
-¡Te seguiré hasta el final, Dulce Ashley!
Asentí con la cabeza.
-¡Vamos a beber en casa de Trevor! -festejé. -Por cierto...
-Sé lo que vas a decir. -me interrumpió mientras cogía su rota bicicleta. -Mejor vayamos en tu camioneta.
-Jah, idiota. -le saqué la lengua. -Podíamos haber echo eso desde el principio, y nos hubiéramos ahorrado tanta estupidez.
-Si no recuerdas, te tuve que sacar a la fuerza. -contestó quejándose. -Quien sabe lo que estarías haciendo ahí dentro, tal vez seguirías meneándole el trasero a ese viejo árabe y peludo.
Shiro flotaba alrededor de nosotros, observándonos en silencio. Me recordaba al shinigami Ryuk del anime Death Note.
Trevor se quedó en silencio, y me siguió el paso. Sentía sus emociones un tanto alteradas, pero se estaba acostumbrando.
Mi camioneta estaba en el estacionamiento trasero del Club.
Fuimos en cuclillas hasta la parte posterior, cuidando de que no nos vieran. A estas horas parecíamos una pequeña jauría de perros hambrientos rebuscando a escondidas algo en la basura.
-Dejé mis cosas adentro en el camerino, ahí estaban las llaves. -susurré. -Tengo que ir por ellas.
Trevor se agarró la cabeza y se mordió los labios.
-¡Mas vale que vuelvas!
Lo miré de reojo.
-No me van a raptar y llevar al Oriente con algún viejo árabe rico y peludo. -rodeé los ojos. -Yo soy Ashley. Soy inteligente y audaz. Recuérdalo.
-Si, claro, como una víbora. -Trevor se mofo. -Eso eres, ah, y también terca como una mula.
-¿Quieres dejar de compararme con animales? ¡Habla el cerdo sin cola!
Hablar en susurros no nos ayudaba en nada. Y sinceramente me estaba estaba congelando.
Me eché en cuclillas y caminé hasta lograr entrar. Uno de los guardias casi nota mi presencia, estaba jugándomela.
-Ashley. ¿Qué haces aquí? -una de las chicas que acababa de salir de un cuarto con un cliente, me mira. -Estas son las habitaciones, los camerinos están del otro lado.
La miro con ojos asustados.
-Voy a sacarlas de aquí cueste lo que cueste. Las que se quieran quedar, quédense, pero las que desean la libertad, vengan conmigo.
Me sentí como una heroína, un papel que jamás pensé que yo lograría protagonizar.
La chica, me miró con resignación, y luego desvió su mirada atrás, cuando me volteé vi a un hombre corpulento y de traje elegante.
-Ellas no se irán a ningún lado. -murmuró entre dientes. -Y tú tampoco, perras de carga.
Me tomó de los hombros y me arrastró del cabello.
-¡Suéltame, hijo de puta! -grité. Su fuerza era mayor que la mía, y el miedo que tenía empezaba a arder. No era solo miedo, era rabia.
Ira.
Dolor.
Fue entonces cuando mi cuerpo empezó a sentir calor, un calor oscuro, un calor infernal.
Y los vi, alrededor de mi, demonios me estrechaban la mano.
Pero solo uno llamo mi atención.
La oscuridad se revolvía alrededor de mi, mientras el asqueroso hombre de traje me llevaba al sótano del Club. La chica del pasillo me miraba con ojos de terror. Sabía lo que estaba por pasarme. Y no se atrevía a detenerlo. ¿Y quien lo haría? ¿Quien iba a rescatar a una chica que no tenía alma? ¿Quien rescataría a alguien que se quedaría sola?
Trevor sabía lo que estaba pasándome, sentía su preocupación. Lo sentía ir detrás de mi. Buscándome a mi, a este cuerpo inútil.
Y yo era una maquina de sentimientos asquerosos que se estaba desmoronando.
-Quédate quieta, maldita perra, este será tu castigo.
Sentí como me arrancaba el interior, y como tomaba con las manos unas pinzas metálicas.
Me estaba doblando del dolor. Las lagrimas, el pecho, y mi respiración, me mordía los labios, mientras el sujetaba mis manos, y mis piernas.
Los demonios sonreían, me estiraban sus negras garras, ofreciéndome algo.
Mi cuerpo hervía, mi ira explotaba.
Aquel demonio de ojos azules me lamió la oreja, y por cada latigazo que el maldito hombre me daba, me acariciaba la clavícula.
-Acéptame. -susurró en mi oreja. -Quiero divertirme un rato en un cuerpo humano como el tuyo, chica sin alma.
Los demás demonios se fueron alejando, mientras reían, mi cuerpo temblaba de frío, de dolor, y de venganza.
Sus voces me mareaban, el sudor y el látigo de aquel hombre salpicaba mi sangre alrededor del sótano.
Un demonio quería jugar con mi cuerpo. Y se deleitaba viéndome sufrir.
-Vamos, tengo hambre, aquel hombre es un alma podrida que me gustaría llevarme rápido. -sus uñas, negras, me tocaron el cuello.
Era alto, de ojos azules, y su aura despedía un fuego azulado, me recordó al personaje de un anime. El era el único de aquellos demonios que no estaba mostrando su verdadera forma.
-No sentirás más dolor... Lo más irónico es que ese dolor no te pertenece. Una chica sin alma no siente nada, ese dolor que sientes en su mayoría es de aquellas jóvenes, unas puras y esclavizadas almas... Eres solo un recipiente que me vendrá útil.
El hombre volteó mi cuerpo y me empezó a atar los brazos y las piernas.
-Sentirás mi poder.
Mi pecho subía y bajaba, con miedo, y con... Esperanza.
-Acéptame. -murmuró.
Y le di la mano.
Iba a ayudar a esas chicas. Iba a rescatar a esas almas.
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La sonrisa de la muerte.
RomantizmAshley es una chica rebelde. Nunca se enamora, y lleva consigo un pasado asqueroso. No es igual a las demás. Su familia ha muerto. Ahora, se considera una nómada adolescente. La muerte quiere probarla. La sigue, la merodea, pero nunca tiene el pla...