Capítulo 6

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Julia se preparó con muchísima ilusión para aquella noche. Se vistió con su falda mas bonita, se alisó el pelo e incluso se maquilló

- ¿Tu maquillada? ¿Estás enferma? - le preguntó su hermana burlonamente.

- Calla.

Conocer a Diego había sido una especie de subidón. Nunca se había sentido querida por nadie de fuera de su familia. Aquel chico prácticamente había caído del cielo. Cuando toda la familia estuvo lista (cosa en la que tardaron bastante) salieron de la casa. Se dirigieron a la plaza, tal y como la noche anterior. Julia buscaba a Diego entre la multitud. Estaba muy ansiosa. No dio con el chico, pero si con Maje, a quien saludó con dos besos.

- Voy a cenar con mis amigos, papá. - dijo Julia entonces.

- ¿Me estás pidiendo permiso o me lo estás ordenando?

- Te estoy pidiendo dinero.

Julia sonrió tímidamente y extendió la mano.

- Aquí tienes. - dijo el hombre. - Diviértete.

Las chicas se alejaron de allí y se dirigieron a un puesto de patatas asadas.

- Creo que hemos sido las primeras en llegar. - explicó Maje. - Será mejor que cojamos sitio. Esto va a empezar a llenarse.

Juntaron dos mesas y las rodearon de sillas de plástico, dónde se acomodaron.

- Bueno, supongo que Diego no te dijo que aquí todo el mundo llega tarde. - dijo Maje con una sonrisa.

- No, la verdad es que no.

Julia sintió sus mejillas calentarse, y es que era escuchar el nombre de aquel chico y una oleada de electricidad le recorría el cuerpo.

- Vas muy guapa esta noche. - Maje la miró con una sonrisa pícara y le guiñó un ojo - ¿Hay alguien especial?

- Bueno... Creo que todos vistéis el beso con Diego.

- Sí, pero eso era tan sólo un juego.

- Ya lo sé. Pero después él y yo... Nos enrrollamos varias veces más.

Maje torció la boca.

- ¿Había bebido mucho?

- Pues... Sí.

- Julia...

- ¡Hey! ¿Qué tal? - Mario y Cristina llegaron a la mesa, seguidos por dos jóvenes más.

- Hey - Maje se levantó y chocó el puño con Mario.

- Hola Julia. - saludó Cristina con una sonrisa. Ella le correspondió. Poco a poco comenzaron a llegar los demás. Todos estaban allí, salvo Diego. Julia quería saber donde estaba el muchacho. Incluso estaba preocupada por si le había pasado algo, más aún después de saber que había un fantasma rondando por el pueblo. Sin embargo no preguntó nada, ya que no quería parecer pesada. Por fin, el chico apareció. Estaba aún más guapo que la noche anterior. Miraba tímidamente a Julia, se sentó lejos de ella y trataba de no establecer contacto visual. Después de la cena evitó hablar con ella. Fue entonces cuando Julia se le acercó y decidió romper el silencio.

- Diego... - murmuró. Él se giró. No le dio tiempo a decir nada.

- Tenemos que hablar.

La cogió del brazo y la llevó a un estrecho callejón sin salida, oscuro. Julia comenzaba a asustarse.

- ¿Qué pasa?

- Lo siento.

- ¿Qué es lo que sientes?

- Siento todo lo que te hice anoche.

- ¿Besarme?

- Sí. No sabía lo que hacía.

- No... No importa... Me gustó... ¡Me gustas tú!

Diego miró hacia abajo. Era difícil distinguir sus expresiones en la oscuridad.

- Pero tú a mí no.

Julia abrió la boca, desilusionada.

- Claro... - se mordió el labio. - Debí suponerlo. Como voy a gustarle a alguien. Soy demasiado rara. Y fea. Y tímida. Y estúpida.

- No, Julia, no. - Diego la miró de frente y puso las manos en sus hombros. - Eres genial. Completamente genial. Y no es que no me gustes tú. Es que...

- ¿Es que qué?

- Es que no me gustan las chicas.

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